Finalista a los Premio Internacional de la Paz Infantil en la categoría medioambiental que otorga Kids Rights, que ya ganaron Greta y Malala
MADRID 25 (EUROPA PRESS)
El activista ambiental colombiano, Francisco Vera, de 13 años de edad ha puesto en marcha una campaña para recoger peticiones de niños de todo el mundo que trasladará a la presidenta del Comité de Derechos del niño de la ONU, con quien se reunirá en la XVII Cumbre del Clima que se celebrará en noviembre en Egipto. Su activismo climático busca generar ilusión por el cambio, por la acción climática y en favor de los derechos humanos, huyendo de la “ecoansiedad”, un problema que considera necesario “solucionar”.
Vera que tuvo la oportunidad de conocer a la activista sueca Greta Thunberg durante la anterior COP26 en Glasgow admira su mensaje pero “no en todo”, porque no le gusta ese “punto que genera tanta ecoansiedad” que es un tema que “hay que solucionar”.
“Hay mucha gente que es mucho más sensible a estos temas y, además de llamar a la acción hay que apelar a la ecoesperanza. Hay que trascender de la ecoansiedad a plantear alternativas a ese modelo que nos hace daño. No comparto la ecoansiedad, prefiero generar ecoesperanza”, ha manifestado en una entrevista con Europa Press con motivo de la presentación en Madrid del documental ‘¿Cuánto vale una ballena?’, este miércoles a las 19.30 horas en el Palacio de la Prensa de Madrid.
Pero más allá de sí mismo o de Greta Thunberg, Vera valora que “hay muchos niños con liderazgo y que transmiten su espíritu en los colegios” y recuerda como tras crecer con una gran conciencia ambiental dentro de su familia y su escuela, sumado a los devastadores incendios en la Amazonía colombiana en 2018 e inspirado por la joven sueca, en el patio de su colegio propuso a sus amigos crear el grupo de ‘Guardianes por la vida’.
Así, relata cómo convenció primero a seis amigos y ahora, su red de ‘guardianes’ llega a 700 niños con los que ha creado una estructura basada en nodos y que cuenta con una ‘Red de escuelas’ para inculcar la educación ambiental a través de formación climática, ambiental y ciudadana que ya cuenta con sedes en Sevilla, Barcelona y así hasta 30 colegios, la mayoría en América Latina.
“Yo dudaba que pudiera llegar tan lejos, pero se pueden hacer muchas cosas dentro de nuestras posibilidades como niños”, ha defendido, aunque asegura que también tiene una vida de niño, que le gusta el fútbol, Cristiano Ronaldo, Erling Haaland, jugar a videojuegos como Minecraft o leer libros como ‘La sombra del viento’ de Carlos Ruiz Zafón o Lupán. Entre sus aspiraciones sueña con conocer al creador de contenidos Ibai Llanos y como otros menores de su edad también ve videos en redes sociales como Tiktok.
Preguntado por su valoración sobre los activistas que en los últimos días han lanzado pintura o puré a obras pictóricas en Londres o Berlín, Vera reconoce que “el activismo en general es difícil” y señala que la primera acción contra ‘Los girasoles’ de Van Gogh le gustó porque llamó la atención y “no dañó” el cuadro.
“El primer caso fue puntual, el resto ya me parece una forma más vaga de transmitir el mensaje. Hablar sobre cambio climático es algo fuera de lo normal y simplemente en todos los medios se ha llamado de tratar la atención, por no son tan efectivos esos medios convencionales”, argumenta.
No obstante, si bien estaba de acuerdo con la “primera” acción para captar la atención, las siguientes reivindicaciones le parecen “un poco tontas” y que “se pueden volver en contra” y favorecer al movimiento negacionista “que no es débil”.
“Creo que una vez era aceptable, pero que se repita consecutivamente ya no es algo realmente positivo y creo que va a traer menos conciencia y unión en la lucha contra el cambio climático. Es un tema serio y estas acciones le reducen seriedad. Pero lo importante es que el cambio climático es la prioridad independientemente de la manera en la que se llame la atención de la gente”, opina.
Precisamente, esta misma semana ha sido nombrado finalista de los Premios Internacionales de la Paz Infantil en la categoría medioambiental que otorga Kids Rights, un galardón que se dará a conocer el próximo 14 de noviembre y que ya fue otorgado a Greta Thunberg y Malala.
Antes de eso, llevará la voz de los niños a la COP27, a la que ha sido invitado a una conversación con el alto campeón de la ambición de la COP27 y la presidenta del Comité de Derechos del Niño de la ONU, a quienes quiere presentar las peticiones que ha empezado a recopilar esta misma semana de niños de todo el mundo.
“Los niños estamos siendo los principales afectados de todo el mundo por el cambio climático y somos los más vulnerables porque no tenemos como defendernos en una sociedad que considera que los niños solo deben estar jugando y estudiando. Solo tenemos la voz, pero nos creen muy tontos”, asegura.
Precisamente, reconoce que así se lo han transmitido directamente o a través de las redes sociales, donde recibe críticas, que acepta bien, pero también insultos y “sandeces” con afirmaciones “que no están basadas en la realidad”. Así, admite que en la mayoría de ocasiones no responde porque le parece una pérdida de tiempo, mientras que otras lo hace para “calmar los ánimos”. “A mi, más que afectarme, me aburren las críticas y me sorprenden las cosas que se inventan de mi, como que me apoya George Soros o que estoy bañado en dinero”, comenta.
Este miércoles en Madrid, a las 19.30 horas, en una conversación con la periodista Luz Sánchez Mellado en el Palacio de la Prensa, buscará concienciar sobre la importancia de las ballenas y otros cetáceos como “fuentes de vida” y que están amenazadas por las consecuencias del cambio climático. “Son un gran animal, afectado por plásticos, por la acidificación del mar entre otras causas y sin embargo, son grandes captoras de CO2, ya que una sola ballena purifica tanto el oxígeno como un bosque”.
¿Cuánto vale una ballena?, dirigido por Felipe Pinzón Barbosa yJuan Antonio Rodríguez Llano, se centra en entender la importancia de las ballenas como seres “llenos de vida” e insta a repensar el valor de la biodiversidad. Algunos estudios calculan en 2 millones de dólares por ballena el valor de los servicios ecosistémicos que proporciona por su capacidad para generar plancton y eliminar CO2.
- Te recomendamos -