MADRID, 5 (EUROPA PRESS)
“Non hai Dépor sen Arsenio nin Arsenio sen Deportivo -no hay Dépor sin Arsenio ni Arsenio sin Deportivo-“, rezaba una canción del grupo de rock gallego Os Diplomáticos de Monte Alto, tantas veces cantadas por miles de deportivistas. Y es que Arsenio Iglesias Pardo (Arteixo (A Coruña), 24 de diciembre de 1930 – 5 de mayo de 2023), fallecido este viernes a los 92 años, es, sin lugar a dudas, la figura más importante en los 116 años de historia del RC Deportivo.
Nacido el día de Nochebuena de 1930 en Arteixo, una localidad a apenas 14 kilómetros de A Coruña, como el pequeño de nueve hermanos, Arsenio se enamoró del fútbol en plena Guerra Civil y posguerra, sin saber que se convertiría en el entrenador con más partidos oficiales dirigidos con el cuadro coruñés (568), al que daría su primer título, y, sobre todo, en el artífice del mítico ‘Superdépor’.
Comenzó a dar patadas al balón en equipos como el Penouqueira, el Ciudad Jardín o el Bergantiños antes de dar el salto al Fabril, desde donde, tras seis partidos, pasó en 1950 al CD Juvenil, entonces filial del Deportivo. Después de que el primer equipo gallego conquistase ese año el subcampeonato de Primera División y tras la marcha de Franco y Tino -integrantes de la delantera ‘Orquesta Canaro’- y las lesiones de Corcuera, Oswaldo y Moll, Arsenio debutó con el primer equipo.
Su primer encuentro en Primera fue nada menos que en Les Corts, entonces campo del Barça, el 28 de octubre de 1951. Allí, a pesar de perder 6-1, marcó el gol del honor. “Perdón, señor”, le dijo tras anotar al mítico Antoni Ramallets. Jugaría cinco temporadas más de blanquiazul, disputando 146 partidos y firmando 34 goles, y en marzo de 1955 llegó a ser convocado por la selección española para un amistoso frente a Francia, aunque no pudo debutar.
Sus números llamaron la atención del Sevilla FC, que lo reclamó en el curso 1957-58, pero en la capital hispalense solo jugó una temporada antes de marcharse al Granada, donde militó cinco campañas y jugó la final de Copa. Tras una temporada y media en el Real Oviedo, puso fin a su carrera como futbolista en el Albacete en el año 1966.
El destino le devolvería solo un año más tarde a A Coruña para dirigir primero al Fabril y, ya en 1970, a ‘su’ Dépor tras la destitución de Roque Olsen. El equipo marchaba quinto en Segunda División; 20 partidos después, lo ascendió a la máxima categoría del fútbol español. Era el primer gran éxito de Arsenio, que en el siguiente curso logró la permanencia pero que en 1972-73 no pudo evitar el descenso.
Fue entonces cuando el arteixán se marchó a Alicante para dirigir al Hércules, al que ascendió a Primera y consiguió llevar a su mejor clasificación histórica: quinto. En 1977 volvió a hacer las maletas para entrenar al Real Zaragoza, firmando otro ascenso, y a la campaña siguiente logró la permanencia en Primera con el Burgos. En 1980, rozó el ascenso con el Elche, y en el Almería, en 1981, sufrió su primera destitución. Era hora de volver a casa.
Regresó al Dépor en 1982 en busca del ascenso, un objetivo que no logró, y en 1986 firma por la SD Compostela. En el curso 1987-88, con el Deportivo asediado por las deudas -con amenaza de desaparición- y el equipo en plazas de descenso en Segunda, Arsenio acude al rescate. En la última jornada, los deportivistas necesitan ganar a Racing en Riazor y que el Bilbao Athletic pierda en Xerez, y la combinación se hace realidad.
Solo unas semanas después, Augusto César Lendoiro es nombrado presidente del club y Arsenio gana confianza. Tras dos temporadas en Segunda, el ascenso llega en el año 1991, con dos goles de Zoran Stojadinovic ante el Real Murcia. Con el objetivo cumplido, ‘O Bruxo de Arteixo’ se aparta para dejar el banquillo a Marco Antonio Boronat.
La mala marcha del equipo en el curso 1991-92 en Primera, en puestos de descenso, obliga de nuevo a recurrir a Arsenio, entonces asesor del presidente. Los blanquiazules se jugaron la permanencia en la promoción contra el Real Betis; tras el 2-1 de A Coruña, un empate sin goles en el duelo de vuelta valió a los gallegos para salvarse. “¡Cuánto sufrimos, Martín!”, dijo el técnico coruñés a Martín Lasarte tras el partido en Sevilla en unas imágenes recogidas por televisión.
El sufrimiento dio paso a la ilusión, pues ese verano de 1992 llegaron a A Coruña hombres como Bebeto, Mauro Silva, Aldana o Nando, y de su mano vino el tercer puesto en Liga y la clasificación para la Copa de la UEFA. El Dépor jugaría por primera vez competición europea.
Había nacido el ‘Superdépor’, un equipo hecho para brillar y tutear a los ‘grandes’ y moldeado por el ‘Zorro de Arteixo’, que todavía tuvo que vivir uno de los momentos más tristes de la historia deportivista. En el último instante de la última jornada de la temporada 1993-94, con el Dépor rozando su primer título de Liga, el colegiado López Nieto decretó penalti a favor del conjunto gallego. Si el balón entraba, el Dépor era campeón; si no, el trofeo se iría a Barcelona.
Sin Donato, habitual lanzador de los penaltis, en el campo, Miroslav Djukic asumió la responsabilidad y González le adivinó el lanzamiento. “Mucho que decir y poco que contar, estaba escrito así”, señaló un hundido Arsenio tras el partido. “Fallamos el penalti cuando no había tiempo ni para respirar. Que Dios reparta suerte”, añadió.
Solo un año después, aquel ‘Superdépor’ pudo resarcirse conquistando la Copa del Rey, el primer título de las vitrinas del club. Un gol de Alfredo recién reiniciado el encuentro tras la suspensión de la final tres días antes por el aguacero que cayó en Madrid, hizo justicia para el ‘Zorro de Arteixo’.
En 1996, sus éxitos en el Dépor llamaron la atención del Real Madrid, que le reclamó para sustituir a Jorge Valdano con 19 partidos por jugarse. Tras esa temporada, se retiró de los banquillos, a los que solo regresó para ponerse al frente de la selección de Galicia. Sus 714 partidos oficiales con el primer equipo, como entrenador y como jugador, le convierten en el hombre más inspirador y decisivo de la historia del club coruñés.
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