Agencias y medios locales intentan recopilar información en medio del caos, mientras las supervivientes se quedan sin ayuda médica
Los investigadores confirman más de medio centenar de casos que representarían, sin embargo, “solo un dos por ciento” del total
MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
La violencia sexual durante la guerra de Sudán está alcanzando cotas aterradoras en medio del caos desatado por los combates que estallaron el pasado 15 de abril entre el Ejército y el grupo paramilitar de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), según temen ONG locales que han confirmado ya más de medio centenar de agresiones sexuales a cual más brutal entre los temores de agencias estatales de que estos casos “solo representan un dos por ciento” de la cifra real”; es decir, más de 2.500 violaciones.
Este pasado viernes, la Asociación de Abogados de Darfur, la capital del país, trasladó el testimonio de al menos once mujeres violadas en el barrio de El Shajara atribuidas a “militares borrachos del Ejército sudanés”, que se ha desentendido del caso y atribuido el incidente a un hecho aislado. Medios de comunicación locales como Radio Dabanga han recibido informaciones de otras 16 violaciones esta semana, atribuidas en parte a las fuerzas paramilitares.
Las cifras más ajustadas son las que proporciona la llamada Unidad Sudanesa para Combatir la Violencia contra las Mujeres, que antes de estas nuevas cifras estimaba al menos 36 casos de violación confirmados solo en la capital, más otras 25 en otras partes del país.
La agencia es dependiente del Consejo Soberano de Transición de Sudán, la junta militar representada por el Ejército, de ahí que en rueda de prensa hace una semana identificara a las RSF de la práctica totalidad de las violaciones registradas. No obstante, su presidenta, Seleima Ishag, avisó de que las violaciones confirmadas hasta la semana pasada solo representaban un dos por ciento de la cifra total, que sería “mucho más elevada”.
“Recibimos informes día y noche. No hay una sola mujer de Jartum que ahora mismo se encuentre a salvo, ni siquiera en su propio hogar”, lamentó en declaraciones recogidas por Radio Dabanga. Particularmente vulnerables son las mujeres que todavía viven en las áreas periféricas de la ciudad y en los empobrecidos barrios de El Ezba y El Gemayer, en la vecina Omdurmán, donde la población intentó escapar durante los primeros días de combates.
Las violaciones responden también a una campaña de terror y a un ajuste de cuentas entre comunidades. La Asociación de Abogados de Darfur denuncia en este sentido que el Ejército está perpetrando una campaña de acoso específicamente dirigido a tribus como los misseriya o los rizeigat, acusados de colaborar con las RSF.
Los paramilitares, por contra, estarían centrando sus miras en refugiadas etíopes o eritreas en Jartum Norte y Omdurmán, de acuerdo con la información que baraja la asociación.
Hay que recordar que estas estimaciones se refieren a las zonas del país donde la información todavía consigue salir al exterior. En Darfur Occidental, otro de los grandes epicentros del conflicto, los casos se conocen con cuentagotas, especialmente en la capital, El Geneina.
“Están violando a mujeres por todas partes”, sentenció Ishag en declaraciones formuladas esta semana al diario británico ‘The Guardian’.
SIN AYUDA DE NINGÚN TIPO
En la misma entrevista, Seleima Ishag avisaba también que las supervivientes de violación en Jartum apenas tienen acceso a anticonceptivos de emergencia y medicamentos para abortar, en especial después de que el acceso al gran almacén médico de Jartum quedó cortado al inicio del conflicto.
Ahí se encuentran 47.000 equipos médicos post-violación, un bien enormemente preciado en el país, sobre todo teniendo en cuenta que el aborto era ilegal en Sudán antes del estallido de la guerra.
Las supervivientes no tiene más remedio, en este escenario, que recurrir a las redes sociales para compartir información sobre dónde encontrar medicamentos para prevenir embarazos e infecciones, o usan remedios a base de hierbas. El Fondo de Población de la ONU (UNFPA), que suministra los kits, no ha podido confirmar por su parte qué bando está impidiendo el acceso al edificio.
Los kits posteriores a la violación a menudo se distribuyen en situaciones de conflicto. Incluyen medicamentos de emergencia, como la píldora del día después y la profilaxis posterior a la exposición (PEP), que se utilizan para prevenir la infección por el VIH. Las píldoras abortivas también se pueden administrar a algunos sobrevivientes en una fecha posterior, pero generalmente no se incluyen en el paquete.
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