La empresa social ha desplegado tres espacios de restauración en la región que dan empleo a 34 trabajadores
GETAFE, 19 (EUROPA PRESS)
Las tres cocinas que la empresa social Lakook ha abierto en la Comunidad de Madrid, en Getafe, El Escorial y Alcobendas, tienen como objetivo principal generar empleo para personas migrantes y refugiadas en proceso de inclusión social y laboral. Así, los tres espacios dan trabajo a 34 personas que encuentran en ellas una segunda oportunidad para rehacer sus vidas.
Lisbeth Sotillo es una de ellas. Cuando su marido decidió presentarse en 2016 a la alcaldía de una ciudad de Venezuela en un partido de la oposición, la vida de esta venezolana de 50 años cambió radicalmente. Tanto ella como su hija empezaron a sufrir amenazas e incluso un secuestro que les empujaron a tomar la decisión de abandonar su país “durante unos meses” y venirse a España con la niña y con su madre. Nunca volvió y terminó divorciándose de su marido, de quien ya se estaba separando antes de marcharse.
Al llegar a España como solicitante de asilo, hace más de ocho años, entró en contacto con la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) de Madrid, que le ofreció un trabajo temporal como sustituta de auxiliar de cocina en Lakook, que pertenece a la ONG.
Sotillo no se lo pensó dos veces y accedió al trabajo, que combinaba con otros como cuidadora, mientras se seguía tramitando su solicitud de asilo. Atrás quedó la empresa de seguridad que dirigía en Venezuela, en la que tenía a cargo a más de 400 empleados.
“El hecho de tener en mis manos la responsabilidad de no dejar caer a mi familia, que son mi madre y mi hija, no me ha permitido, ni siquiera aún después de ocho años, tener un duelo que me permita tirarme en una cama a llorar”, cuenta Sotillo a Europa Press, ataviada con un delantal y un gorro negros de los que no se desprende en toda la entrevista.
El grueso del trabajo de Lakook consiste en dar de comer a residencias que gestiona CEAR, donde se presta un servicio de desayuno, comida, merienda y cena, aunque también tiene alguna cocina dedicada a la restauración comercial para el público general, según explica el coordinador general de la empresa, Miguel Ángel Martínez. “Esta parte es la que más visibilidad tiene, ya que desarrollamos todo tipo de eventos para organizaciones sociales, principalmente”, amplía.
Lakook tiene repartidas tres de sus quince cocinas en la Comunidad de Madrid, mientras que el resto se encuentran entre las provincias de Sevilla, Málaga y Valencia. En total, 104 personas trabajan en ellas.
Sotillo se encarga de la cocina de Getafe desde hace unos cuatro años, cuando se le ofreció la posibilidad de probar en el puesto. Ahora tiene un contrato a jornada completa que le da “estabilidad económica”. “Cocinar era un ‘hobby’ para mí cuando vivía en mi país y estaba especializada en temas de repostería”, recuerda, a la vez que muestra su Instagram para lucir flores de azúcar elaboradas por ella misma.
Bajo su dirección como cocinera tiene a Jonathan Encarnación, nacido en la República Dominicana hace 41 años. Apenas lleva un mes y medio trabajando en Lakook, así que le ha tocado empezar como ayudante de cocina y encargarse de las tareas de la limpieza.
SOLICITANTE DE ASILO POR VIOLENCIA HOMÓFOBA
En su caso, llegó a España en 2022 como solicitante de asilo tras sufrir varios episodios de violencia por ser homosexual. Primero, en su país de origen, donde sus padres no toleraban su orientación sexual. “Vengo de una familia muy católica que no asimilaba que yo fuera gay”, detalla. Y más adelante en Argentina, donde se trasladó para alejarse de su entorno y donde terminó sufriendo agresiones por la misma razón. “Eran personas retrógradas que, cuando se enteraron de que mi pareja era un hombre, me empezaron a acosar”, relata Encarnación.
Al final de su etapa en Argentina, donde vivió siete años, Encarnación se dedicaba a la gastronomía, así que su nuevo empleo no le pilla de nuevo. “En Lakook me siento cómodo, me siento en familia, y además estoy haciendo algo que me gusta, que es la cocina”, expresa. En su caso, trabaja a media jornada, pero CEAR le proporciona un alojamiento compartido para poder llegar a fin de mes.
La elección de dos perfiles como el de Sotillo y Encarnación para trabajar en Lakook se hace, según explica Martínez, en función de sus capacidades, como en cualquier otra empresa, pero también de su situación. “Tenemos puestos específicos para personas con especial vulnerabilidad”, matiza.
La plantilla cuenta con un 85% de contratos indefinidos. Martínez se muestra orgulloso de la evolución del proyecto durante los 10 años que lleva en marcha y avanza que quieren ampliar su trabajo a otro tipo de clientes y de residencias, como las de personas sin hogar. “Tuvimos un restaurante en la Casa Árabe de Madrid y fue una experiencia muy buena, así que nos gustaría poder empezar una iniciativa similar próximamente”, desliza.
A punto de terminar la entrevista, dos auxiliares le hacen señas a Sotillo para que vuelva a las cocinas, que la necesitan. Así que, nada más terminar, se despide y procede a preparar el arroz caldoso y el pollo con patatas que ese día indica el menú. La chef sonríe y sentencia: “No me gusta que nadie toque mi guiso”.
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