“Quiero que la gente, que vive de espaldas a esta realidad, conozca la problemática y sepa lo que ocurre en el corazón de la huerta”
VALÈNCIA, 26 (EUROPA PRESS)
Una familia valenciana ha tomado la “dolorosa” decisión de quemar sus campos de naranjos en la pedanía de Carpesa, en València, ante la situación “totalmente insostenible” del sector citrícola en la Comunitat Valenciana que no les permite llegar a cubrir los costes de producción.
Una decisión económica que han tenido que tomar ante una “crisis continua” que arrastran desde los años 90. “Este año nos han llegado a pagar 4 céntimos por kilo cuando el coste es de 30 céntimos por kilo, y eso está suponiendo un gasto más que un beneficio”, ha señalado a Europa Press Televisión Lluís Marco, miembro de esta familia, que hace unos días compartió en redes sociales un vídeo en el que mostraba la quema de estos campos de naranjos.
“Lo compartí porque ya sé que ya no hay nada más que hacer a partir de ahora en la citricultura en este campo al tomar esta decisión, pero sí que quise dar relevancia a esta situación para que la gente, que vive a espaldas a esta realidad, conozca la problemática y sepa lo que está ocurriendo en el corazón de la huerta de València”, ha señalado.
Junto a su padre, Luis Miguel Marco, ambos han expresado el “dolor” que ha supuesto esta decisión por el “fuerte arraigo” y el valor sentimental “muy importante” que ha tenido siempre su familia por esta tierra. Sin embargo, dadas las circunstancias, la quema de este campo ha sido “la única alternativa posible” al no poder hacerse cargo de unos cultivos que se habían convertido en una “ruina”.
“Se me saltaban las lágrimas”, ha confesado Luis Miguel cuando tuvo que ver arder los árboles que él mismo había plantado en el pasado. También ha expresado su “pena” por el “abandono” y la “desaparición” que, considera, está sufriendo la huerta valenciana en estos últimos años.
Este vecino de la pedanía valenciana de Carpesa ha asegurado que a lo largo de todos estos años sí que han vivido “con mucha ilusión” el crecimiento de las naranjas, pero que, a la hora de vender el producto, han tenido que hacer frente a jornadas “de muchos nervios y de no dormir”. Una serie de circunstancias, todas ellas, por la que los miembros de esta familia han optado finalmente por quemar todos sus naranjos.
ANTES “SE VENDÍA TODO”
Luis Miguel Marco ha señalado que antes de la llegada de la política común europea en materia de agricultura las familias valencianas podían vivir de la naranja porque “se vendía todo”, pero que desde que llegó el mercado común “ha sido desastroso”.
“Te condicionan los productos que tienes que plantar y eso lo que ha provocado es que haya menguado la producción de cítricos”, ha asegurado el propietario de estas tierras, quien también cree que la pérdida de competencia de la naranja valenciana se ha visto acrecentada con la importación de cítricos de terceros países como Marruecos, Argelia y Sudáfrica a Europa.
En los últimos años esta familia ha mantenido la esperanza de alcanzar una mejor rentabilidad de sus cosechas, algo que no han podido conseguir porque al bajo precio de venta de la naranja también se ha sumado el aumento de los costes de los abonos y del agua de riego.
Una nula rentabilidad que ha provocado que sus 40 fanegas de tierra hayan quedado finalmente reducidas a cenizas a la espera de utilizar este terreno para el cultivo de otro tipo de productos como olivos o almendros y así mantener en activo sus terrenos agrícolas.
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