Obras de la Colección Masaveu, firmadas por Zurbarán hijo, Arellano o Meléndez, reivindican el género de la naturaleza muerta
VALÈNCIA, 6 (EUROPA PRESS)
Los “nuevos dioses creadores de materias” protagonizan una exposición en el Museo de Bellas Artes de València (MuBAV) que exhibe las pinturas de naturaleza muerta más sobresalientes de los artistas españoles de los siglos XVII y XVIII, además de algunas obras italianas y flamencas de este periodo.
Juntas estructuran un viaje del 150 años, Barroco a la Ilustración, que recorre las creaciones de pintores afincados en ciudades como València, Sevilla, Madrid o Zaragoza, con el objetivo de demostrar que el bodegón es un género pictórico que no tiene nada que envidiar a sus ‘hermanos mayores’.
Con 42 piezas, esta exposición procede de los fondos de la Colección Masaveu, una de las privadas más importantes de España. Hay obras de artistas como Juan de Zurbarán, Juan de Arellano o Luis Meléndez que sobresalen por su colorido, su nivel de detalle y su espectacularidad para reflejar objetos cotidianos, con cuatro cuadros restaurados específicamente para la ocasión tras ser adquiridos.
“Es un pequeño regalo a València”, ha manifestado el comisario de la muestra, Ángel Aterido, en la presentación junto al director del MuBAV, Pablo González Tornel; el secretario del patronato de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, Álvaro Sánchez, y la secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar.
La exposición, que supone la tercera colaboración entre el MuBAV y la Colección Masaveu, destaca por su preciosismo táctil y por su juego de texturas y elementos en obras que están pensadas para ver despacio y, así, detenerse en las mejores capacidades de los pintores.
“Desde hace 20 años no se había hecho en el Bellas Artes una exposición de naturaleza muerta de esta entidad”, ha resaltado González Tornel, quien ha explicado que este tipo de obras se pintaban originalmente para una clientela muy intelectual y ahora alcanzan “valores altísimos” en las subastas.
DE LO VULGAR A LO SOFISTICADO
Se pretende demostrar que el bodegón, un género al que público ya está más que acostumbrado, cambió “la forma de mirar a algo corriente” cuando irrumpió en unos siglos dominados por la pintura religiosa y los retratos. “Algo que es presuntamente vulgar se convierte en sofisticado”, ha descrito el comisario.
‘Colección Masaveu: objeto y naturaleza. Bodegones y floreros de los siglos XVII-XVIII’, abierta hasta mediados de junio, se divide en cuatro secciones que van desde la naturaleza muerta más silenciosa y la simetría de los bodegones del inicio del Barroco a los teatralizados floreros y las alegorías de los sentimientos.
En el inicio de la muestra, los bodegones llaman la atención por su “orden silencioso”, que evoluciona a una mayor intensidad visual. Sobresale la ‘Salvilla con melocotones y uvas’ de Panfilo Nuvolone (1617) y sus reminiscencias a Caravaggio.
“LAS MESAS ERAN PARA FARDAR, NO PARA COMER”
Algunas de las obras muestran una contradicción entre su austeridad con la riqueza de unos alimentos que “no todo el mundo podía permitírselos”. “Es una escaparate, una construcción creíble”, ha indicado el comisario. Otras piezas reflejan la riqueza de los ajuares y los palacios con mesas que “no eran para comer, sino para fardar”.
De la luz violenta del primer Barroco se viaja a cuadros menos oscuros. La parte dedicada a Sevilla está protagonizada por Zurbarán hijo, quien “hace un auténtico espectáculo de las cosas sencillas” en sus bodegones, aunque la producción en esta ciudad fue “limitadísima” por la peste.
Entre las obras pintadas en València, ya con un “pequeño desorden” en los objetos, destacan las de Tomás Hiepes, mientras de Zaragoza se exhiben algunos bodegones de Bernardo Polo con composiciones de menor simetría.
La muestra continúa con cuadros de floreros, expuestos en serie tal y como se colgaban en el XVII. Se trata de un subgénero del bodegón que está dominado por Juan de Arellano y sus floreros de gran colorido y monumentalidad. De ahí se viaja a otras obras con floreros más “encajados” en los marcos en los que se agrandan las flores.
De los floreros se pasa a varias alegorías de los sentidos en las que, a diferencia de en la pintura flamenca, no hay desnudos porque “era un tabú” en la pintura española. Eran una suerte de “lecciones de vida” en clave religiosa que demuestran que “los bodegones no eran solo flores y manzanas”.
Coronan la exposición seis obras barrocas de Luis Meléndez, basadas en un encargo del rey Carlos IV, que combinan ciencia y tradición. Se representan alimentos como pescados con un extraordinario nivel de minuciosidad, tanto que “parece algo científico en la mesa de la cocina”.
FUTURAS COLABORACIONES
De cara al futuro, el director del MuBAV no ha cerrado la puerta a nuevas colaboraciones con la Colección Masaveu –“siempre se nos ocurren buenas ideas”–, pero ha pedido esperar a que concluya esta muestra. “Es una colaboración que, sin duda, debe continuar”, ha afirmado, por su parte, la secretaria autonómica de Cultura.
Esta exposición se ha mostrado con anterioridad en la Fundación Unicaja de Sevilla, el Museo de Bellas Artes de Asturias y el Centro de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson de Madrid.
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