LA ANEMIA AFECTA A 32 MILLONES DE EMBARAZADAS EN EL MUNDO
Los investigadores de la Unidad de Bioestadística Clínica del Hospital Ramón y Cajal -IRYCIS- y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública -CIBERESP-, Dr. Zamora y Dr. Fernández, han participado en un estudio dirigido por la Universidad Queen Mary de Londres que analiza el riesgo de mortalidad en embarazadas asociado con la anemia grave. El estudio incluyó más de 300.000 mujeres en 29 países.
La investigación, publicada en la revista The Lancet Global Health, mostró que las embarazas con anemia tienen el doble de riesgo de morir en el embarazo o en la semana posterior al parto que las que no la tienen. Los resultados sugieren que la prevención y el tratamiento de la anemia materna deben seguir siendo una prioridad mundial en salud pública y en investigación. La anemia, que se caracteriza por la falta de glóbulos rojos sanos, afecta a 32 millones de mujeres embarazadas en el mundo. Esta deficiencia alcanza a la mitad de las mujeres embarazadas en los países de rentas medias o bajas.
Investigadores del IRYCIS
Javier Zamora y Borja Manuel Fernández explican: “La anemia en el embarazo es uno de los problemas médicos más comunes que padecen las mujeres independientemente del nivel de renta de los países. Hemos mostrado que, si una mujer tiene anemia en algún momento de su embarazo o en los 7 días posteriores al parto tiene un mayor riesgo de morir, lo que sugiere que el tratamiento urgente es muy importante.”
La anemia es una condición fácilmente tratable. El abordaje del problema debería ser multidisciplinar, e involucrar tanto a profesionales de la salud como agentes decisores, centrando su atención en la prevención de la anemia y no en el tratamiento exclusivo mediante suplementos de hierro.
El estudio, que es el más grande de este tipo, recogió datos de 312.281 mujeres embarazadas en 29 países de América Latina, África, Pacífico Occidental, Mediterráneo Oriental y Sudeste Asiático. De estas mujeres, 4.189 tenían anemia grave y fueron emparejadas con 8.218 mujeres sin anemia grave. Estudios previos habían sugerido que la anemia estaba fuertemente asociada con la mortalidad, pero esto podría ser debido a otras razones clínicas, y no directamente a la anemia. Este estudio es el primero que considera los factores que influyen en el desarrollo de anemia en el embarazo lo cual podría haber sesgado los resultados de estudios previos.
El riego de mortalidad se duplica con anemia
Los resultados mostraron que, cuando se controla por todos los factores asociados conocidos, el riesgo de mortalidad materna es el doble en las madres con anemia grave. La relación se observó en diferentes áreas geográficas y usando diferentes métodos estadísticos, lo que sugiere que existe una relación independiente entre la anemia grave y la mortalidad materna. “Este trabajo ayudará a definir las políticas en salud en todo el mundo proporcionando evidencia científica de la importancia de la prevención y tratamiento de la anemia materna, en última instancia, salvando vidas y evitando muertes prevenibles”, comentan los investigadores.
Las estrategias para la prevención y tratamiento de la anemia materna incluyen proporcionar suplementos orales de hierro para las mujeres embarazadas, comida con alto contenido en hierro, mejora del acceso a cuidados prenatales en áreas remotas, el tratamiento de anquilostomiasis y el acceso a servicios de transfusión. El estudio tiene limitaciones incluyendo su naturaleza observacional, lo que significa que la relación causal directa entre la anemia grave y la mortalidad materna no puede ser probada, debido a que otros factores podrían entrar en juego.
Además de los investigadores españoles Javier Zamora y Borja Manuel Fernández, en el estudio han participado investigadores de la Universidad Queen Mary de Londres del reino Unido, la Organización Mundial de la Salud -OMS-, el Centro Nacional de Salud Infantil y Desarrollo de Japón, la Universidad Federal de Sao Paulo de Brasil, el Instituto de Investigación Fortis Memorial de la India, el Ministerio de Salud de Sri Lanka, la Universidad de Khon Kaen de Tailandia y la Universidad de Tsukuba de Japón.
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