MADRID, 03 (SERVIMEDIA)
El juicio por el beso no consentido del expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) Luis Rubiales a la jugadora Jenni Hermoso en la celebración del Mundial de Australia arrancó este lunes en la Audiencia Nacional. Patricia Pérez, exjefa de prensa de la selección femenina, declaró como testigo y denunció la “encerrona” de Rubiales, que trató de imponerle una declaración para la investigación interna del asunto en la que preguntas y respuestas estaban ya redactadas.
Pablo García Cuervo, jefe de prensa de la Federación, se puso en contacto con Pérez para advertirle que debía estar disponible pese a iniciar sus vacaciones. Ella, explicó, le llamó “con enfado y le dije que llevaba 65 días fuera de mi casa, que tenía una hija y que me iba a ir de vacaciones”. Pero al día siguiente la citaron en el departamento de Integridad de la RFEF. La jefa de prensa de la selección advirtió que ella no había participado en la redacción del comunicado que exculpaba a Rubiales y acudió a la sede de la Federación.
Fue el ‘número dos’ de comunicación, Enrique Yunta, quien le dijo que “para agilizar los tiempos me va enviar las preguntas y las respuestas que yo tengo que dar para que cuando vaya a la Federación sólo tenga que firmar y pueda dar comienzo a mis vacaciones”. Sin embargo, no estando de acuerdo con varias respuestas, las cambió antes de devolver el cuestionario.
Una vez en la Federación le dijeron que se dirigiera a la tercera planta, al despacho del presidente y le anunciaron que le pediría que llamara a Hermoso y a Alexia Putellas haciendo valer su buena relación con ellas. A lo que Pérez anunció que “no iba a llamar a nadie”.
“Desde el momento que entré pensé que era una encerrona”, continuó relatando. “Me llamó la atención que en la sala había ocho personas y entre ellas no estaba el director de Integridad”, Miguel Gutiérrez Caba. Estaban Pablo García Cuervo, Enrique Yunta, López Vallejo, Chema Timón, Luis de la Fuente, el padre del presidente y un amigo íntimo de su infancia. El presidente me recibió diciéndome que estuviese tranquila, que estábamos en familia y que le tenía que ayudar”.
Leyendo su declaración en alto, “el presidente me dijo que añadiera que Jenni Hermoso le alzó en brazos y le dio dos cachetadas, a lo que yo dije que era imposible por mi ubicación en el campo. Cuando acabé le dije a Enrique Yunta que quería leer mi declaración porque iban a poner mi firma y empiezo a editar el texto porque habían incluido cosas en mi boca que quería el presidente y que no habían salido de mi boca”, expuso quien acabó firmando a regañadientes “la última versión, la que se ajustaba más a la realidad”.
Por su parte, la entonces responsable de marketing de la Federación, Ana Álvarez, recibió de García Cuervo el texto que pretendían que suscribiera Hermoso exculpando a Rubiales de cualquier irregularidad. Los directivos querían la aprobación de la futbolista para sacar un comunicado de prensa.
Álvarez explicó también que recibió una “reprimenda por parte del presidente por no hablar con Jenni. Me reprochó no haber gestionado lo que tenía que haber gestionado y que hablara con Pablo García Cuervo”.
Durante el traslado al aeropuerto leyeron a la futbolista el contenido del comunicado que le quitaba importancia al incidente del beso y rebajaba la intensidad del incidente. “Jenni bajó de una actitud cansada. Mi sensación es que ya le habían pedido algo con antelación. ‘Esto es lo último que voy a hacer’, dijo primero”, y acabó concediendo. “‘Haced lo que queráis’. Absolutamente con hartazgo, desdén, estaba cansada y saturada de la situación”, declaró Álvarez.
En el avión, Hermoso contó a Ana Álvarez que Rubiales le había “propuesto hacer un vídeo y que había dicho que no quería hacerlo. Le dije que se tranquilizara, que era campeona del mundo, que no hiciera nada que no quisiera hacer, que ella era dueña de sus actos y sus decisiones, y que yo no tenía esa información porque no estoy en la toma de decisiones, aunque no me extrañaba que se lo pidiera”. “No le gustaba la situación, estaba incómoda”, subrayó.
La testigo también explicó que el hermano de Jenni, Rafael Hermoso, “dijo que quería hablar conmigo para contarme la conversación que había tenido con Jorge Vilda, pero nunca llegó a producirse esa conversación. La vorágine del trabajo y conversaciones varias me impidieron hablar con Rafa”, concluyó.
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