MADRID, 13 (SERVIMEDIA)
El Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (Sciri) gestionó a lo largo de 2023 un total 772 notificaciones relativas a productos alimenticios en los que estuvo implicada España el pasado ejercicio, en el que los peligros biológicos aumentaron del 25% al 31%.
Así lo refleja la memoria de este organismo correspondiente al año pasado, según precisó la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), adscrita al Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 y que controla dicho sistema, en un comunicado en el que recordó que se trata de un sistema de alerta rápida a nivel nacional para la notificación de un riesgo para la salud humana derivado de productos alimenticios y los materiales en contacto con los mismos, con el objetivo de garantizar a los consumidores que los productos que se encuentran en el mercado “son seguros y no presentan riesgos para su salud”.
En concreto, el 44% de las notificaciones fueron debidas a peligros detectados en productos de origen animal, el 39% a productos de origen vegetal, el 14% a otros productos y el 3% restante correspondió a materiales en contacto con alimentos.
En relación con la categoría del peligro detectado, se observó una distribución “similar” a la de años anteriores, siendo los peligros químicos los “más frecuentes”, seguidos de los peligros clasificados como “otros”, los peligros biológicos y, por último, los peligros físicos.
Con respecto a 2022, el porcentaje de los peligros químicos “no ha variado significativamente”, suponiendo un 42% en 2022 y un 41% en 2023, si bien los peligros biológicos aumentaron de 25% a 31%.
Por otro lado, los peligros clasificados como “otros peligros” disminuyeron, pasando de 29% a 23%; y los peligros físicos supusieron un 5%, “muy similar” al 4% de 2022, según la Aesan, que reivindicó su “éxito” a la hora de garantizar “el más alto nivel de seguridad alimentaria en nuestro país, como forma de proteger la salud de la población”.
Entre los hitos de 2023, la agencia consideró que tuvo “especial importancia” la “adecuación” del trabajo del Sciri al uso de la herramienta iRASFF de la Comisión Europea, cambio que, a su juicio, ha permitido “aumentar” la “eficacia” de la red y “reducir notablemente” los tiempos de reacción por parte de las autoridades competentes ante la comunicación de la existencia en el mercado de productos alimenticios no seguros.
Junto a ello, también mencionó como “un punto de inflexión” la publicación en tiempo real, por parte de la Comisión Europea en la página RASFF Window, de las notificaciones realizadas por los Estados miembro de la red para la comunicación de la detección de riesgos asociados a los productos alimenticios.
“Esta información no está destinada a advertir a los consumidores sobre el riesgo de consumir determinados productos, sino que es la manera de informar al resto de puntos de contacto para que inicien las investigaciones y actuaciones dirigidas a proteger la salud de los consumidores, evitando que se pongan a su disposición y, en su caso, verificando la retirada del mercado”, sentenció.
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