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A los 35 años, la calidad de los ovocitos disminuye de forma significativa, advierte un experto

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MADRID, 27 (EUROPA PRESS)

El doctor Luis Rodríguez Tabernero, director médico de Clínicas VIDA y presidente de SEISEGO, ha advertido de que, a los 35 años, la calidad de los ovocitos en una mujer “comienza a descender de manera significativa, haciendo más complejo el proceso de embarazo”.

De hecho, ha asegurado que, cada diez años, ha aumentado en un año la edad media en que se tiene el primer hijo, de tal manera que España es el país con mayor porcentaje de madres de más de 40 años en la UE.

Con todo, ha destacado que, en España, ya se está hablando de la notabilidad de la natalidad, que ha pasado de ser un tema que no interesaba a ser un tema que está “bastante candente”, tanto a nivel político como en la sociedad, porque “la situación ha llegado a un límite en el cual habría que tomar medidas”.

La edad es un factor que influye en la natalidad del país, pues son muchas las mujeres que deciden emprender su maternidad a partir de los 35, o incluso 40 años, cuando encuentran estabilidad en su vida como para comenzar este proyecto.

“AUMENTA LA ESPERANZA DE VIDA, PERO NO LA VIDA REPRODUCTIVA DE LAS MUJERES”

“Este retraso de la maternidad tiene un efecto sobre cómo la gente concibe sus propias trayectorias; muchas veces cuando somos jóvenes no estamos en contacto con parejas que quieren tener hijos. Los jóvenes ven muy lejos esa maternidad, también porque, gracias al aumento de la esperanza de vida, ven muy lejos el final de esta. Hace falta concienciación para que se entienda que por mucho que aumente la esperanza de vida, no aumenta la vida reproductiva de las mujeres ni su reserva ovárica”, cuenta María Miyar, directora de Estudios Sociales del think tank Funcas.

“En este plano la educación desde pequeños, desde el colegio, es vital”, ha dicho. Así, ha opinado que “no es de extrañar” que el concepto de maternidad haya evolucionado en los últimos años porque “ya no está ligada a factores que antes sí existían, como, por ejemplo, la necesidad de una pareja”.

“Tenemos que separar la sexualidad de la maternidad”, apunta María Guruceta, de la Asociación Madres Solteras por Elección. “Hay que normalizar lo que ya está pasando: no todos los hijos nacen fruto de un acto sexual; puede ser de una madre que decide emprender su maternidad sola”, agrega.

En este marco, recuerda que la medicina reproductiva tiene un papel relevante para ayudar a estas madres solas por elección. Lo mismo ocurre con aquellas diagnosticadas de infertilidad, “una enfermedad que, aunque aún obviada por muchos, está reconocida por la Organización Mundial de la Salud y requiere de un abordaje multidisciplinar”.

“La medicina reproductiva que tenemos en España es maravillosa, una de las mejores, y además avanza a una velocidad gigante, pero la realidad es que una no entra en una clínica de reproducción asistida y sale embarazada. Hay un camino, un camino en el que hay mucha incertidumbre acerca de si finalmente se va a conseguir ser mamá”, explica Helena Fernández, presidenta de la Red Nacional de Infértiles.

EL IMPACTO QUE TIENEN LA NUTRICIÓN Y EL BIENESTAR EMOCIONAL

En este proyecto hacia la maternidad, existen factores capaces de influir de manera directa en la fertilidad de las mujeres. Verónica de la Fuente, nutricionista de Clínicas VIDA, ha lamentado que “la nutrición queda de lado cuando se habla de fertilidad”.

“La nutrición algunas veces queda de lado cuando hablamos de fertilidad, pero es igual de importante. En cualquier proceso de fertilidad hay que hacer una valoración de estado nutricional para detectar si hay alguna carencia; igualmente hay que valorar a nivel cualitativo la dieta: cómo es la dieta que estamos llevando y especialmente si cubre las necesidades que se buscan en una situación de búsqueda de embarazo”, explica Verónica de la Fuente.

En el contexto de esta búsqueda, existe un test de adherencia de fertilidad basado en una serie de preguntas relacionadas con la dieta del día a día para saber si esta cubre las necesidades básicas que favorecen la capacidad de reproducción. Por otro lado, la salud mental también tiene un impacto importante en la fertilidad, y su cuidado es crucial tanto en los posibles diagnósticos como en un proceso de reproducción asistida.

Someterse a un tratamiento de fertilidad no siempre es fácil, y los pacientes pueden experimentar estrés y ansiedad cuando deciden comenzar uno: durante la preparación del tratamiento, con la toma de la medicación, y finalmente durante la espera –periodo de tiempo que pasa desde que termina el tratamiento de reproducción asistida hasta que se puede hacer la prueba de embarazo– y el resultado.

“El 90 por ciento de las cosas que tememos no llegan a pasar, pero nuestro cuerpo reacciona de la misma forma que si estuviera pasando; estamos predispuestos para la supervivencia y en momentos de ansiedad nuestro cerebro no distingue lo real de lo imaginario”, explica Mar Tirado, coordinadora de la Unidad de Apoyo Emocional de Clínicas VIDA, sobre el estrés y la incertidumbre en un proceso de fertilidad. “Solo un 5 por ciento de las mujeres recurren a apoyo emocional cuando la realidad es que un total del 55 por ciento presenta sintomatología ansiosa”, ha señalado.

Una de las técnicas utilizada para la gestión de este estrés es el conocido mindfulness. Esta práctica ayuda a mantener la calma y reducir la ansiedad que pueda surgir en relación con la fertilidad y sus procesos.


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