MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
Un grupo de investigadores han demostrado que el análisis de impedancia bioeléctrica (BIA), una técnica ampliamente utilizada para evaluar la composición corporal, también puede emplearse para medir las contracciones musculares voluntarias y evocadas, que forman parte integral de la capacidad para moverse, mantener la estabilidad y responder a estímulos externos.
Este estudio, llevado a cabo en el Instituto Tecnológico Shibaura (Japón), sienta las bases de un cómodo sistema de monitorización de la salud muscular; los resultados correspondientes se han publicado en el volumen 14 de la revista ‘Frontiers in Physiology’.
La BIA consiste en enviar una corriente eléctrica segura a través del cuerpo y medir la impedancia, caracterizada por la resistencia y la reactancia, donde las mayores concentraciones de agua y electrolitos conducen a una menor resistencia y las membranas celulares sanas muestran una mayor reactancia; estos componentes se representan como ángulos de fase calculados como una relación entre la reactancia y la resistencia, donde los ángulos mayores indican un mayor contenido muscular.
Para explorar si el ángulo de fase puede servir como indicador de otros factores neuromusculares, los investigadores examinaron su relación con las propiedades neuromusculares de la pierna, incluida la capacidad de generación rápida de fuerza, las propiedades contráctiles intrínsecas y la actividad neuromuscular general en los flexores plantares de 60 participantes de entre 21 y 83 años.
Los flexores plantares son un grupo de músculos situados en la región de la pantorrilla y son esenciales para caminar, correr, saltar y mantener el equilibrio. “Nuestro objetivo era aclarar la relación entre el ángulo de fase obtenido de la pierna mediante BIA y la fuerza muscular voluntaria, las propiedades contráctiles y la actividad neuromuscular”, ha explicado el profesor adjunto de la Universidad de Tsukuba, Kosuke Hirata.
La fuerza muscular es la fuerza máxima que los músculos pueden generar durante una contracción voluntaria, mientras que la contractilidad de contracción se refiere a cómo responde un músculo a un estímulo eléctrico. Estas mediciones representan la capacidad de un músculo para contraerse, generar fuerza y contribuir al movimiento. Los resultados revelaron que el ángulo de fase de la pierna podía estimar las propiedades contráctiles del músculo. Los individuos con ángulos de fase mayores tenían una mejor función muscular y generaban más fuerza. Sin embargo, los investigadores no observaron ninguna relación entre el ángulo de fase y la actividad neuromuscular.
Estos resultados indican que el ángulo de fase puede ser una herramienta valiosa para estimar la salud muscular de los individuos; un sistema de este tipo podría encontrar aplicación en las básculas de pesas para una evaluación física rápida y sencilla.
“Dado que el ángulo de fase puede medirse incluso con un analizador de impedancia de uso doméstico, como las básculas con analizador de composición corporal, el ángulo de fase puede ser la forma de controlar la salud muscular de forma fácil y rápida. Si es posible, la medición del ángulo de fase a nivel de segmento puede realizarse incluso con un analizador de impedancia de uso doméstico”, ha asegurado el profesor Ryota Akagi, del Instituto Tecnológico Shibaura.
A medida que la población envejece y enfermedades como la sarcopenia, que implica pérdida de masa muscular, se hacen más frecuentes, el conocimiento de la salud muscular ayudará a las personas a tomar medidas proactivas y permitirá a los países elaborar políticas que den prioridad a la salud muscular de la población de edad avanzada.
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