MADRID, 23 (EUROPA PRESS)
En sólo un año, de 2021 a 2022, se duplicó el número de enfermeras formadas en España que fueron a trabajar a otro país, pasando de 572 a 1.100, especialmente a Noruega, Reino Unido e Irlanda, según ha avisado el Consejo General de Enfermería, que ha comentado que esto se debe a la precariedad laboral y la temporalidad.
“La situación no es nueva. Llevamos más de 25 años sufriendo las consecuencias de la elevada temporalidad. En 2020, el número de enfermeras españolas trabajando fuera de España superaba las 5.400 y desde entonces la cifra no ha dejado de crecer. Invertimos en formar profesionales altamente cualificados que se acaban yendo a otros países en busca de mejores condiciones”, ha dicho el presidente de la organización, Florentino Pérez Raya.
La temporalidad, sostiene, “no está justificada en ningún caso” y es que, de hecho, otro de los “grandes problemas” del sistema sanitario es la falta de profesionales. Y es que, mientras en Europa la ratio es de 8,6 por cada 1.000 habitantes, en España es de apenas 6,1. “Ocupamos los puestos de cola con respecto a otros países de nuestro entorno. Por tanto, lejos de sobrar profesionales, faltan. Esto conlleva una sobrecarga laboral que perjudica a las enfermeras, pero también, no lo olvidemos, a los pacientes”, ha enfatizado.
Además, según Pérez Raya, las ofertas públicas de empleo son “escasas” en cuanto al número de plazas y se resuelven a muy largo plazo. Actualmente, por ejemplo, se están incorporando los profesionales que obtuvieron su plaza en 2019, es decir, “cuatro años más tarde”.
“La temporalidad afecta no sólo a quienes tienen este tipo de contratos sino también al resto de profesionales y pone en riesgo la propia seguridad del paciente. De un lado, las enfermeras que viven enlazando contratos, muchas veces de días e incluso horas, ven cómo su vida personal se ve afectada y les resulta casi imposible conciliar. Renunciar a un contrato, que a veces se ofrece de un día para otro, supone una penalización que les lleva directamente al último puesto de la bolsa de empleo. No importa que exista una justificación para ello y la penalización tiene lugar también si el empleador no consigue contactar telefónicamente con la enfermera”, ha dicho el organismo.
Muchos de estos trabajadores temporales, recalca, ven cómo pasan de una unidad a otra sin importar si tienen o no la experiencia requerida y sin que cuenten con la figura de un tutor que les acompañe. “Esto genera estrés, inseguridad y ansiedad.
“La norma dice que en determinados servicios el personal de nueva incorporación tiene que estar tutorizado, por ejemplo, en neonatología crítica, donde hablamos de pacientes muy vulnerables. La realidad es que esto no se está haciendo, no hay tales tutores. ¿De quién es entonces la responsabilidad cuando sucede algún problema que, desgraciadamente, puede comprometer la vida del paciente. De la enfermera no. La culpa es del sistema”, ha comentado Pérez Raya.
Por otro lado, ha denunciado que la situación está afectando claramente a la salud mental de las enfermeras. Como ha reflejado la encuesta realizada por el Consejo General de Enfermería a 20.000 enfermeras tras la pandemia, el 80 por ciento se encuentra en una situación de estrés mantenido, el 75 por ciento padece ansiedad y el 33 por ciento depresión. “No es de extrañar que muchos profesionales se estén planteando irse o directamente abandonar la profesión para dedicarse a otra cosa”, ha zanjado Pérez Raya.
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