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ALICANTE, 21 (EUROPA PRESS)
Un equipo de investigadores de la Universidad de Alicante (UA) ha desarrollado una iniciativa para reutilizar residuos de la posidonia oceánica, una planta marina protegida que forma extensas praderas submarinas en el Mediterráneo, como sustrato de cultivo para “recuperar” el sabor del tomate y, por tanto, “devolverle sus propiedades organolépticas perdidas”.
En un comunicado, la institución académica recuerda que este cultivo hortofrutícola es un “pilar fundamental” en la dieta humana por su aporte de micronutrientes. Sin embargo, en los últimos años, los consumidores han mostrado su “desconento” con la calidad de este fruto, “que ha perdido gran parte de su aroma y sabor en comparación con las variedades autóctonas”.
La iniciativa, enmarcada en los proyectos de investigación gastronómica desarrollados por el Centro de Gastronomía del Mediterráneo (Gasterra), la ha liderado Borja Ferrández Gómez, investigador principal, junto con Mar Cerdán Sala y Antonio Sánchez Sánchez, miembros del grupo de investigación Química Agrícola del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular y Edafología y Química Agrícola de la UA.
Según la UA, los resultados obtenidos “no solo prometen revolucionar la calidad del tomate, sino también ofrecer una solución sostenible para gestionar los residuos de posidonia oceánica, un problema recurrente en las costas mediterráneas”.
Así, insiste en que “el deterioro del sabor del tomate comercial es un problema global que ha generado preocupación entre consumidores y productores”.
CONVERTIRLA EN UN “RECURSO VALIOSO”
Uno de los factores “clave” que influyen en la formación de los compuestos responsables del aroma y sabor del tomate es el sustrato de cultivo. Ante ello, el equipo de la UA decidió “explorar alternativas innovadoras”, centrándose en la posidonia oceánica.
Aunque esta especie desempeña un “papel crucial” en los ecosistemas costeros –oxigenando el agua, fijando sedimentos y sirviendo de refugio para numerosas especies marinas–, sus hojas muertas se acumulan en las playas y “se convierten en un problema de gestión de residuos, especialmente en zonas turísticas”.
Actualmente, estos restos se retiran y trasladan a vertederos, donde tardan años en descomponerse debido a su lenta tasa de degradación. Por ello, el proyecto de la UA busca dar un nuevo uso a estos residuos, transformándolos en un recurso valioso para la agricultura.
“Nuestro objetivo era demostrar que la posidonia oceánica no solo puede ser reutilizada, sino que también puede mejorar la calidad de los cultivos, en este caso, del tomate”, explica Ferrández Gómez.
El proyecto, desarrollado en el marco de la convocatoria 2024 de Gasterra, se centró en tres objetivos principales: incrementar las propiedades organolépticas del tomate, demostrar la eficacia de la posidonia oceánica como sustrato de cultivo y evaluar su influencia en las propiedades fisicoquímicas de los frutos.
Para lograrlo, los investigadores acondicionaron los restos de posidonia oceánica y los mezclaron con diferentes compuestos para crear sustratos de cultivo.
Posteriormente, realizaron un estudio a escala de invernadero utilizando plantas de tomate ‘cherry’. Durante el proceso, se evaluó el desarrollo vegetal y se analizaron las propiedades de los tomates en su primera fructificación.
“MAYOR CONCENTRACIÓN” DE AROMAS
Los resultados revelaron que la composición del sustrato tuvo un “impacto directo” en las propiedades organolépticas, la maduración y la calidad de los tomates.
En particular, los tomates cultivados con sustratos que incluían posidonia oceánica mostraron una “mayor concentración de compuestos químicos asociados con aromas herbáceos, frescos, cítricos y dulces”.
“Estos resultados confirman que el sustrato de cultivo puede ser una herramienta poderosa para mejorar el sabor y aroma del tomate”, destaca Cerdán Sala.
Más allá de sus beneficios para la agricultura, este proyecto representa, según la UA, un “paso importante hacia la economía circular, un modelo que busca reutilizar los residuos para generar nuevos recursos y reducir el impacto ambiental”.
De hecho, al transformar los restos de posidonia oceánica en sustratos de cultivo, “no solo se evita su acumulación en vertederos, sino que también se reducen los costes de gestión y se genera un beneficio económico a partir de su revalorización”.
“Este proyecto es un ejemplo de cómo la investigación puede contribuir a resolver problemas ambientales y, al mismo tiempo, mejorar la calidad de los alimentos que consumimos”, afirma Sánchez.
De esta forma, la Universidad reafirma su “compromiso con la investigación innovadora y sostenible, impulsando proyectos que buscan soluciones prácticas a desafíos globales”.
Considera que este estudio “abre nuevas posibilidades para la agricultura, así como también contribuye a la conservación del medio ambiente y al desarrollo de una economía más circular y responsable”.
En este contexto, la UA quiere “continuar posicionándose como un referente en investigación aplicada, demostrando que la ciencia puede ser un aliado clave para construir un futuro más sostenible y sabroso”.
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