Advierte que el transporte marítimo “entraña algunos riesgos de calidad” y recalca que se necesita “una planificación integral” del bien
VALÈNCIA, 5 (EUROPA PRESS)
El traslado de agua desde la Comunitat Valenciana a Cataluña ante la situación de sequía que padece este territorio es “una solución de emergencia” que debe venir acompañada de otras medidas, entre ellas “una planificación integral en todas las administraciones donde la desalación se considere ya como un seguro hídrico en el sistema”.
Así lo asegura el subdirector del Instituto Universitario en Seguridad Industrial, Radiofísica y Medioambiental de la Universitat Politècnica de València, Jaime Lora García, quien califica de “solución de emergencia” la propuesta de la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, de que Cataluña pueda disponer desde principios de junio del agua de la desalinizadora de Sagunto (Valencia) “si resulta necesario” para garantizar los recursos hídricos ante la sequía.
“Cuando hay emergencia, los debates habituales se caen del propio debate. Es decir, hablar de economía, impacto ambiental, etc., pues queda en un segundo plano si queremos satisfacer el derecho de los ciudadanos a tener agua segura y potable”, reflexiona el especialista.
Ahora bien, advierte el catedrático, “el transporte marítimo entraña algunos riesgos desde el punto de vista de la calidad del agua”. En este sentido, ha recordado las experiencias de hace unas décadas en Baleares, que sufrió el mismo problema.
Jaime Lora ha llamado la atención sobre dos tipos de impactos. El primero es el ambiental “y el achacable a la propia desalación va implícito en la producción, por lo que no cabe plantear impacto de ambiental”.
En cuanto a la calidad del agua, ha explicado que, “el agua sale de una desaladora con una calidad excelente, pero los barcos o las cisternas de los buques no transportan habitualmente agua”. “Por lo tanto, –precisa– cabe pensar que, a pesar del trabajo de asepsia en los depósitos de no contaminación, siempre puede surgir un riesgo de contaminación que podría solucionarse rápidamente en destino aplicando técnicas convencionales de potabilización, aplicación de cloro residual en el agua para eliminar cualquier riesgo de patógenos en el agua”.
El experto ha recalcado que cualquier solución de emergencia que tiene que venir acompañada de otras medidas y ha enfatizado que la gestión del agua en España “es un debate muy antiguo”. “Al final llueve y la gente se olvida del problema hasta que vuelve a surgir. Lo que venimos apuntando desde hace tiempo, al menos desde la academia, es que tiene que plantearse una planificación integral en todas las administraciones donde la desalación se considere ya como un seguro hídrico en el sistema”.
Y ha abundado sobre esta idea: “Igual que optamos por tener un seguro del coche, un seguro de personal, en el tema del agua tiene que considerarse la desalación como un seguro hídrico por parte de la Administración. No puede ser que teniendo agua, porque el mar es agua, lleguemos a esta situación límite. La tecnología ha avanzado mucho, los costes de la desalación han ido reduciéndose, el consumo energético se ha reducido y estamos casi llegando al límite termodinámico, eso significa que el coste de la desalación depende del coste de la energía, porque más difícilmente se va a poder rebajar”.
Por otra parte, si esto se compara con la potabilización convencional, “las fuentes naturales cada vez se degradan más y va a hacer falta más energía para potabilizar”. Por lo tanto, ha argumentado, “una dirección positiva la tiene la desalación, porque los hechos demuestran que ha ido reduciendo costes a lo largo de los últimos años y, sin embargo, la potabilización convencional, a través de pozos profundos, porque cada vez son más profundos y la degradación del medio natural, van a hacer que el consumo de energía vaya aumentando en estos sistemas”.
“DRAMA ECONÓMICO”
“Tecnológicamente la desalación es una realidad, de esto no hay duda, pero la planificación debe de considerarla como un seguro. Es decir, hacemos una gran inversión para desalar, la planta desaladora es cara, los ciudadanos tienen que pagarla, pero la desaladora no puede estar sin funcionar durante mucho tiempo, que es la realidad de nuestra planificación actual. Prácticamente el 30% de la desalación es lo que se utiliza, el otro 70%, pues en función de las lluvias, prácticamente está sin funcionar y esto es un drama, al menos económico. Habría que plantearse cómo resolvemos ese problema y tendríamos agua para cualquier evento de emergencia”.
Asimismo, el subdirector del instituto de la universidad valenciana se ha referido también a la red de infraestructuras comunicada para poder llevar agua de un sitio a otro, “siempre con el límite sostenible”. “No es pensable llevar agua por tubería a Sagunto, pero sí a lo mejor de Oropesa a Tarragona, con distancias mucho más cortas. Tecnológicamente hay soluciones para todo, pero hay que planificarlas”.
Y en esa planificación, ha insistido, “tiene que haber un mejor aprovechamiento de saladoras” porque, “evidentemente, es un drama tener que pagar costes fijos por algo que no está funcionando”.
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