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La Martínez Guerricabeitia comienza su nueva temporada con una exposición colectiva de artistas ecologistas

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VALÈNCIA, 2 (EUROPA PRESS)

La Colección Martínez Guerricabeitia de la Universitat de València (UV) inaugura este jueves, día 3, a las 18.30 horas, la exposición ‘Contra-Huellas. Artistas ecologistas frente a la crisis medioambiental’, que se exhibirá en la Sala Martínez Guerricabeitia del Centre Cultural La Nau hasta el 23 de febrero de 2025.

Organizada a través del Vicerrectorado de Cultura y Sociedad, con la gestión de la Fundació General UV, ‘Contra-Huellas’ es la manifestación de un proyecto que, en palabras de su comisaria, la mediadora cultural Eugenia Rojo, “surge en un contexto de crisis ecológica sin precedentes” que pretende sumarse al “papel crucial de la cultura” en la respuesta a la emergencia ambiental.

De aquí, que ‘Contra-Huellas’, una exposición colectiva de cinco artistas comprometidos, se defina como “una propuesta donde el arte y la ecología convergen promoviendo una conciencia crítica y activa frente a los desafíos ecológicos contemporáneos”.

En este sentido, Eugenia Rojo subraya, en un comunicado, “la importancia de las instituciones del arte para dar a conocer este tipo de manifestaciones y apoyar a los artistas emergentes”, quienes “son artistas muy, muy comprometidos porque viven como predican, trabajan en educación ambiental, en el ámbito rural, junto con comunidades en las que están realmente volcados y en la realidad que rodea a las personas”. Y añade: “Me parecía importante darles voz”.

La tesis de la exposición tiene dos puntos de partida: ciencia y naturaleza. “Es un proyecto con profundidad que implica trabajo de carácter científico, técnico y artesanal, y no el que lamentablemente está de moda: el arte y la ecología que supone un “lavado verde” que no va más allá de la imagen”, sostiene la comisaria.

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La muestra presenta más de una quincena de obras, la mayor parte de ellas recontextualizadas, entre instalaciones, obra gráfica, fotografía, vídeo y escultura. Los materiales son normalmente reutilizados para minimizar su impacto ambiental, así como su montaje: sin marcos, sin plásticos y bajo de luces. Incluso, se encuentra una propuesta que mide la huella ambiental de la muestra, formando parte de la investigación de la huella de CO2 en el arte, así como de sus consecuencias mentales en el ser humano, alejado de la “naturaleza salvaje y abrupta”.

‘Contra-Huellas’ es un título que elige Eugenia Rojo para, de manera figurada, luchar contra el negacionismo ante el cambio climático y la situación de emergencia ecológica en que se encuentra el mundo.

Ella explica que todos, con nuestras acciones, dejamos nuestra huella de carbono en el planeta, también esta expo, la cual quiere configurarse como una “contra-huella” desde un punto de vista conceptual para cambiar la mentalidad; y que el espectador activo se lea las cartelas -algo que, por cierto, no se hace en el arte contemporáneo- porque el objetivo es la difusión de ideas y que se complete la obra con la comprensión de la lectura y el pensamiento crítico.

LOS ARTISTAS

‘Contra-Huellas’ es el fruto de la tesis doctoral de Eugenia Rojo, quien apostó por un proyecto expositivo que habla de “justicia ambiental y cambio climático”, en cuanto que sus efectos están resultando devastadores para la continuidad de algunas especies animales, así como para las personas que se ven obligadas a migrar por la falta de agua.

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Sobre estas líneas y otras trabajan los cinco artistas que expondrán su obra en La Nau. Entre ellos figura Graham Bell (Aberdeen, 1966), de formación científica y medios expresivos como la performance, el vídeo, la música, el arte gráfico, la fotografía y el dibujo, “es un artista muy peculiar con un enfoque diferente que me permite mostrar una cara de la ecología distinta al paisaje”, apunta la comisaria, quien señala que sus performances son rituales que nos proponen cambiar las ceremonias tradicionales para evitar la extinción de los animales, una idea a la que le dedica dos homenajes en la exposición.

También Míriam Martínez Guirao (Elche, 1981), una artista multidisciplinaria con una narrativa que discurre en torno a la ecología y sus nexos con la psicología ambiental, responsable del estudio de la huella de CO2 de la muestra y las consecuencias psicológicas del cambio climático en las personas. Míriam trabaja técnicas, como el dibujo, la instalación, la cerámica, el archivo o la madera.

Bea Millón (Sagunto, 1992), por su parte, aporta un enfoque ecoestético por medio del estudio de las relaciones socioculturales y del entorno. Como dice Eugenia Rojo, su trabajo es directo con las comunidades y las personas, y narra como ejemplo la iniciativa de Millón en Santa Pola (Alicante) donde cuidó de una comunidad migrante y que visibilizó volando un avión con el siguiente mensaje: “Hay tantas olas como muertes en el mar. Ningún migrante es ilegal”. Por lo tanto, según relata la comisaria, su visualidad, puede decirse, se encuentra a caballo entre el arte y el activismo, y es ejecutada desde una mirada descolonial.

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Y Marco Ranieri (Milán, 1984), próximo igualmente a las personas, busca establecer un diálogo entre el medio ambiente y sus habitantes empleando materiales del paisaje que confieren a su obra una estética botánica y natural. “Tal vez sea el más clásico de todos, pero resulta muy vistoso”, remarca Eugenia. Interesado en la biodiversidad y la simbiosis entre la naturaleza y el ser humano, utiliza objetos, alimentos, vegetales, incluso documentación oral* para crear su arte.

Finalmente, Chiara Sgaramella (Cerignola, 1982) se dirige hacia los nexos establecidos entre los ecosistemas naturales y las sociedades humanas, realizando su trabajo de campo en el ámbito rural y los huertos urbanos con el fin de encontrar técnicas agrícolas alternativas para una producción alimentaria sostenible y respetuosa con el medio ambiente.

En definitiva, conocimiento y experimentación con la naturaleza, el campo, el ámbito rural o urbano pero sobre todo con las personas, quienes, como insiste la comisaria en el relato de ‘Contra-Huellas’, se enfrentan a una “alarmante” pérdida de biodiversidad, contaminación, crisis de residuos y cambio climático.


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