Arroja luz sobre el funcionamiento de proteínas implicadas en la patología y podría contribuir a diseñar terapias más selectivas
VALÈNCIA, 14 (EUROPA PRESS)
Un estudio de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio), organismo dependiente de la Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública, ha detectado alteraciones moleculares que podrían afectar a la función de las proteínas acetilcolinesterasa (AChE) y presenilina-1 (PS1), ambas relacionadas con la patología del Alzheimer.
El estudio, realizado por el grupo de investigación Mecanismos moleculares alterados en la enfermedad del Alzheimer, que lidera María Salud García Ayllón en el Hospital General Universitario de Elche, ha sido publicado en la prestigiosa revista ‘International Journal of MS Care’ (IJMSC), según ha informado la Generalitat en un comunicado.
En el deterioro cognitivo asociado a la enfermedad de Alzheimer desempeña un “papel clave” la afectación de una parte del sistema nervioso que implica a la proteína AChE. Por eso, AChE es la “diana” de algunos de los medicamentos que se suministran actualmente a los pacientes con el fin de frenar este deterioro cognitivo. Sin embargo, la mejora cognitiva que producen solo es efectiva durante un periodo “limitado” de tiempo.
Según ha detallado, el “buen funcionamiento” de esta AChE, así como que sus niveles sean los “adecuados” en cerebro y otros órganos, depende, entre otras cosas, de un proceso bioquímico llamado glicosilación con el que la proteína consigue su estructura final y localizarse correctamente en su sitio funcional.
El estudio ha analizado este proceso en muestras de cerebro de pacientes de Alzheimer y los resultados han mostrado alteraciones en la patología que podrían relacionarse con la perdida de actividad de la proteína AChE en estos enfermos.
El personal investigador ha descrito que una gran parte de la proteína que está “inactiva” presenta una glicosilación completamente diferente de la proteína que es funcional, pudiendo estar relacionada con el desarrollo de la patología.
Además, el trabajo ha demostrado que esta glicosilación alterada en la AChE es diferente entre las dos variantes de Alzheimer: el familiar y el esporádico. El familiar tiene un componente hereditario al producirse por mutaciones génicas, y que pueden transmitirse a la descendencia. En cambio, en el desarrollo del Alzheimer esporádico, el más frecuente, no tiene una etología concreta y pueden influir diversos factores.
En este estudio se emplearon muestras de Alzheimer familiar originado por mutaciones en el gen PS1, lo que permitió confirmar una función alternativa y menos conocida de esta proteína. Dicha función consiste en participar en la maduración correcta de otras proteínas y posibilitar que estas se localicen correctamente y desempeñen su función eficazmente.
Así, el trabajo también concluye que alteraciones en PS1 afectarían a la maduración y funcionalidad de AChE, contribuyendo, de nuevo, al desarrollo de la patología.
TERAPIAS MÁS SELECTIVAS
Ambos resultados implican conocer “con más detalle” las alteraciones que presenta la proteína AChE y el papel de PS1 en la patología del Alzheimer y “podrían contribuir al diseño de nuevas estrategias terapéuticas mucho más selectivas”.
“Esto supone un gran avance en el conocimiento del Alzheimer. Hemos demostrado como la proteína AChE está diferentemente afectada tanto en la enfermedad de Alzheimer esporádica como en la familiar causada por mutaciones de PS1”, ha asegurado María Salud García Ayllón, investigadora de Fisabio en el Hospital General Universitario de Elche y en el Instituto de Neurociencias de la Universidad Miguel Hernández-CSIC (IN, UMH-CSIC).
Además, ha añadido que este mismo fenómeno “podría estar ocurriendo con otras proteínas reguladas por PS1 e implicadas en la patología, un hecho que indica que hay que ser cuidadoso en el diseño de terapias y discriminar efectos que podrían ser incluso opuestos entre ambas formas de la patología”, ha concluido García Ayllón, autora principal del artículo.
Este trabajo se ha realizado en colaboración con Javier Sáez-Valero del IN, UMH-CSIC e Investigador Principal de grupo en el Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (CiberNED).
En el estudio han participado también Alom, jefe del Servicio de Neurología; Víctor Barberá de la Unidad de Consejo Genético y la investigadora predoctoral María de los Ángeles Cortés, personal investigador de Fisabio en el Hospital General Universitario de Elche.
La investigación se ha realizado con financiación del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII, proyecto PI17/00261), cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder, ‘Una manera de hacer Europa’) y a través de Ciberned, ISCIII.
- Te recomendamos -