El fotoperiodista muestra en L’Etno qué ha sido de las víctimas de minas que protagonizaron la primera exposición hace más de dos décadas
VALÈNCIA, 8 (EUROPA PRESS)
El fotoperiodista Gervasio Sánchez lleva desde septiembre de 1995 acompañando y fotografiando a personas que fueron víctimas de minas. A muchas las retrató aún de niñas, malheridas y después de sufrir amputaciones. La vida continuó para ellas y él y su cámara también siguieron presentes: cómo recorrieron kilómetros para ir a la escuela a pesar de perder sus piernas, cómo se casaron, formaron una familia y han logrado construir un futuro mejor más de dos décadas después, o no.
Todo ello queda recogido en ‘Vidas pasadas, 25 años’, una exposición que Gervasio Sánchez ha presentado este martes en L’Etno y que es la cuarta parte del proyecto que se expuso por primera vez en este museo en 1999 y después en 1997, 2002 y 2007.
“Estas personas y sus historias y evoluciones de vida que he seguido me han dado la estabilidad emocional. En medio de la debacle, de la mentira de lo político, de lo diplomático, de las mentiras de los gobiernos de cualquier color, de nuestros banqueros, hay personas que resisten a la violencia y se comportan con dignidad”, ha afirmado.
El fotoperiodista ha advertido que “en la guerra, las partes utilizan la manipulación y la mentira para envolverte con su relato”. Por ello, para él, “la única verdad incuestionable de la guerra son las víctimas civiles”. “Cuando estoy confuso, y casi siempre es confuso en medio de una guerra, me alío con las víctimas. Es la base de mi trabajo. Por eso he podido construir historias de vida”, ha afirmado.
ISRAEL Y EL “NEGOCIO” DE LAS GUERRAS
Gervasio Sánchez ha explicado que, “tras pasar más de cuarenta años en la guerra, uno acaba sintiendo que ha fracasado”. “Pensaba cambiar el mundo, hacerlo más pacífico”, pero “llevo toda mi vida en guerra y he llegado a la conclusión de que nunca jamás acabaremos con las guerras. La guerra es un grandísimo negocio”.
El reportero ha explicado que en tercero de carrera de Periodismo ya viajó a Israel cuando no existía aún ni Hamás ni Hizbulá y que dedicó su primer trabajo universitario al conflicto en Oriente Próximo.
Así, ha afirmado que la matanza de Hamas en territorio de Israel el 7 de octubre fue “terrorismo puro” y que ni siquiera en una guerra se puede matar a militares desarmados. No obstante, ha asegurado que es “sorprendente” que esto pudiera ocurrirle a un país con una “seguridad impecable” en el que él mismo ha podido comprobar que es “imposible” atravesar las verjas que rodean Gaza.
“Israel sabía que iba a haber una incursión palestina” según publica un medio como el New York Times, ha remarcado, y “decidió la venganza y la venganza fue arrasar Hamas”, pero para Gervasio Sánchez “lo importante fue lo que pasó en las bolsas neoyorkinas y europeas”, donde “las industrias armamentísticas se dispararon” en valor.
El fotoperiodista ha asegurado que las víctimas palestinas serán siempre mucho más numerosas que las de Hamás y ha denunciado que los gobiernos, incluido el español, se han estado lucrando de la venta de armas y continúan haciéndolo a día de hoy independientemente de su color político, como también algunos los principales bancos. Por ello, ha exigido a estas entidades y al Ejecutivo central que dejen de proporcionar armas a Israel.
Gervasio Sánchez ha lamentado que “estamos rodeados por todas partes de conflictos brutales” pero que, por “intereses ajenos al periodismo”, “solo se documentan y mal las guerras mediáticas”. Así, por ejemplo, ha exigido también responsabilidad ante la violencia que se vive en el Sáhara y ha pedido al Gobierno central que tampoco venda armas a Marruecos. “Para mí el periodismo ha fallado”, ha aseverado Gervasio Sánchez, pero él “sigue batallando” y sigue creyendo en él “a pesar de todo”.
VIDAS QUE SUPONEN UN “ANCLAJE MORAL”
En medio de toda esta “debacle”, tras 40 años siendo testigo y documentando cómo los seres humanos se matan entre sí, Gervasio Sánchez ha explicado que las historias de los supervivientes que pueden verse en la exposición son su “anclaje moral y ético”. “Con las víctimas de las minas, me sirve como base moral para seguir creyendo en lo que estoy haciendo”, ha afirmado.
La exposición, centrándose en un grupo de víctimas, reúne desde imágenes en hospitales de hace unas décadas hasta retratos familiares de la vida después de la tragedia, momentos de faena, plácidas siestas, el cuidado de los hijos y escenas de la vida cotidiana.
Una de estas historias que ha marcado a Gervasio Sánchez y que se muestran en la exposición es la de Sofía Elface Fumo (Mozambique), a la que él considera “casi su hija” porque la conoce desde niña y la ha acompañado desde entonces. Tenía once años cuando en noviembre de 1993 pisó una mina mientras recogía leña con su hermana pequeña María. Perdió las dos piernas y a su hermana. A pesar de ello, terminó el bachillerato superior recorriendo 9,6 kilómetros en silla de ruedas hasta la escuela.
Sofía Elface ha tenido cinco hijos y el fotoperiodista ha podido ver el nacimiento de dos. Al último de ellos decidió llamarle Gervasio. A pesar de no pocas dificultades en su historia personal, ha cumplido 42 años y trata de que sus hijas lleguen a la universidad, mientras intenta localizar a su hijo mayor que migró a Sudáfrica.
En el caso de Sokheurn Man, herido con 13 años en su Camboya natal, a pesar de haber perdido una pierna, llegó a la universidad, documentó las historias de otros supervivientes como él y ahora dirige una ONG de origen australiano en su país.
También forma parte de la muestra Medy Ewaz, que era muy pequeño cuando una mina le hirió en Afganistán, y ahora –con mediación de Gervasio Sánchez– ha podido migrar a Madrid con su familia después de que los talibanes tomaran el poder.
Manuel Orellana, de El Salvador, perdió una pierna días antes de que terminara la guerra. “Era un campesino pobre que tuvo que buscar una salida laboral, hizo cursos de corte y confección y se dedica a hacer camisetas. Tres de sus cuatro hijos han ido a la universidad”, ha destacado Gervasio.
Sin embargo la colombiana Mónica Paola Ardila ha tenido peor suerte que el resto, sujeta a la violencia sexual y pasando por casas de acogida. “De niña eran tan lista que podría haber llegado a la universidad y nadie la ayudó”, ha lamentado Sánchez.
Estas historias se pueden ver en L’Etno hasta el 16 de febrero y en el libro ‘Vidas minadas: 25 años’ de la editorial Blume. El diputado de Cultura, Paco Teruel, ha asegurado que esta exposición es “oportunísima” en el tiempo que estamos viviendo, mientras que el director de L’Etno, Joan Seguí, ha reafirmado el compromiso del museo con todas las etapas del proyecto de Gervasio Sánchez y así “contribuir a la no banalización de la guerra”.
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