MADRID, 10 (SERVIMEDIA)
La influencia del calentamiento global en la temperatura y las precipitaciones es la causa del descenso de la capa de nieve durante la primavera en muchas zonas del hemisferio norte desde la década de 1980.
Esa es la conclusión un estudio realizado por Alexander Gottlieb, doctorando en la universidad Darmouth College (Estados Unidos), y Justin Mankin, profesor de geografía en ese centro universitario y también en la Universidad de Columbia (Estados Unidos). El trabajo aparece publicado este miércoles en la revista ‘Nature’.
Esta investigación proporciona evidencia de que las capas de nieve estacionales en la mayor parte del hemisferio norte se han reducido significativamente en los últimos 40 años debido al cambio climático impulsado por el ser humano.
Las reducciones más pronunciadas de la capa de nieve relacionadas con el calentamiento global (entre un 10% y un 20% por década) se producen en el suroeste y noreste de Estados Unidos, así como en Europa central y oriental.
169 CUENCAS FLUVIALES
Gottlieb y Mankin se centraron en cómo la influencia del calentamiento global en la temperatura y las precipitaciones impulsó cambios en la capa de nieve en 169 cuencas fluviales en todo el hemisferio norte entre 1981 y 2020. La pérdida de capas de nieve significa potencialmente menos agua de deshielo en primavera para ríos, arroyos y suelos río abajo cuando los ecosistemas y las personas demandan agua.
Programaron un modelo de aprendizaje automático para examinar miles de observaciones y experimentos con modelos climáticos que capturaron datos sobre la capa de nieve, la temperatura, las precipitaciones y la escorrentía de las cuencas hidrográficas del hemisferio norte.
Esto no solo permitió identificar dónde se produjeron las pérdidas de la capa de nieve debido al calentamiento, sino que también dio la capacidad de examinar la influencia contraria de los cambios de temperatura y precipitación impulsados por el clima, que disminuyen y aumentan el espesor de la capa de nieve, respectivamente.
“Las observaciones de la nieve son complicadas en las escalas regionales más relevantes para evaluar la seguridad hídrica”, indica Mankin, que añade: “La nieve es muy sensible a las variaciones de temperatura y precipitación dentro del invierno, y los riesgos de pérdida de nieve no son los mismos en Nueva Inglaterra que en el suroeste, o para una aldea en los Alpes que en las altas montañas de Asia”.
Gottlieb y Mankin descubrieron que el 80% de los mantos de nieve del hemisferio norte (que se encuentran en sus tramos más septentrionales y de mayor elevación) experimentaron pérdidas mínimas. De hecho, los mantos de nieve se expandieron en vastas franjas de Alaska, Canadá y Asia Central a medida que el cambio climático aumentó las precipitaciones que caen en forma de nieve en estas regiones gélidas.
Lo que ha disminuido es el 20% restante de la capa de nieve que existe alrededor de muchos de los principales centros de población del hemisferio y que les proporciona agua.
Los autores descubrieron que rápidamente surge un patrón constante de disminución anual en la acumulación de nieve, y que deja a los centros de población con una escasez repentina y crónica de nuevos suministros de agua procedente del deshielo.
Muchas cuencas altamente pobladas que dependen de la nieve para el suministro de agua sufrirán pérdidas cada vez mayores en las próximas décadas, según Mankin.
“AL BORDE DE UNA CRISIS”
Los investigadores señalan que el alcance y la velocidad de esta pérdida potencialmente colocan a “al borde de una crisis” a cientos de millones de personas en América del Norte, Europa y Asia que dependen de la nieve para obtener agua.
“Lo que más nos preocupaba era cómo el calentamiento está afectando la cantidad de agua almacenada en la nieve. La pérdida de ese depósito es el riesgo más inmediato y potente que el cambio climático plantea a la sociedad en términos de disminución de las nevadas y su acumulación”, indica Gottlieb.
Este investigador añade: “Nuestro trabajo identifica las cuencas que han experimentado una pérdida histórica de nieve y aquellas que serán más vulnerables a una rápida disminución de la capa de nieve con un mayor calentamiento”.
“El tren ha salido de la estación hacia regiones como el suroeste y el noreste de Estados Unidos. Para finales del siglo XXI, esperamos que estos lugares estén casi libres de nieve a finales de marzo. Estamos en ese camino y no está particularmente bien adaptado cuando se trata de escasez de agua”.
“Las implicaciones recreativas son emblemáticas de las formas en que el calentamiento global afecta desproporcionadamente a las comunidades más vulnerables”, recalca Mankin, que añade: “Las estaciones de esquí en elevaciones y latitudes más bajas ya han tenido que lidiar con la pérdida de nieve año tras año. Esto no hará más que acelerarse, haciendo que el modelo de negocio sea inviable”.
Mankin subraya: “Probablemente veremos una mayor consolidación del esquí en estaciones grandes y con buenos recursos a expensas de áreas de esquí pequeñas y medianas que tienen valores económicos y culturales locales tan cruciales”.
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