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Vall de Alcalà: un islote en mitad de un bosque reducido a cenizas en el corazón de Alicante

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ALICANTE, 20 (EUROPA PRESS)

El municipio de La Vall de Alcalà, formado por las poblaciones de Alcalà de la Jovada y Beniaya, ha sobrevivido al incendio forestal originado hace una semana en la Vall d’Ebo (Alicante) y ahora, tras el paso de las llamas, ha quedado como un islote en mitad de un gran bosque ubicado en el corazón de la Marina Alta, en parte reducido a cenizas.

Así lo perciben los vecinos, que han podido regresar a sus hogares días después del inicio de las llamas. “Se ha quedado como una isla rodeada de campo quemado y de cenizas”, relata a Europa Press la propietaria de un hotel rural de Alcalà. El fuego llegó hasta la carretera que da entrada al pueblo y ha arrasado la mayoría de cultivos y terrenos que lo rodean.

Ahora, aunque el fuego no está todavía extinguido pero sí estabilizado, los habitantes siguen con su día a día envueltos de un color marrón grisáceo que pinta sus montes y con un olor constante a quemado que tardará en irse, junto con el dolor de haber perdido la gran mayoría de su patrimonio paisajístico, frecuentado por ciclistas y grupos de moteros.

Junto con Alcalá, la otra población principalmente afectada ha sido Beniaya, que durante toda la semana ha visto cómo las lenguas de fuego arrasaban sus bosques y campos. Esta zona, que linda con la Marina Alta y el Comtat, muestra un escenario “desolador” para sus habitantes. “Vimos las llamas venir y acercarse al pueblo, todo era color naranja”, indica una vecina visiblemente conmocionada por lo ocurrido.

En Margarida, una pedanía de Planes (El Comtat), tuvieron que abandonar el pueblo al tener las llamas a apenas 50 metros de las viviendas entre una “nube” de polvo y cenizas. El responsable de la casa rural l’Almàssera, Michael Vietze, destaca la “profesionalidad” y la “coordinación” de las unidades de Emergencia, así como los efectivos de bomberos y de la UME durante el desalojo de la zona.

PÉRDIDAS ECONÓMICAS

Del mismo modo, lamenta las cancelaciones del 100% de ocupación para lo que resta de mesa en su negocio, lo que, ha augurado, se verá traducido en pérdidas aproximadas de 4.000 euros. “Yo he perdido las reservas pero hay gente que lo ha perdido todo, especialmente los ganaderos. Dio mucho susto ver las llamas tan cerca pero la intervención de los bomberos fue muy profesional”, explica.

Tras el regreso a la normalidad, los vecinos de esta pedanía, que en verano alcanza los 50 habitantes, se han dispuesto a celebrar las fiestas canceladas por el incendio y que estaban previstas para este fin de semana, aún con la imagen en la retina de su entorno rural devastado.

Además, han reconocido que hubo residentes que se quedaron en el pueblo para ayudar a los efectivos a luchar contra el avance de las llamas con tractores y maquinaria para hacer cortafuegos. Esta situación también se dio en Tollos, el municipio más pequeño de la provincia, que durmió varias noches con lenguas de fuego alumbrando las crestas de la sierra.

Esta parte del Comtat, en la que se encuentran Balones, Benimassot, Tollos, Famorca y Facheca, ha sufrido una importante pérdida de su patrimonio rural y paisajístico. Es por ello que los pocos vecinos que habitan durante todo el año y conocen de primera mano el estado de conservación de los campos achacan al “abandono” de la tierra y de los cultivos la rápida propagación de las llamas originadas en Vall d’Ebo.


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