MADRID, 12 (SERVIMEDIA)
La jirafa masai, una especie que vive en Tanzania y el sur de Kenia y que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera en peligro de extinción, puede estar más amenazada de lo que se pensaba porque las poblaciones separadas geográficamente por el Gran Valle del Rift no se han cruzado ni intercambiado material genético en más de 1.000 años o, en algunos casos, en cientos de miles de años.
Los investigadores recomiendan que las dos poblaciones se consideren por separado con fines de conservación, con esfuerzos de conservación separados pero coordinados para gestionar cada población, según un estudio publicado este lunes en la revista ‘Ecology and Evolution’.
Las poblaciones de jirafas han disminuido rápidamente en los últimos 30 años y quedan menos de 100.000 individuos en todo el mundo. La cantidad de jirafas masai ha disminuido en un 50 % en este periodo debido a la caza ilegal y otras actividades humanas que invaden su hábitat.
“El hábitat de las jirafas Masai está muy fragmentado, en parte debido a la rápida expansión de la población humana en el este de África en los últimos 30 años y la consiguiente pérdida de hábitats de vida silvestre”, indica Douglas Cavener, de la Universidad de Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) y líder del equipo de investigación.
Cavener añade la respecto: “Además, el Gran Valle del Rift atraviesa el este de África, y las empinadas laderas de sus acantilados son barreras formidables para la migración de la vida silvestre. Observamos los genomas de 100 jirafas masai para determinar si las poblaciones a ambos lados del valle se cruzaron para reproducirse entre sí en el pasado reciente, lo que tiene implicaciones importantes para la conservación”.
MESTIZAJE
Para comprender mejor el intercambio histórico de información genética, los investigadores utilizaron una combinación de secuenciación completa del genoma nuclear, que incluye información genética transmitida por ambos padres, así como el genoma mitocondrial, que incluye información transmitida solo por línea materna.
“El mestizaje entre diferentes poblaciones da como resultado el intercambio de información genética, a menudo llamado flujo de genes, y generalmente se considera beneficioso porque puede mejorar la diversidad genética general y ayudar a proteger a las pequeñas poblaciones contra enfermedades y otras amenazas”, indica Lan Wu-Cavener, profesora asistente de investigación de biología y miembro del equipo de investigación.
Wu-Cavener subraya: “Para comprender el flujo potencial de genes a través del valle, secuenciamos los más de 2.000 millones de pares de bases que conforman el genoma nuclear completo, así como los más de 16.000 pares de bases que conforman el genoma mitocondrial completo”.
Los investigadores identificaron varios bloques de genes dentro del genoma mitocondrial que generalmente se heredan juntos -que los investigadores llaman haplotipos- en las dos poblaciones y realizaron un análisis de red basado en patrones de similitud entre esos haplotipos.
Descubrieron que las jirafas del lado este del Gran Valle del Rift no tenían haplotipos superpuestos con las jirafas del oeste, lo que sugiere que las hembras no han migrado para reproducirse en los últimos 250.000 a 300 000 años.
“El flujo de genes mediado por hembras entre las dos poblaciones no ha ocurrido en cientos de miles de años, o probablemente nunca”, recalca Cavener, que agrega: “Originalmente pensamos que se había fundado una población y luego algunos individuos cruzaron al otro lado del valle para establecer la segunda población. Pero ahora pensamos que las dos poblaciones se fundaron de forma independiente hace más de 200.000 años”.
“MENOS DIVERSIDAD GENÉTICA”
El análisis del genoma nuclear sugiere que el flujo de genes a través del movimiento de los machos puede haber ocurrido hace tan solo mil años. Los investigadores planean tomar muestras de animales adicionales de ambas poblaciones para comprender mejor cuándo y por qué este flujo de genes podría haberse detenido.
“Tomados en conjunto, estos resultados sugieren que las poblaciones de jirafas en cada lado del valle son genéticamente distintas, y cada población tiene menos diversidad genética que si fueran una interconectada más grande”, destaca Cavener.
Este investigador apostilla: “Hay muy pocas posibilidades de que las jirafas crucen el valle por su cuenta, y la translocación es muy poco práctica con las jirafas. Esto sugiere que las jirafas masai están más amenazadas de lo que pensábamos anteriormente, y que los esfuerzos de conservación para cada población deben considerarse de manera independiente pero coordinada. Esperamos que los gobiernos de Tanzania y Kenia aumenten la protección de las jirafas masai y sus hábitats, especialmente dado el reciente aumento de la caza furtiva de jirafas en el área”.
Los investigadores también encontraron indicadores alarmantemente altos de consanguinidad, un proceso que disminuye la diversidad genética y la aptitud general de la población, tanto en el lado este como en el oeste del valle.
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