MADRID, 30 (EUROPA PRESS)
La Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA) acaba de publicar un consenso sobre lipoproteína (a) o Lp(a) que aborda en profundidad la evidencia clínica existente sobre los efectos dañinos de los niveles elevados de Lp(a), una condición que presentan una de cada cinco personas y que supone un incremento del riesgo cardiovascular.
El consenso, liderado por los doctores Javier Delgado Lista y José María Mostaza, y elaborado junto a otros destacados miembros de la SEA y un experto internacional sobre el tema, incluye, además, otros aspectos de especial importancia, como la necesidad de unificar la metodología existente para la determinación de la Lp(a), la revisión del arsenal terapéutico disponible y en desarrollo, o los mecanismos patogénicos subyacentes al efecto nocivo de esta lipoproteína.
La Lp(a) es una lipoproteína similar a la LDL, pero con algunas modificaciones, la principal de ellas es la adición de una proteína, la apolipoproteína (a), que le confiere mayor capacidad de daño vascular. “Lo más significativo de este documento de amplio consenso es que se revisan en profundidad las evidencias existentes sobre el exceso de riesgo cardiovascular conferido por la Lp(a), y se aportan recomendaciones específicas para el manejo de pacientes con Lp(a) elevada por parte del clínico”, afirma el doctor Delgado Lista.
El consenso está refrendado por expertos lipidólogos, incluyendo al presidente actual de la SEA, el doctor Carlos Guijarro, al futuro presidente, el doctor José López Miranda y a otros miembros destacados de la Sociedad. En el documento se afirma que “la concentración de Lp(a) (especialmente los niveles muy elevados) tiene una innegable asociación con determinadas complicaciones cardiovasculares, como las derivadas de enfermedad vascular arteriosclerótica o la estenosis aórtica”.
Precisamente por esto, las últimas guías de práctica clínica, y este mismo consenso, indican la necesidad de incluir la Lp(a) en la valoración del riesgo cardiovascular, una de las mayores novedades en este campo desde hace décadas.
Las nuevas evidencias identifican la Lp(a) elevada como un factor de riesgo cardiovascular por sí misma. En este sentido, los firmantes del consenso insisten en la necesidad de “determinarla al menos una vez en la vida, ya que su concentración constituye un parámetro bastante estable en cada persona y sus valores no suelen sufrir cambios significativos, salvo en determinadas circunstancias, también indicadas en el artículo”.
Aunque se recomienda incluir la Lp(a) en la primera determinación analítica que se haga para determinar el riesgo cardiovascular de una persona, en algunos grupos de riesgo habría que hacerlo activamente a la mayor brevedad posible, como en los familiares de personas con Lp(a) muy elevada, hipercolesterolemia familiar, o pacientes con enfermedad cardiovascular establecida.
Según el doctor Delgado Lista, “actualmente, en general, no existe entre el personal sanitario suficiente conocimiento y convencimiento sobre la importancia de la determinación de la Lp(a”. Por ese motivo, se mide poco, a pesar de que “las estadísticas europeas indican que una de cada cinco personas la tiene elevada”.
Actualmente se cree que una Lp(a) de bajo riesgo es la que está por debajo de 30 mg/dL, y se considera que existe una zona intermedia, entre 31-50 mg/dL, que es una ‘zona gris’, donde no se ha evidenciado claramente que haya un riesgo elevado. Pero, a partir de 50 mg/dL, se piensa que el riesgo cardiovascular añadido es proporcional a la concentración, y niveles muy elevados de Lp(a) se consideran de muy alto riesgo. Concentraciones superiores a unos 180 mg/dL llegan a considerarse como de riesgo cardiovascular similar a tener una hipercolesterolemia familiar heterocigota.
En relación con las medidas terapéuticas no farmacológicas, y dado que la concentración de Lp(a) está determinada en más del 80-90 por ciento por la genética, actualmente se piensa que el estilo de vida no la modifica de forma significativa.
“De momento no disponemos de tratamientos específicos para bajar la Lp(a), pero si se determina y está elevada, entonces hay que intervenir para hacer disminuir más el colesterol LDL”, señala el doctor. “Los actuales fármacos para controlar el colesterol inciden poco en la Lp(a); solo los inhibidores de PCSK9 pueden llegar a bajarla entre un 15 y un 25 por ciento, pero su uso está muy restringido y solo están financiados para su uso en determinados pacientes con enfermedad vascular arteriosclerótica o hipercolesterolemia familiar”, añade.
“Se están realizando estudios con otras moléculas que se ha visto que podrían reducir casi en un 80-90 por ciento la Lp(a) y que podrían convertirse en un excelente tratamiento. Esperamos tener resultados positivos en unos dos años”, concluye el doctor Delgado Lista.
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