MADRID, 31 (SERVIMEDIA)
Un equipo de paleontólogos del grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza ha descubierto en la comarca oscense de La Ribagorza una nueva especie de huevo -el más grueso de los registrados a nivel mundial hasta la fecha- de los cocodrilos que convivieron con los últimos dinosaurios que habitaron el Pirineo aragonés en el Cretácico Superior.
La revista ‘Historical Biology’ ha publicado recientemente esta investigación, en la que han colaborado científicos de la Universidad Nova de Lisboa y del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (Iphes), a partir de la recuperación de más de 300 fragmentos de cáscara de huevo encontrados cerca de los municipios de Beranuy, Serraduy y Arén.
Estos fragmentos formaban parte de huevos puestos por cocodrilos que convivieron con los últimos dinosaurios que habitaron la zona al final del Cretácico y que aparecieron en las rocas sedimentarias de la Formación Tremp.
Las dataciones más recientes de estos afloramientos sitúan estas rocas dentro de los últimos 250.000 años del Cretácico, muy próximas en el tiempo al límite de éste con el Paleógeno, cuando se produjo el impacto del meteorito que provocó la extinción de los dinosaurios.
La nueva especie de cáscara ha recibido el nombre de ‘Pachykrokolithus excavatum’, en referencia a su inusual grosor (0,8 milímetros de media) y a su superficie exterior altamente ornamentada, con una combinación de protuberancias y depresiones, que le confieren un aspecto excavado.
Las cáscaras encontradas se han comparado con otras de huevo de cocodrilo, tanto actuales como de fósiles de otras zonas del mundo, constatándose que aquéllas son las de mayor grosor existente en el registro fósil.
También se han comparado con cáscaras de dinosaurios hadrosaurios que habitaron la zona, para evitar que en el futuro puedan confundirse, dada su semejanza.
En la comarca de La Ribagorza ya habían aparecido restos de cocodrilos de esta época, como el ‘Arenysuchus gascabadiolorum’ o el ‘Agaresuchus subjuniperus’. A pesar de ello, no se disponía de tanta información sobre los huevos que ponían, lo que permitirá avanzar en el estudio de la extinción del final del Cretácico y de los fósiles de los animales que la sufrieron.
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