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Les Arts salda su deuda con ‘Un ballo in maschera’ con una ambientación estilo thriller ochentero, pero muy verdiano

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Villalobos firma la escenografía de este montaje con vestuario de Caprile que aborda la identidad sexual y supremacismo racial

VALÈNCIA, 16 (EUROPA PRESS)

Les Arts salda su deuda con ‘Un ballo in maschera’ en una producción propia que el director de escena, Rafael Villalobos, traslada a los Estados Unidos de finales de los 80 y ambientada como un thiller político americano, que habla de identidad sexual y supremacismo racial, pero que “respira Verdi por los cuatro costados”.

El director artístico de Les Arts, Jesús Iglesias Noriega; el director musical, Antonino Fogliani, y el director de escena, Rafael Villalobos, han presentado este martes esta coproducción con Staatsoper Unter den Linden de Berlín, con vestuario de Lorezo Caprile y con el tenor Francesco Meli (Riccardo) y la soprano Anna Pirozzi (Amelia), dos de las estrellas de la ópera verdiana más cotizadas en la actualidad.

Iglesias Noriega ha destacado que el domingo el teatro cubre dos “lagunas”: estrenar en València una producción propia en la sala principal de Les Arts y representar el último gran título de Verdi que faltaba por verse en el teatro valenciano, en el que aborda el asesinato del rey Gustavo III de Suecia. Una historia que, por las restricciones de la censura, el compositor de Busseto se vio obligado a trasladar eventualmente a Boston y trasponer la figura del monarca en el gobernador de la colonia inglesa (Riccardo).

Al respecto, ha explicado que para el estreno de este montaje propio quería que fuera de manos de un director español, y ha resaltado consiguió, con un simple Whatsapp, que Villalobos, el director de escena “emergente más importante del momento” pese a su juventud, aceptara.

Por su parte, el director de escena ha explicado que ‘Un ballo in maschera’ es “uno de los grandes Verdis, pero muy complicada de llevar a escena hoy” porque, aunque la música es “muy moderna”, la estructura de la obra ya cuando se estrenó en 1859 “pecaba de utilizar recursos un poco anticuados para el momento” y porque “habla de temas que hoy al público contemporáneo le pueden chocar al ser bastante espinosos: la cuestión racial y la identidad de género. Dos cuestiones que van ligadas al baile de máscaras, que “no es la fiesta del tercer acto, es que estos personajes viven en un baile de máscaras, como todos”.

Por ello, cuando abordó la ópera pensó en afrontarla sin rehuir estos elementos que le incomodaban y optó por centrar el montaje en los EEUU de finales de los 80 cuando ” el tablero político cambia radicalmente con la democratización de la televisión, que llegue a todos los hogares bajo la presidencia del actor Ronald Reagan, que hace que la imagen política se convierta en algo tan importante como la propia política” y surge la cadena Fox y la televisión americana “se ultrapoliza”. Por eso, los televisores están omnipresentes en este montaje “cinematográfico”.

El director convierte a Óscar, un personaje del que no se sabe nada en la obra, en el hijo de Renato y Amelia no como un pesonaje trans, “sino como una persona que está transicionando en su género”, lo que “ayuda al espectador contemporáneo a entender la obra”. Así Óscar “aporta capas de profundidad en algunos personajes, como Renato, que le obliga a vivir como una chica en casa, explica por qué ese matrimonio está roto, y hace al personaje de Amelia más interesante, al no ser solo una mujer deprimida todo el tiempo, sino una madre coraje que se atreve a valorar a su hijo y llamarlo siempre en masculino”.

Asimismo, coloca encima de la mesa el supremacismo blanco con la “controvertida” Ulrika, más allá de si la cantante se tinta la cara de negro o no, para “hablar de la apropiación cultural en escena y de cómo una mujer blanca y rica se aprovecha de la necesidad del trabajo de una mujer negra para explotarla”.

“LENGUAJE CONTEMPORÁNEO, PRODUCCIÓN CLÁSICA”

Villalobos confía en que el público disfrute de esta producción sin “prejuicios” –ha señalado que “nunca” entendió la polémica de su Tosca– porque su montaje habla de los grandes temas verdianos, las clases sociales y las relaciones paternofiliales desde “un lenguaje contemporáneo y cinemotográfico, pero muy clásica en su concepción”. “Si se dejan los prejuicios es una producción muy verdiana, clásica y extraordinariamente bien servida”, ha apostillado.

Del mismo modo, el director de Les Arts reivindicado que el público “no puede sentirse ofendido” porque “nadie desvirtúa la obra, nada chirría, ni se inventa un personaje que no existe” sino que actualiza los lenguajes para “ser visto con los ojos de hoy”. “A mí lo que me interesa es si una producción es de calidad, se trata de crecer y actualizar siempre desde el respeto porque si no se hiciera nada nuevo, si se copiaran los bocetos del estreno, sería más barato, pero no se aportaría nada”, ha constatado.

Por su parte, el director musical ha coincidido en que es un título “muy importante” al que “siempre” había querido enfrentarse y ha señalado que “la peculiaridad y la belleza” de esta ópera “se encuentra en la diferencia estilística de la partitura y la capacidad” de Verdi de poder ver qué pasaba en el ambiente europeo y el resultado fue una mezcla de estilos desde el drama a la opereta.

El barítono italiano Franco Vassallo (Renato), la soprano valenciana Marina Monzó (Oscar) y la mezzosoprano polaca Agnieszka Rehlis (Ulrica) conforman el quinteto protagonista. El elenco se completa con las voces de Toni Marsol (Silvano), Thomas Viñals (Un servo d’Amelia), Irakli Pkhaladze (Samuel) y Javier Castañeda (Tom) acompañados por el Cor de la Generalitat y la Orquestra de la Comunitat Valenciana. El equipo creativo culmina con Emanuele Sinisi (escenografía), Felipe Ramos (iluminación) y Javier Pérez (movimiento). Un ballo in maschera’, que se representará también los días 25 y 28 de este mismo mes, además del 2 y 5 de mayo.


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