MADRID, 24 (EUROPA PRESS)
La neuralgia posherpética es una dolorosa complicación derivada del herpes zóster, un trastorno causado por la reactivación del virus de la varicela, que permanece latente en los nervios tras la infección en la infancia. El jefe de la Unidad del Dolor del Hospital Quirónsalud Bizkaia, el doctor Fernando Torre Mollinedo, explica que “una vez que la erupción del herpes zóster ha sanado, incluso cuando las vesículas se hayan curado y desaparecido, el paciente continúa con dolor y otros síntomas que afectan a su calidad de vida”.
La neuralgia posherpética presenta varios síntomas característicos que pueden variar en intensidad y duración. “El síntoma principal es un dolor constante y severo en la región donde se tuvo la erupción del herpes zóster. Este dolor puede ser ardiente, punzante o lancinante, similar a una sensación de quemazón o dolor eléctrico”, señala el especialista de la Unidad del Dolor. Además, hay otras características como son la hipersensibilidad, el hormigueo, entumecimiento, los calambres o espasmos musculares, sensación de opresión y alteraciones de la temperatura.
El tratamiento de la neuralgia posherpética en fases iniciales incluye fármacos neuromoduladores, anticonvulsivantes, analgésicos y corticoides. En casos refractarios, se utilizan técnicas avanzadas en las unidades del dolor, como bloqueos nerviosos, radiofrecuencia y la iontoforesis, personalizando el tratamiento para cada paciente.
“Los bloqueos son diagnósticos y terapéuticos, diagnósticos porque nos permiten conocer el punto diana del dolor y terapéuticos porque alivian el dolor del paciente”, señala Torre Mollinedo. Si la mejora es temporal, se pueden realizar sesiones repetitivas u optar por radiofrecuencia para interrumpir la transmisión del dolor sin afectar el sentido del tacto y la sensibilidad.
El éxito del tratamiento es mayor cuanto antes llegue el paciente a la unidad del dolor. “Recomendamos a los pacientes que hayan tenido herpes y pasado un mes continúen con dolor que acudan a consultar porque con los bloqueos conseguimos disminuir el dolor, la inflamación y prevenir la lesión, o acotar la fibrosis para que no vaya a más”, comenta Torre Mollinedo.
Generalmente, si el paciente llega a la unidad entre el primer y tercer mes, se suele conseguir un alivio del 80-90 por ciento. “Si pasan 6 meses sin acudir a un especialista y continúan con dolor, la mejora se reduce al 50 por ciento y a partir de un año las opciones terapéuticas son más complejas”, finaliza el experto.
- Te recomendamos -