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La brecha salarial de personas con discapacidad aumenta hasta el 17,8%

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MADRID, 22 (SERVIMEDIA)

La brecha salarial que sufren las personas con discapacidad en España, lejos de cerrarse, se agranda y se sitúa en máximos, con una diferencia del 17,8%. Esto provoca, en comparación con la media de los españoles, que la pérdida de poder adquisitivo sea más pronunciada en este colectivo de por sí ya vulnerable.

Ello sin tener en cuenta el repunte de la crisis inflacionaria tras el estallido de la guerra en Ucrania, dado que los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE) corresponden al año 2020, cuando el sueldo bruto de los trabajadores por cuenta ajena con discapacidad fue de 20.799,3 euros, frente a los 25.305,3 euros de las personas sin discapacidad. Se trata de su nivel más alto desde que se realiza esta estadística por parte del INE. Por ejemplo, en 2019, la brecha fue más de 1,5 puntos inferior (16,1%).

Sobre las causas de este empeoramiento, el coordinador del Observatorio sobre discapacidad y mercado de trabajo en España (Odismet), Luis Enrique Quifez, se muestra rotundo: “Ojalá fuera por que 2020 estuvo muy marcado por la pandemia. Pero aunque esto influyó en parte, se trata de una tendencia de años que venimos observando”.

De hecho, coincidiendo con la celebración este miércoles del Día por la Igualdad Salarial, Quifez subrayó que, en los últimos 10 años, las personas con discapacidad han visto crecer su salario solo un 1,1%, lejos de la de quienes no tienen discapacidad, que acumulan un alza en el entorno del 10%.

“Si a esto sumamos el encarecimiento del coste de la vida y el menor salario que perciben, por ejemplo, los jóvenes, el poder llevar una vida independiente se convierte, para muchos, en una utopía”, avisó este experto.

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Entre las causas de que las personas con discapacidad perciban un salario inferior, el coordinador de Odismet considera que responde, principalmente, al tipo de ocupación. Así, detalló que solo el 1,8% de directivos tienen discapacidad, mientras que el 46% de los contratos que firman personas con discapacidad son para empleos “elementales” o de “baja cualificación”.

Su diagnóstico es claro al respecto: “Tenemos que seguir mejorando la formación de las personas con discapacidad y apostar por las nuevas tecnologías, donde está el futuro”. Dicho esto, incidió en que las personas con discapacidad están haciendo los deberes ya que, en los últimos siete años, ha crecido en cuatro puntos el número de personas de este colectivo con formación superior. Por este motivo, echa en falta que las empresas den oportunidades de ocupar puestos superiores a más personas con discapacidad.

En este sentido, la secretaria de la Comisión de Inclusión Laboral del Comité Español de representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), Pepa Torres, introdujo el matiz de que la mejora de la formación en el colectivo se está concentrando sobre todo en los jóvenes.

“Y la realidad es que el grueso de las personas con discapacidad se encuentra en edades más avanzadas. Por ejemplo, mayores de 45 años. Con ellos el tema de la formación es algo más complejo”, repuso Torres, que explicó que los efectos por la mejora de la capacitación pueden tardar algo más en percibirse en términos globales.

Esta representante del Cermi subrayó también como aspecto clave en la brecha salarial la mayor concentración de personas en empleos a tiempo parcial, lo que se refleja en que la brecha salarial es sensiblemente inferior si en lugar de analizar el salario conjuntamente se calcula por hora trabajada.

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BAJA OCUPACIÓN

Con todo, en términos generales y desde el punto de vista laboral, el aspecto más significativo para el colectivo de las personas con discapacidad legalmente reconocida es su baja participación en el mercado de trabajo. Así, datos recientes del INE, correspondientes al ejercicio 2021, ponen de manifiesto que la tasa de actividad de las personas con discapacidad era de solo el 34,6%, 0,3 puntos más que en 2020, pero 43,1 puntos por debajo de la media de quienes no tienen discapacidad.

Situación casi idéntica se da con la tasa de empleo, que fue del 26,9%, frente al 66,3% de quienes no tienen discapacidad. De su lado, la tasa de paro se situó en 2021 en el 22,5%, empeorando en tres décimas en comparación con 2020 y casi ocho puntos superior a la de las personas sin discapacidad.

Es por ello que el coordinador de Odismet hizo un llamamiento a sensibilizar a empresas y a las propias personas con discapacidad para favorecer la inserción laboral de este colectivo. “Su participación en el mercado laboral sigue siendo muy baja. Tenemos que revertir entre todos esta situación”, ahondó este especialista, que, pese a todo, se mostró “optimista” de cara al futuro, esperanzado por la continua mejora de la formación.

BRECHA DE GÉNERO

Como aspecto positivo, se puede remarcar que dentro del colectivo de la discapacidad la brecha de género es menor que entre quienes no tienen discapacidad. Así, en 2020, el salario de las mujeres con discapacidad fue de 19.237,4 euros de media por trabajadora, mientras que para los hombres fue de 21.995,9. El salario de las mujeres fue, por tanto, un 12,5% inferior al de los hombres, diferencia menor que en el caso de la población sin discapacidad (19%).

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De esta manera, las diferencias más acusadas dentro de las personas con discapacidad se deben, más que al género, al tipo de discapacidad. De este modo, las ganancias más elevadas correspondieron en 2020 a personas con discapacidad física, seguidas de personas con discapacidad sensorial, con salarios que superaron al salario medio de las personas con discapacidad en un 7,4% y un 5,5%, respectivamente. En el extremo opuesto, los trabajadores con discapacidad intelectual (13.705,9 euros) y con enfermedad mental (16.979,7) se embolsaron los salarios más bajos.

Atendiendo al grado de discapacidad reconocido legalmente también se observaron diferencias, aunque no tan acusadas. Los salarios oscilaron de 21.422,0 euros anuales en personas con menor grado, hasta 19.581,8 euros en las que tienen reconocido un grado mayor o igual al 65%.

Otra de las conclusiones que se puede extraer de los datos existentes es que el rango importa. De este modo, las personas con discapacidad en puestos de ocupación altos redujeron sus diferencias salariales respecto a las personas sin discapacidad en los mismos puestos, pues la ratio salarial aumentó respecto a 2019, situándose en el 92,1%. Por el contrario, en puestos de ocupación medios y bajos las personas con discapacidad ampliaron la brecha salarial respecto a 2019, disminuyendo la ratio al 96,5% y 82%, respectivamente.

Ante este escenario, Pepa Torres valoró positivamente que la brecha sea inferior en puestos cualificados o de mando, pero advirtió de que incluso ahí aparecen muchos años donde también hay diferencias. “Ahí ya no se puede alegar falta de formación”, remachó la secretaria de la Comisión de Inclusión Laboral del Cermi.


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