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Teatros del Canal invita a reflexionar críticamente sobre las “esclavitudes” de consumir y fabricar tecnología en ‘iSlave’

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Danza, música y texto aderezan un viaje desde el nacimiento del primer iPhone en el que se cuela Steve Jobs como arquetipo de esta nueva era

MADRID, 29 (EUROPA PRESS)

Teatros del Canal invita desde mañana a una reflexión crítica sobre las “esclavitudes” que suponen tanto el consumir tecnología y generar una dependencia de ella, como el fabricarla y soportar la precariedad laboral de los países donde se ensamblan los dispositivos.

Éste es el planteamiento de ‘iSlave’, una propuesta de Colectivo E7.2 producida bajo el sello de Creación Canal que recurre a la danza, la música y el texto para visibilizar esta situación y enfrentar al espectador a sus “propias contradicciones”, tal como ha señalado el compositor de la música de esta obra, de la que también es cocreador, Alberto Bernal, en declaraciones a Europa Press.

“Yo creo que el arte, y en este caso las artes escénicas, o al menos esta es mi postura, no plantea dar ninguna lección, sino simplemente que nos confrontemos durante una hora y diez minutos con nuestras propias contradicciones y visibilizar o audibilizar, también en este caso, toda esa problemática”, ha defendido Bernal.

Un viaje cuyo estreno absoluto acoge la Sala Negra de Teatros del Canal, donde estará en escena este fin de semana –viernes, sábado y domingo–, que transcurre desde el nacimiento del primer teléfono móvil iPhone en 2007 y en el que su padre y fundador de la empresa Apple, Steve Jobs, aparece de forma intermitente como un arquetipo de esta nueva era, explica su cocreador.

El espectáculo, interpretado por cuatro músicos y dos bailarines, comienza incluso antes de la llegada del público, al que reciben tomándose ‘selfies’ en el escenario, para dar paso, una vez se cierran las puertas de la sala, a una primera escena con dos personajes jugando a un primigenio videojuego mientras de fondo se escucha a Jobs anunciando la llegada de este nuevo dispositivo móvil.

DOS TIPOS DE ESCLAVITUD

A partir de ahí, el escenario se divide en una mitad donde los consumidores se van convirtiendo gradualmente en esclavos de la tecnología, adictos a la redes sociales y las interacciones, mientras en la otra trabajadores de las fábricas ataviados con característicos monos naranja se desempeñan a destajo para satisfacer las necesidades del mercado.

Dos formas de “esclavitud” contemporánea que se llegan a dar la mano a lo largo de este trabajo colectivo en el que Pablo Ramos es el director de escena, Alberto Bernal el compositor, Mar Gómez Glez la dramaturga –Premio Nadal de Novela en 2021 por ‘Una pareja feliz’– y Led Silhouette los bailarines que actúan.

Del centro de decisión de estas compañías tecnológicas en Silicon Valley (California) a las fábricas chinas donde se ensamblan los teléfonos, la pieza recoge también, como subraya Bernal, un guiño a ‘Tiempos modernos’, de Charles Chaplin, clásico del cine que denuncia la alienación de la clase obrera a manos de las nuevas formas de producción en cadena.

“Yo creo que cuando no sabes muy bien de qué va la obra y piensas en la esclavitud de las nuevas tecnologías, lo primero que pensamos es en nosotros, es decir, en nuestro propio mundo, como si estamos esclavizados por las nuevas tecnologías, pero en esta obra nos ha parecido relevante mostrar precisamente la verdadera esclavitud, que es la de las personas que producen, las cientos de miles de personas en las plantas de producción”, ha subrayado Bernal.

De esta forma, ‘iSlave’ pone en perspectiva los actuales conceptos de “modernidad líquida, nube o posfordismo”, nuevas realidades en occidente que tienen su contrapunto material en los servidores que sostienen esa nube o en los procesos de producción de los dispositivos tecnológicos, llevando así lo etéreo “al mundo físico”.

UNA OBRA QUE “NO BUSCA ALECCIONAR”

Una obra que no busca “aleccionar o echar moralina”, sino “simplemente poner un espejo” como sociedad, sin esconder las “propias contradicciones” de la compañía escénica, como el “escribir el texto desde un MacBook”, como se llega a señalar en la representación.

Una alusión a la célebre firma de la manzana que no pretende señalar a ésta sobre el resto, advierte su cocreador, sino que recurre a ella y a su fundador como ejemplo paradigmático para “hacer un poco de arqueología de las nuevas tecnologías” y de su uso, precisa.

Para ello, la información alcanza “un límite” en el que entra “la vivencia estética”, como “el sonido de la repetición hecha danza o de la repetición hecha sonido de la esclavitud”.

Aunque “la tecnología venía para mejorar el mundo”, la obra pone el foco en que “ocultaba un lado oscuro”, como es el de “la explotación laboral que se volvió imprescindible para producir millones de dispositivos electrónicos”.

Así, en el escenario los intérpretes reproducen a su modo el planteamiento de la obra entre el juego y el trabajo que esclaviza, oponiendo los juegos sonoros y el movimiento supuestamente libre de dos músicos (oboístas) y un bailarín a la repetición mecánica, alienante hasta casi la extenuación que realizan los otros dos músicos (percusionistas) y el segundo bailarín.


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