MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
El conflicto desatado hace casi un mes en Sudán entre tropas del Ejército y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) ha obligado a 200.000 personas a escapar del país africano, según un nuevo recuento del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que teme que la cifra supere las 800.000 en próximos meses.
No en vano, unas 700.000 personas se han convertido ya en desplazadas internos, mientras que “muchos más” permanecen “confinadas en sus casas”, sin poder cubrir sus necesidades más básicas, ha explicado este viernes una portavoz de la agencia, Olga Sarrado Mur. Moverse es complicado por los combates y también caro, dada la falta de combustible y su precio.
Quienes cruzan la frontera son ciudadanos sudaneses pero también hay personas de otras nacionalidades, entre ellos antiguos refugiados que ahora retornan de nuevo a sus respectivos países, especialmente en el caso de Sudán del Sur.
La respuesta humanitaria es “complicada y costosa”, ya que quienes huyen de la violencia recalan en zonas remotas sin apenas infraestructuras o servicios o donde la población local ya vive prácticamente al límite. Sarrado Mur ha advertido de que, con la llegada de las lluvias, “la logística será todavía más difícil, ya que muchas carreteras estarán impracticables”.
Esta nueva emergencia requerirá “fondos significativos” –la ONU y sus socios tienen previsto dar detalles “en los próximos días”–, pero desde ACNUR ya se ha apuntado que la respuesta del sector privado ha sido “lenta” si se compara con otras emergencias, “pese a la urgencia y la severidad de la crisis” en Sudán.
Esta falta de fondos se hace especialmente “crítica” dado que la respuesta humanitaria para Sudán, Chad, Sudán del Sur y Etiopía ya arrastraba cuantiosos lastres en materia de financiación. De las peticiones de ACNUR para estos países, ninguna está cubierta en más de un 15 por ciento.
La organización reclama “un apoyo económico inmediato para todos los implicados en la respuesta, para evitar una catástrofe humanitaria, prevenir tensiones en los recursos al límite y apoyar de una manera digna a quienes se ven obligados a huir, así como a las comunidades que los reciben”.
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