MADRID, 11 (SERVIMEDIA)
Los psicólogos sociales Icek Ajzen (Universidad de Massachusetts Amherst), Dolores Albarracín (Universidad de Pennsylvania), Mahzarin Banaji (Universidad de Harvard), Anthony Greenwald (Universidad de Washington) y Richard Petty (Universidad Estatal de Ohio) son los ganadores del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ciencias Sociales en su XVII edición por haber “revolucionado la forma de entender y medir las actitudes” influyendo sobre “la psicología, la sociología, las ciencias políticas, la educación, la salud, la economía y otras áreas”.
Así lo anunció este martes dicha fundación en un comunicado en el que precisó que el jurado les reconoce por haber contribuido “significativamente” a “comprender y predecir” el comportamiento humano a través de las actitudes, “iluminar” los procesos de persuasión y ofrecer explicaciones “corroboradas empíricamente” de cómo cambiar las actitudes; un trabajo que abarca “más de cinco décadas” y que “influye” en la investigación que se hace actualmente en el campo.
El acta de concesión del premio destaca que estos investigadores vienen ejerciendo un “claro liderazgo” en un área “central” de la psicología social, como la teoría y aplicaciones de las actitudes, y que los resultados de sus investigaciones pueden ayudar a los responsables políticos y otros agentes sociales “a prevenir fenómenos sociales negativos como la polarización, los prejuicios étnicos y los estereotipos infundados”.
Tras puntualizar que la Teoría de las Actitudes tiene “influencia sobre una gran cantidad” de áreas de las Ciencias Sociales, precisamente por esa relación entre actitud y comportamiento, la fundación subrayó que Icek Ajzen, catedrático emérito de Psicología y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Massachusetts Amherst, desarrolló, junto al fallecido Martin Fishbein, la relación entre ambos conceptos en uno de los modelos de “mayor impacto” en el campo de la psicología social para explicar y predecir el comportamiento humano, como es la Teoría del Comportamiento Planificado.
En palabras del jurado, esta teoría “explica cómo influyen en el comportamiento las actitudes, la presión social percibida y la dificultad de realizar el comportamiento”, y la fundación agregó que la misma postula que el comportamiento de una persona se basa en su intención, fundamentada a su vez en la actitud hacia el comportamiento en cuestión, las normas subjetivas y el control percibido del comportamiento o la autoeficacia.
COMPORTAMIENTO
Según Ajzen, en su modelo, “las actitudes constituyen uno de los componentes fundamentales que determinan el comportamiento, junto con la influencia social y los medios con los que cuenta el individuo para llevarlo a cabo. El peso de cada factor depende del tipo de comportamiento y el contexto en el que se realiza”.
En cuanto al Modelo de la Probabilidad de Elaboración (MPE), elaborado por Richard Petty junto al fallecido John Cacioppo, el catedrático reconocido explicó que “uno de los aspectos más singulares de este modelo es que propone que una misma variable –ya sea cómo de agradable te parece la fuente o cuántos argumentos presenta– puede conducir a una mayor o menor influencia en el sujeto dependiendo de la situación, de si el receptor está motivado y de si es capaz de pensar en lo que la fuente está expresando o no. Es importante saber si se va a pensar mucho o poco en algo para determinar cómo influye una variable en la actitud”.
“Hemos descubierto que el hecho de reflexionar profundamente sobre la información que se recibe, en lugar de simplemente confiar en cuánto gusta o cuántos argumentos aporta la fuente, hace que el cambio que se produce dure más y que sea más probable que afecte al comportamiento”, agregó, convencido de que “los mismos factores que llevan a los individuos a adoptar una opinión moderada pueden llevarlos a adoptar opiniones más extremas”.
Por último, indicó que “ser juzgado por otros, especialmente si se cree que esos otros te están menospreciando, supone una amenaza para el punto de vista del individuo. Para compensarlo, se podría adoptar una postura aún más extrema o incluso favorecer un comportamiento más extremo”.
CAMBIAR ACTITUDES
Por su parte, según el jurado, la investigación de Dolores Albarracín, titular de la cátedra Alexandra Heyman Nash en la Universidad de Pensilvania, “ha aumentado nuestra comprensión de cómo pueden cambiarse las actitudes, sobre todo con respecto a los mensajes persuasivos”.
Según Albarracín, “la Teoría de las Actitudes nos puede ayudar a predecir qué tipo de desinformación es prioritario atajar. Por ejemplo, tener la creencia de que la Tierra es plana no tiene un impacto directo sobre una conducta, mientas que considerar que las vacunas son dañinas provoca que alguien no se vacune con el consiguiente daño a su salud y a la salud pública. Lo que nos dice la evidencia es que, ya que no podemos atacar toda la desinformación, lo más eficaz es intervenir en aquella que tiene un impacto directo y negativo”.
Gran parte de la investigación de Albarracín ha tenido implicaciones en el área de la salud y su trabajo experimental ha sido “clave”, según el jurado, para definir estrategias de salud pública para evitar los comportamientos de riesgo y contar con la influencia del entorno.
Según el acta del jurado, además, los profesores Anthony Greenwald y Mahzarin Banaji desarrollaron el Test de Asociación Implícita (IAT, por sus siglas en inglés), “que permite medir con fiabilidad el sesgo implícito y sus efectos en la toma de decisiones”.
IAT
El IAT permite medir y comprender mejor ciertas actitudes difícilmente medibles en técnicas de autodiagnóstico, debido a la falta de conciencia del sujeto o a la existencia de prejuicios de aceptación social, como los de tipo racista o sexista y el método ha servido de punto de partida para numerosas aplicaciones en psicología clínica, educación, marketing y gestión de la diversidad, y se ha utilizado para la recopilación de datos en más de 2.000 artículos.
Por último, la profesora Banaji, titular de la cátedra Richard Clarke Cabot de Ética Social en el Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard, centra su investigación en las diferencias entre las expresiones conscientes de valores, actitudes y creencias, y las representaciones menos conscientes de los contenidos mentales. “En mi trabajo, me he esforzado por comprender la huella invisible, pero muy presente, de la cultura en nuestro cerebro”, resumió.
Además de obtener un volumen de datos nunca visto sobre los sesgos implícitos que afectan a todos los sectores de la sociedad en numerosos ámbitos, ha corroborado estos resultados con técnicas de neuroimagen, observando que la reacción de la amígdala —un área del cerebro que responde a lo nuevo o lo raro— ante caras de raza negra frente a blanca es “tanto mayor cuanto mayor es el sesgo racial revelado por el IAT”.
Además, ha demostrado que estos sesgos, aunque no son innatos, se aprenden a edades muy tempranas, ya que, según ella, “los niños de seis años y los adultos muestran los mismos niveles de sesgos implícitos”.
En sus trabajos más recientes, ha analizado la presencia de estos sesgos en los textos que se publican en internet así como los sesgos de los modelos de inteligencia artificial generativa basados en el lenguaje como Chat-GPT y actualmente está centrada en aplicar la ciencia de la cognición social para mejorar las decisiones individuales y las políticas organizacionales.
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