El progenitor tenía “nula” reacción emocional hacia su hijo y lo mató porque era lo que más podía dolerle a su mujer, según forenses
VALÈNCIA, 12 (EUROPA PRESS)
María Dolores, la madre del niño de 11 años asesinado por su padre en la localidad valenciana de Sueca el 3 de abril de 2022, unos meses después de separarse, tenía todos los indicadores de haber sufrido maltrato habitual: “Había aprendido a vivir con los insultos y las agresiones sexuales. Lo hacía porque pensaba que, de lo contrario, acabarían todos mal”, según han apuntado los forenses que le examinaron –un equipo integrado por un psicólogo, una psiquiatra y una trabajadora social–.
Así se han pronunciado los peritos en el juicio que se sigue desde el lunes ante un jurado popular en la Audiencia Provincial de Valencia contra el hombre que mató a su hijo en Sueca tras asestarle 27 puñaladas y que permitió a la madre escuchar la agresión a través del teléfono móvil. Se enfrenta a una pena de prisión permanente revisable, tal y como reclaman las acusaciones.
Los expertos han desgranado que la mujer había sufrido por parte de su expareja agresiones físicas, psicológicas y sexuales. Respecto a las primeras, han relatado que el primer episodio se produjo, tal y como les narró la víctima, cuando ella le dijo que quería separarse porque se había enamorado de otra persona.
Preguntado al hombre por esta manifestación, él inicialmente negó conocer que hubiera otra persona aunque, con una pregunta trampa, reconoció sí saberlo. También dijo a los expertos que si ella no le hubiera dejado, “esto no habría pasado”, y reconoció que no quería que su exmujer le abandonara. “Le dijo ‘A mí no me dejas, y menos ahora'”, han expuesto peritos. En este primer episodio de violencia, el hombre la cogió del cuello y la empujó contra la pared.
El segundo episodio tuvo lugar cuando la mujer insistió en que quería separarse. En ese momento, él la encerró en casa tras esconder las llaves, la agarró del cuello y la empujó contra la cama mientras intentaba quitarle la ropa poniéndole un cuchillo en el cuello.
En ese instante el menor se encontraba en su habitación jugando a un juego online con otros amigos y con un micrófono abierto por el que se pudo escuchar la discusión. Al día siguiente, los niños lo comentaron en clase y la profesora llamó a María Dolores para interesarse por lo ocurrido, han explicado los forenses.
Mientras la mujer contaba estos episodios a los expertos, “minizaba” la conducta del acusado, “lo que es un indicador de maltrato habitual”, han apuntado los peritos. También se registró en la relación un episodio de sexo forzado y muchas otras ocasiones en las que la mujer claudicaba y mantenía relaciones “para evitar daños mayores”. En psiquiatría se llama indefensión aprendida, es decir, “que las mujeres aprenden a vivir con insultos, agresiones y a mantener relaciones pese a que no quieren”, han señalado.
A nivel psicológico, los expertos han aludido a los celos de él y al “machaque” de llamadas y mensajes que mandaba a la víctima. También han aludido a conductas del acusado de restricción social y familiar sobre la víctima para separarle de cualquier tipo de apoyo que pudiera recibir.
Ante esta situación, han comentado que la mujer creía que podía manejar la situación. En la actualidad, sufre un trastorno depresivo atribuible no solo a la historia de vida con un maltrato habitual y clima de violencia, sino al hecho de que su exmarido haya acabado con la vida de su hijo, “una persona del que se enamoró, algo que hace mucho más daño”, ha señalado. La mujer tiene miedo, se siente culpable, está nerviosa y ha pensado en suicidarse. Se encuentra en tratamiento con medicación y recibe apoyo psicológico y psiquiátrico, además de familiar.
Preguntados por el motivo por el que la mujer llevó al niño con su padre el día del crimen, los peritos han indicado que él se lo pidió para celebrar su cumpleaños, que había sido un par de días antes, pero, sin embargo, han afirmado que “no había preparado nada para el cumpleaños. No había regalo ni comida. No había nada preparado y, al preguntarle al padre por eso, contestó que no tenía dinero”, han narrado.
Por otro lado, los mismos forenses también examinaron al padre del menor y han expuesto durante el juicio que el mismo no sufría ninguna patología mental y han indicado que presentaba una “nula” reacción emocional hacia su hijo. “Se ha decartado una patología psiquiátrica. No tenía alterada ni su inteligencia ni su voluntad”, han dicho. “Hay una situación de enfado. No hubo ira incontrolable, sino un enfado programado”, han advertido.
“SOY DIABÓLICO”
Los forenses han indicado que les llamó la atención que el acusado, sin realizarle ninguna pregunta durante su entrevista, les manifestó tras los hechos: “Soy diabólico y estoy endemoniado”, “el niño lo ha pagado”.
Han afirmado que el acusado presentaba una “nula” reacción emocional sobre el fallecido y que no tenía sentimientos de culpabilidad. “No hay ninguna reacción afectiva en él”, han insistido. También han descartado que tomara drogas o que ese día actuara bajo los efectos del alcohol –su versión se contradice porque en una primera entrevista dijo que ese día había bebido dos cervezas y, en la segunda, que había consumido unos chupitos de whisky–.
Además, en su test de personalidad aparece alta la simulación de síntomas. Sobre el crimen, los peritos han indicado que el hombre daba “contestaciones burdas y con evasivas” y han subrayado que el acto fue planeado y fue finalista acorde a su situación vital. Sobre esto último han explicado que cuando se dio cuenta de que los insultos y agresiones no le afectaban a su mujer, “quiso ir donde más le dolía, que es matar a los hijos, la violencia vicaria”, han aseverado.
NI LESIONES NI PATOLOGÍAS
En la vista de este viernes también ha declarado como testigo el médico del centro de salud de Sueca que asistió al acusado tras cometer al crimen y ha señalado que éste no presentaba ninguna lesión física ni patologías agudas.
Ha señalado, tal y como consta en su informe, que el acusado estaba durante la exploración “colaborador”, “consciente y orientado”. También ha dicho que no recordaba que oliera a alcohol. Además, ha aludido a ruidos cardiacos “normales” del acusado, pupilas “en buen estado” y “buen estado general”.
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