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La tormenta y las personas con discapacidad intelectual: “Para ellos la afectación ha sido mucho más dura que el covid”

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Projecte Tola: “Cada centro hicimos el 29O lo que la coherencia nos llamaba y decidimos evacuar, igual, si no, ahora no estaríamos aquí”

VALÈNCIA, 9 (EUROPA PRESS)

Raquel Adrià, directora de la Cooperativa Projecte Tola, una entidad con más de 40 años de experiencia en la atención de personas con diversidad funcional intelectual, ha asegurado que, para este colectivo, la afectación psicológica provocada por la dana de ahora hace cien días “ha sido mucho, mucho más dura que el covid” pese a todos los meses de confinamiento.

Projecte Tola es una cooperativa de trabajo asociado, un centro ocupacional concertado con la Conselleria de Servicios Sociales, con sede en Silla, y presta además un servicio de ocio inclusivo para personas de este colectivo, que gestiona de manera privada.

Su centro no resultó afectado pero, sin embargo, a raíz de la dana, se encontraron con que la situación de algunas personas con del colectivo que residen en zonas dañadas era “extremadamente grave”, ya que se esperaba un periodo de tiempo “indeterminado” hasta que pudiera reanudarse la atención en los servicios de atención que tenían asignados y que también se vieron afectados por las inundaciones.

La relación de la cooperativa con los servicios afectados –bien centros ocupacionales o de día y ocio– es “excelente”, lo que les hacía ser “más conscientes de la magnitud de la tragedia y de las consecuencias que la falta de atención especializada” suponía para las personas con diversidad funcional y sus familias. Por ello, ofertaron un un servicio de atención básico, con los recursos profesionales adecuados y desde los criterios de centralidad de la persona en el proceso de intervención.

Así, Adrià ha detallado que la llegada de la dana afectó a más de 30 familias a las que prestan servicios viven en zonas afectadas –Albal, Alfafar, Benetússer, Catarroja o Massanassa–, muchas de las cuales lo han perdido todo, incluso no podían acceder a la sede.

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“DESDE EL MINUTO CERO”

“Empezamos a vivir la dana desde el minuto cero”, ha descrito, y ha subrayado que durante cinco días no pudieron localizar a muchos usuarios, a los que fueron buscando a pie hasta sus domicilios, y a muchos de ellos, hasta el 19 de noviembre, les atendieron con desplazamientos a sus viviendas. “Una vez fuera del barro, lloramos todos”, ha reconocido.

Durante este periodo, también han prestado asistencia, con sus recursos privados, a los usuarios del centro ocupacional de Catarroja, que sí que resultó dañado por las inundaciones –son 65 personas y 12 pidieron atención–. A muchos de ellos los conocían porque comparten autobús en sus desplazamientos a los centros.

La cooperativa solicitó ayuda a la Fundación la Caixa y el Ayuntamiento de Silla les cedió un local para llevar a cabo un servicio de atención diurno parecido al del centro ocupacional y con dos profesionales contratados, que fue la propuesta presentada a la entidad.

Así, durante todo el mes de diciembre pusieron a disposición de usuarios de los pueblos afectados un transporte hasta que reabrió sus puertas el centro de Catarroja el 7 de enero. Además, la directora del proyecto ha subrayado que, aunque han dejado de prestar este servicio han aparecido necesidades de personas que, o bien no iban a ningún centro o bien siguen en sus domicilios sin bajar a la calle porque no disponen de ascensor.

“Seguimos ofreciendo atención a donde podemos llegar”, ha señalado Adrià, en declaraciones a Europa Press, en las que asegura que la afectación psicologica para el colectivo “ha sido mucho, mucho más dura que la del covid” por la pérdida de vivienda, por el tiempo que han pasado sin poder acceder a ningún servicio y, a nivel emocional, por la afectación a familias y usuarios.

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“UN POCO OLVIDADO”

De hecho, subraya que los usuarios siguen recordando “cuando se asomaban al balcón y veían aquello” que llegaba. A juicio de Adrià, el colectivo de la discapacidad intelectual sigue a fecha de hoy “un poco olvidado” y aunque se está “saliendo un poco”, siguen “intentando localizar a personas donde las administraciones no pueden llegar por si necesitan nuestro apoyo”. Por ejemplo, con el servicio de ocio, para que puedan seguir disfrutando de su tiempo libre en las poblaciones afectadas.

Se trata de una iniciativa por la que se paga una cuota anual, que se ofrece dos días a la semana después del horario del centro ocupacional y con servicio de acompañamiento “porque muchas familias, al ser muy mayores, no pueden recogerlos”. A través de este servicio se trata de “normalizar su tiempo libre” con actividades culturales, deportivas o de otro tipo en la Comunitat que eligen los usuarios con “total autodeterminación”.

El servicio, igualmente sin ánimo de lucro, comenzó en abril “y cada vez hay más personas usuarias que se suman”. Seis personas residentes en zonas afectadas han disfrutado de este recurso. Si bien funciona con las cuotas, la Fundación “la Caixa” también apostó por el proyecto, al igual que el Ayuntamiento de Silla en los inicios.

El centro de Silla es concertado de 80 plazas, y tiene una lista de espera destacada. En el servicio de ocio participan 20 personas y se ha ofrecido de forma gratuita en Catarroja. Durante la dana se ha atendido a 12 personas de esa instalación y a otras personas con necesidad: a una chica acogida en Silla, con acompañamiento en domicilio y a una persona con diversidad funcional intelectual que tras la dana se fracturó el pie y vive con su madre en un tercero sin ascensor.

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Adrià admite que en la cooperativa han pasado por “por muchos altibajos”, de hecho, el covid “se llevó a tres usuarios nuestros”, la “angustia” de los primeros días tras la dana fue “muy grande”: “no localizábamos a muchos usuarios y fuimos a sus domicilios andando. Durante esos primeros días se desplazaban a acompañarles, a ayudarles a limpiar, les llevaban víveres pero la vuelta a casa era “muy duro” porque ellos se quedaban allí.

“Lo sucedido no se les olvida y en las últimas lluvias no vinieron muchos porque tenían miedo”, explica Adrià, quien apunta que el día de la alerta roja, a las 10.00 horas, decidieron desalojar el servicio “sin ninguna una instrucción clara”.

“Cada centro hicimos lo que la coherencia nos llamaba y decidimos evacuar; igual ahora no estaríamos aquí, porque tenemos muchos usuarios en las zonas afectadas”, ha indicado, y ha reclamado que, en estas cuestiones “tan dramáticas”, se debe teber “celeridad en la toma de decisiones”.

“Con una previsión de alerta roja, quizá no tendrían que haber venido. Pero las decisiones no las tenían que tomar las entidades sino las administraciones”, apunta como una necesidad para futuro. Adrià ha dado las gracias a las entidades privadas, como la Fundación “la Caixa”, por su “rapidez” en la respuesta.

“Gracias a eso se ha podido dar el servicio, sin estas ayudas no lo podríamos haber hecho. Empezamos sin saber si lo tendríamos porque era una necesidad de ‘sí o sí, pero ha sido muy rápidas”, ha detallado y ha señalado que aún les queda parte de la subvención “para llegar a cubrir más necesidades” después de que el 31 de enero terminaran los profesionales contratados para el servicio extraordinario.


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