VALÈNCIA, 13 (EUROPA PRESS)
Asistentes al Medusa explican el “caos” vivido durante la madrugada de este sábado en el recinto del festival de Cullera (Valencia) cuando, a raíz de unas fuertes rachas de viento, empezó a derrumbarse parte del escenario principal y otros elementos.
“Estábamos bailando cerca del escenario principal y, de repente, de un segundo a otro, vino un aire que ardía, que quemaba la piel y era molesto. A la misma vez, se levantaba polvo y, al principio, no sabíamos si era del festival o no; no sabíamos si eran efectos especiales. Se paró la música, empezaron a sonar sirenas y vimos a la gente corriendo de aquí y para allá”, relata a Europa Press Estefanía, una joven de San Antonio de Benagéber que disfrutaba del festival con otros cinco amigos más.
Otro de los asistentes, Miguel, explica el “susto” vivido porque “en la zona donde estábamos más seguros, parecía una película. Empezaron a atender a heridos y a los diez minutos nos empezaron a desalojar a todos”. Este joven describe que cuando estaban cerca del escenario vio “una especie de cartel salía volando” pero esta mañana, al ver videos publicados en redes sociales, ha podido comprobar que se trataba de un “trozo del escenario que se había descolgado y desprendido”.
“Si el viento en lugar de ir hacia la derecha va hacia atrás, nos pilla a nosotros”, detalla y añade: “Veinte minutos antes, donde se cayeron los palos estábamos nosotros”. Además, se pregunta qué hubiera sucedido de no haber decidido el festival suspender la pirotecnia que había programado. “Hubiera sido una catástrofe aún mayor”, augura.
Marta describe una situación similar, que refleja lo instantáneo del momento: “Ocurrió de repente, se levantó una racha de aire con arena y el escenario se empezó a caer sobre las primeras filas”, señala esta joven de València que añade que en ese momento “pararon la música y empezaron a llegar ambulancias”.
“La gente empezó a gritar y correr, pero evacuaron el recinto muy bien. La Policía empezó a pitar y desalojar”, describe, aunque también expresa una “sensación de agobio” porque “nadie sabía qué había pasado, no comunicaban nada”.
Por su parte, Estefanía expresa su principal temor en ese momento: “Más que el poniente o el viento me daba miedo de que pudiera ver una avalancha”, así que se colocaron en una zona donde “relativamente se estaba más seguro”. Pero, según dice, “era un caos” ante la cantidad de Policía Local, sanitarios, seguridad privada y Guardia Civil, que empezaron a atender a los heridos.
Ella llegó a ver a una chica que sufría un ataque de ansiedad y a gente tratando de “afianzar las estructuras” porque “había cosas que se habían volado”, y muchos trabajadores sujetándolas. “Era incontrolable; no te podías fiar de que eso aguantase”, dice. A ellos les evacuaron a través de la zona del camping y salieron sobre las cinco de la mañana. En ese tiempo, explica que se quedaron sin cobertura y no podían avisar a la familia y que muchos, al salir, perdieron sus móviles.
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