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Cada año llegan dos mil millones de toneladas de polvo a la atmósfera

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MADRID, 12 (SERVIMEDIA)

La atmósfera recibe cada año alrededor de 2.000 millones de toneladas de polvo en suspensión, un proceso que oscurece cielos y daña la calidad del aire en regiones que pueden estar a miles de kilómetros de distancia y mayormente se debe a causas naturales, aunque también puede surgir por factores inducidos por los seres humanos, como el cambio climático, la gestión insostenible de la tierra y el uso del agua.

La ONU celebra este viernes la segunda edición del Día Internacional de la Lucha contra las Tormentas de Arena y Polvo tras una resolución aprobada por su Asamblea General el 8 de junio de 2022, que fija esta conmemoración el 12 de julio de todos los años.

Naciones Unidas apunta, en un mensaje recogido por Servimedia, que al menos un 25% de las emisiones mundiales de polvo proceden de la actividad humana y, en algunas zonas, el polvo del desierto se ha duplicado en el siglo XX. Los efectos de este fenómeno son difíciles de controlar, ya que la intervención humana en una parte del mundo puede provocar tormentas de arena y polvo en otra región.

Las tormentas de arena y polvo ocurren principalmente en regiones áridas y desérticas, pero pueden recorrer largas distancias y afectar a regiones mucho más alejadas. Incluso los elementos más pequeños pueden tener efectos sustanciales en el funcionamiento de los ecosistemas y en el sistema terrestre en general.

Las partículas de polvo que hacen circular las tormentas de arena y polvo aportan nutrientes a los ecosistemas marinos, pero también pueden provocar la pérdida de corales y la aparición de huracanes. Pueden causar enfermedades respiratorias, trastornos cardíacos e irritación de los ojos y la piel, así como propagar otras enfermedades, como la meningitis. Además, pueden afectar a la aviación y al transporte terrestre.

Igualmente, las prácticas agrícolas y la productividad pueden verse afectadas por las tormentas de arena y polvo, que también tienen capacidad de contribuir a los procesos de desertificación. Las prácticas sostenibles de gestión del agua y la tierra pueden reducir el impacto de las tormentas de arena y polvo.

POR ENCIMA DE LA MEDIA

Por otro lado, las concentraciones de polvo en las zonas afectadas por esas tormentas superaron el año pasado la media a largo plazo, pero fueron ligeramente inferiores a las de 2022.

Así se desprende del último informe anual de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) -agencia de la ONU especializada en el tiempo, el clima y el agua- sobre la incidencia de las tormentas de arena y polvo, así como sus repercusiones en la sociedad.

La octava edición anual del boletín ‘Polvo en suspensión’, de la OMM, indica que la tormenta más severa azotó Mongolia en marzo de 2023 y afectó a más de cuatro millones de kilómetros cuadrados, incluidas 20 provincias de China.

“Tenemos que estar atentos ante la continua degradación del medio ambiente y el cambio climático actual y futuro. La evidencia científica muestra que las actividades humanas están teniendo un impacto en las tormentas de arena y polvo. Por ejemplo, las temperaturas más altas, la sequía y la mayor evaporación conducen a una menor humedad del suelo. Esto, combinado con una mala gestión de la tierra, es propicio para que se produzcan más tormentas de arena y polvo”, según Celeste Paulo, secretaria general de la OMM.

No todo son malas noticias. El transporte a larga distancia de arena y polvo a través de los océanos es también una valiosa fuente de nutrientes e importante para la ordenación internacional de la pesca.

PROMEDIO MUNDIAL

El promedio mundial de concentraciones medias anuales de polvo superficial en 2023 fue ligeramente inferior al de 2022 debido a la reducción de las emisiones de polvo de varias regiones activas, como el norte de África, la Península Arábiga, la meseta iraní, el norte de la India, el centro de Australia y el noroeste de China.

Pero las concentraciones medias anuales de polvo en la superficie de Asia Central occidental, el centro y norte de China y el sur de Mongolia fueron más altas el año pasado que las de 2022.

En 2023, el transporte transatlántico de polvo africano invadió partes de la región del mar Caribe y los aerosoles de polvo de Asia oriental procedentes del desierto de Gobi también siguieron llegando a los mares de Bohai y Amarillo.

En las zonas más afectadas, la concentración media anual de polvo superficial durante el año pasado fue superior a la media climatológica. Los puntos críticos incluyeron América del Sur y partes del norte y centro de África.


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