Trabajadores de la ONG reflexionan sobre la situación de las personas refugiadas y desplazadas sobre todo “cuando el mundo ya no esté mirando”
MADRID, 24 (EUROPA PRESS)
Alianza por la Solidaridad-ActionAid continúa ofreciendo asistencia humanitaria a personas refugiadas, así como a personas desplazadas o vulnerables dentro de Ucrania, seis meses después de que comenzara la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Hasta el momento ha apoyado a más de 600.000 personas en Polonia, Rumanía, Moldavia y Ucrania gracias al trabajo conjunto con 40 organizaciones locales.
La respuesta de la ONG se ha focalizado en mujeres y sus familias, así como en jóvenes y personas más vulnerables con discapacidad o pertenecientes a la comunidad LGTBIQ+. Algunas de las acciones han incluido el apoyo en efectivo para cubrir necesidades básicas como alojamiento o comida, asistencia legal y psicosocial o medidas de prevención de la violencia contra mujeres y niñas, incluyendo detección del riesgo de trata de personas.
Cinco de sus trabajadores reflexionan sobre la situación de las personas refugiadas y desplazadas tras medio año de invasión rusa de Ucrania. Así, Triona Pender, quien ha estado en Polonia y Ucrania para ayudar a organizaciones locales, lamenta las diferencias que existen en la acogida de personas refugiadas y desplazadas por la guerra de Ucrania, especialmente entre las personas procedentes de países no Shengen.
“Inicialmente, la respuesta fue muy buena, Sin embargo, no tanto para las personas refugiadas de países no Schengen. Aquellas que no tenían la nacionalidad ucraniana fueron tratadas de manera muy diferente, a pesar de que tienen el mismo derecho de acceso y protección bajo la ley”, añade.
“Los desafíos actuales, aunque están en constante evolución, giran en torno a la integración en la sociedad para aquellas personas que quieren quedarse; desafíos específicos para la protección de los derechos de las mujeres, como la salud y los derechos sexuales y reproductivos; encontrar empleo, especialmente para inmigrantes de terceros países, por ejemplo de África, o el acceso a la educación, incluyendo la decisión de continuar en el sistema ucraniano en línea o unirse al sistema educativo del país de acogida. Asímismo, la llegada del invierno, la búsqueda de un alojamiento adecuado y suministros, y la deriva del conflicto puede llevar a que más personas salgan de Ucrania”, alerta.
Atria Mier ha estado trabajando en Moldavia, Rumania y Ucrania entre abril y agosto. “A pesar de la buena respuesta inicial, el racismo es un sentimiento generalizado y de alto riesgo en todos los países afectados. La población romaní y los ucranianos no blancos son los más afectados. El sector humanitario no es una excepción y los servicios no son todo lo inclusivos que deberían ser, lo que a menudo coloca a los ucranianos romaníes y no blancos en una posición marginada y difícil”, detalla.
“El hecho de que la mayoría de los solicitantes de asilo sean mujeres y niños también significa un alto riesgo de explotación y abuso sexual. Es probable que a mediano plazo comiencen a surgir más casos de violencia sexual (nunca es inmediato porque las mujeres tienden a poner las necesidades de sus familias e hijos por encima de las suyas). Los sobrevivientes necesitarán todo tipo de apoyo: psicosocial, asistencia legal, servicios de salud, refugio y transferencias de efectivo u oportunidades de tener ingresos”, indica.
Por su parte, Matey Nikolov ha estado actuando como asesor itinerante de liderazgo juvenil en Rumania y Polonia desde finales de marzo, trabajando con socios para brindar apoyo y oportunidades a los jóvenes. “Los jóvenes suelen estar al frente de la respuesta humanitaria a los desastres naturales, la agitación política y los conflictos armados. El conflicto en Ucrania es otro horrible ejemplo de un evento que ha causado un impacto devastador en la vida de las personas, pero que motivó a los jóvenes a ayudar a los demás”, subraya.
“Sin embargo, existe cada vez más el riesgo de un sentimiento anti-refugiado. Por ejemplo, en Rumanía, a nosotros y a nuestras socias nos ha costado mucho involucrar a las comunidades de acogida en actividades con las personas refugiados. Eso en sí mismo muestra las nociones tribales de “nosotros” y “ellos” y, con el tiempo, se está volviendo cada vez más difícil salvar esa división. Hay una gran necesidad de iniciativas de cohesión social que, lamentablemente, se pasan por alto debido a las inmensas necesidades inmediatas de los refugiados y desplazados internos”, afirma.
Por su parte, Kiki Hansen ha estado viajando entre Rumania, Moldavia, Polonia y Ucrania desde el principio de la emergencia. “La respuesta inicial fue abrumadora y la comunidad local dio un paso al frente en todos los países. Una imagen que se me quedó grabada fue la de un grupo de señoras mayores en Moldavia en la frontera con Ucrania, de pie cocinando sopa con las verduras que habían estado guardando durante todo el invierno para servirla a las personas que llegaban a la frontera. Algunas de estas personas llegaban en autos más grandes o con más equipaje del que probablemente tenían estas mujeres moldavas, pero mostraron mucha calidez y solidaridad”, rememora.
“Me preocupa el sentimiento contra los refugiados. En Moldavia y Rumanía ya tenemos informes al respecto. Al mismo tiempo, también me preocupa el acceso seguro a las personas más vulnerables en el este y el sur de Ucrania. Con la llegada del invierno, me temo que veremos que esto se complica aún más dadas las condiciones climáticas. Es probable que esto también limite la respuesta humanitaria en el resto del país, ya que las carreteras se vuelven más difíciles de transitar. Al mismo tiempo, limitará a los desplazados internos en los movimientos para buscar áreas más seguras”, vaticina.
Renée Wolforth ha estado trabajando con las organizaciones locales para evaluar los riesgos de protección para las personas refugiadas en Rumania, Moldavia y Polonia desde abril. “A corto plazo, los aspectos de cohesión social serán vitales para garantizar que el resentimiento no aumente cuando los países vecinos vean gastar dinero en los refugiados ucranianos o perciban que se les brinda más o mejor apoyo”, agrega.
“Esta crisis ha recibido más dinero, más atención de los medios y más simpatía que cualquier otra en la memoria reciente. Sin embargo, el público, los medios de comunicación y los gobiernos siguen siendo volubles. Incluso solo seis meses después, la solidaridad, el voluntariado y los pensamientos y oraciones por Ucrania han desaparecido en gran medida, al igual que tantas otras crisis en curso. Cuando las crisis desaparecen de los titulares, es exactamente cuando las cosas empeoran para las poblaciones afectadas por conflictos, ya que el mundo ya no está mirando”, denuncia.
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