MADRID, 30 (EUROPA PRESS)
Cerca del 5 por ciento de los accidentes en la carretera en España está relacionado con la medicación, ya que algunas de las alteraciones asociadas a fármacos de gran consumo como las benzodiacepinas, antihistamínicos, antigripales o analgésicos son somnolencia, disminución de los reflejos, visión borrosa, fatiga o mareos.
Este dato está recogido por la Dirección General de Tráfico en el Documento de consenso Fármacos y conducción, elaborado por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), la Sociedad Española de Medicina de Tráfico (SEMT) y la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC).
Ante la primera Operación Salida del verano, los farmacéuticos madrileños, que se hacen eco de este informe, se ponen a disposición de los ciudadanos para informar sobre los potenciales riesgos asociados a los fármacos al de ponerse al volante y ofrecer pautas y recomendaciones que permitan evitar accidentes de tráfico.
“Informar sobre los efectos de los fármacos en la capacidad de conducción y seguir las recomendaciones puede salvar vidas; los farmacéuticos estamos comprometidos con la salud de los pacientes y podemos ser también guardianes de la seguridad vial, haciendo hincapié sobre un problema importante y desconocido por muchos, que requiere la implicación tanto de los pacientes como de los profesionales sanitarios”, advierte María del Carmen Magro, vocal del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid.
Entre los medicamentos prescritos con más frecuencia que pueden afectar a la capacidad de conducción destacan los que actúan sobre el sistema nervioso central, como las benzodiacepinas (lorazepam, bromazepam o diazepam). Pueden producir sedación y disminución de los reflejos, entre otras alteraciones.
La conducción bajo los efectos de los antihistamínicos de primera generación para tratar la alergia (sobre todo, al inicio del tratamiento) también está desaconsejada, ya que provocan somnolencia, visión borrosa, alteraciones visuales y alucinaciones.
Por otro lado, antidepresivos, antiepilépticos, neurolépticos, analgésicos opiáceos o antimigrañosos son fármacos que están relacionados con efectos adversos como la fatiga, vértigos, somnolencia, letargo, visión borrosa, euforia, mareos, debilidad y otras alteraciones que los pacientes deben conocer.
Otros medicamentos de gran uso como el ácido acetilsalicílico, el ibuprofeno, el omeprazol, la metformina o antigripales con clorfenamina también pueden provocar reacciones indirectas que entrañan un grave riesgo para la conducción.
Además, existen, además, patologías que pueden interferir en la capacidad de conducir, como la demencia, el Parkinson, la epilepsia, los trastornos psiquiátricos, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y la apnea del sueño.
RECOMENDACIONES SI CONSUME ALGUNO DE ESTOS FÁRMACOS
Para evitar accidentes es importante seguir los siguientes consejos si se toma alguno de estos medicamentos, en especial, si se trata de un conductor profesional. Los farmacéuticos recomiendan utilizar los medicamentos siempre bajo la supervisión del médico o el farmacéutico; no automedicarse; y no conducir durante los primeros días de un tratamiento o cambio en la dosis, ya que se desconoce cómo reaccionará nuestro organismo.
Antes de iniciar el tratamiento, leer el apartado del prospecto sobre conducción y manejo de máquinas y consulte al farmacéutico; tomar la medicación a la dosis y horario que le haya indicado el profesional sanitario; y comunicar al profesional sanitario que va a conducir mientras se está tomando el medicamento, de forma que el médico prescriba y el farmacéutico dispense el medicamento más adecuado en función de las características del paciente.
Además, no hay que mezclar alcohol y medicamentos, ya que se pueden incrementar los efectos (menos reflejos, mayor sedación, somnolencias, etcétera), incluso con un consumo mínimo. Y prestar especial atención si toma varios medicamentos a la vez, ya que es mayor la probabilidad de experimentar efectos adversos y/ o interacciones.
Hay que extremar la precaución si es una persona mayor polimedicada; y si padece determinadas enfermedades no controladas, como trastornos de la personalidad, arritmias, enfermedad cardiovascular, enfermedad respiratoria, epilepsia, diabetes o apnea del sueño evite conducir en la medida de lo posible. Una vez estabilizada la situación, será el médico quien determine si puede o no conducir.
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