El chef Knöller: “Me aburría un montón la forma que tenía el restaurante. Necesitaba un cambio de verdad”
VALÈNCIA, 14 (EUROPA PRESS)
El restaurante Riff, del chef con estrella Michelín Bernd Knöller, ha reabierto sus puertas tras una amplia reforma del local y en una nueva etapa en la que primará la diversión, la interacción, el fuego y la brasa. “Me aburría un montón la forma que tenía el restaurante. Necesitaba un cambio de verdad”, ha asegurado Knöller durante la inauguración del establecimiento.
El restaurante, que abrió sus puertas en València hace 30 años en la calle Conde Altea y en el año 2001 cambió de local a otro establecimiento más amplio ubicado en la misma calle, sólo que en el número 18, inició en abril una reforma del establecimiento con el objetivo de interactuar más con el cliente.
La reforma, diseñada por Estudio Rooom y materializada por la constructora valenciana Construvelo SL, ha permitido la creación de espacios abiertos y de una barra de 86 centímetros de profundidad, bautizada como ‘Chef’s Corner’, con capacidad para nueve comensales. De las paredes del local cuelgan los cuadros de su hijo Bastián Sinsé.
Además, el local cuenta con diferentes mesas con una capacidad de entre 20 y 28 comensales y la reforma, que ha concluido este mes, ha ido acompañada de una evolución en los platos, en los que se primará el fuego y la brasa, así como nuevas técnicas culinarias.
“Llevo 31 años currando en València y todavía tengo ganas de seguir”, ha señalado el chef, de origen alemán, quien ha agregado que su local “necesitaba” un cambio: “Me aburría un montón la forma que tenía el restaurante, sufría mucho. Mucha gente me decía que estaba loco y que el local seguía siendo moderno, pero yo necesitaba un cambio de verdad para los próximos años que me tocan trabajar”.
En este cambio, ha destacado, lo “más importante” era el contacto con el cliente. “También lo pedían los cocineros”, ha apostillado. “Hace 30 ó 40 años los cocineros eran menos visuales y la persona más importante era el ‘maître’, que era quién informaba a cocina lo que se debía hacer. Esto ha cambiado en los últimos años y los cocineros quieren salir y ver a los clientes. Y al revés. Lo necesitamos, es un estímulo mucho más vivo”, ha explicado.
“Tenía ganas de jugar más –ha continuado– porque antes tenía la sensación de que había poco margen en el local. Ahora ya los comensales estarán prácticamente dentro de la cocina y será muy divertido”, ha dicho.
El chef también ha querido dar las gracias a su hijo Bastián por los cuadros que decoran el local, una serie bajo el nombre ‘This is not Fine Dining’: “Ahora mismo hay seis cuadros preciosos y se me cae la baba. Este experimento podía haber salido mal pero estoy muy orgulloso. Parecen las paredes del Thyssen”, ha bromeado.
“Con este cambio estructural nos acercamos a nuestro ideal, un espacio donde se cruzan las miradas en una experiencia común. Estamos todos en el mismo barco y sin paredes”, ha resumido el chef sobre su nuevo proyecto que ha visto la luz.
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