Los responsables tiraron la llave a una alcantarilla y ésta fue recuperada por los bomberos
MADRID, 19 (EUROPA PRESS)
Asistentes a una fiesta ilegal celebrada con restricciones en vigor en el ocio nocturno por el coronavirus han relatado en el juicio contra el organizador la agonía que vivieron la madrugada del 7 de marzo de 2021 al impedirles abandonar el recinto hasta que les liberó la Policía Nacional con ayuda de los bomberos del Ayuntamiento de Madrid.
Raúl G. V. se ha sentado en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Madrid por tres delitos de detención ilegal, por el que afronta una petición fiscal de 15 años de cárcel. Su abogado solicita la libre absolución al considerar que no hay prueba para enervar su presunción de inocencia.
No era la primera vez que agentes de la Comisaría del distrito de Vallecas intervenían en una fiesta de las mismas características en el polígono Artesanal Cerámica de Puente de Vallecas. Esa madrugada, agentes patrullaban la zona al ser un punto caliente.
Tras recibir un aviso de asistentes, accedieron al local con bomberos para romper el candado de una valla metálica de unos dos metros. La llave había sido tirada a una alcantarilla. Desalojaron el recinto y detuvieron a tres personas, entre ellos el procesado. “Había gente amontonada diciendo que no podían salir”, ha relatado uno de los agentes.
“Estábamos dentro del local pero no nos dejaban salir ni a nosotros ni a muchísima gente”, ha narrado uno de los jóvenes que asistió al evento por 40 euros, que apenas recuerda lo que pasó. Según los testigos, el encargado tiró la llave del candado a una alcantarilla, siendo recuperada por los bomberos.
En su declaración, el acusado ha reconocido que estuvo en la fiesta pero ha dicho que no retuvo a nadie. “Yo era el Dj. Los organizadores eran otros. No retuve a nadie”, ha subrayado el procesado, quien según su versión era el encargado de la música durante la celebración de un cumpleaños.
En su informe final, la fiscal ha planteado de forma alternativa una condena por tres delitos de coacciones, penados cada uno de ellos con dos años cárcel.
Ante la ausencia de identificaciones en el juicio, la fiscal ha hecho alusión a que dos de los testigos reconocieron al acusado ante la Policía como uno de los responsables. Sin embargo, entonces manifestaron que el organizador era una persona calva, contrario a la descripción física del acusado.
HECHOS JUZGADOS
Según la fiscal, la noche del día 6 al 7 de marzo de 2021, el acusado organizó una a fiesta en la Sala X, un local de uso privado que contaba con una nave vallada a su alrededor, con incumplimiento de las medidas sanitarias para evitar la propagación del Covid 19, a la que acudieron más de 100 personas.
La Sala X abrió sus puertas sobre las 21:00 horas y sobre las 3:00 de la mañana, ante la evidencia de que se estaba celebrando una fiesta con asistencia de numerosas personas, se desplazaron al lugar agentes del Cuerpo nacional de Policía que establecieron un dispositivo en las inmediaciones del local, pudiendo observar que no salía nadie del mismo.
Pasadas las seis de la mañana los agentes actuantes vieron salir a 50 personas del local, pero sin poder hacerlo del recinto. Allí permanecieron en el patio del local ya que la valla exterior se encontraba cerrada con llave, “manifestando los presentes a los agentes que no les dejaban salir hasta las 6 de la mañana y que les habían quitado los móviles para impedirles la comunicación con el exterior”.
Dado que el acusado se negó a abrir la puerta, sobre las 6: 40 horas fueron avisados los funcionarios de Bomberos para abrirla liberando a todos los presentes.
Las condiciones a los asistentes a la fiesta, que según la Fiscalía son contrarias a la libertad de las personas, fueron impuestas por el propio R. G. V. “o a través de terceras personas no identificadas que le ayudaron en el mismo”.
Casi todos los asistentes a la fiesta aceptaron verbalmente con carácter general las condiciones de las que fueron informados en el momento de acceder al recinto privado y tras el pago de 40 € por la entrada.
Sin embargo, E. M. L. Intentó abandonar el recinto a la 1 de la mañana, momento en que el acusado le impidió la salida de la nave siendo informado que el local estaba cerrado para salir hasta las seis de la mañana, “viéndose obligado a permanecer encerrado hasta la llegada de los bomberos”.
Algo parecido le ocurrió a J. L. H. R. cuando trató de abandonar el recinto sobre las tres de la mañana junto con otras personas. De nuevo, el acusado les informó que la nave estaba cerrada hasta las seis de la mañana. Pese a ello, “en hora no determinada”, consiguió salir del exterior de la nave, “pero permaneciendo encerrado en el patio interior hasta la intervención de los bomberos sobre las 6:40”.
Por último, G. M. A. llegó a la nave sobre las 23 horas. Una vez allí el acusado le advirtió de que una de las condiciones de acceso era la de que no se podía salir hasta las seis de la mañana y que debía entregar el móvil, a lo que el joven accedió.
Sin embargo a las seis de la mañana G. M. A. intentó abandonar la nave lo que le fue impedido por el acusado por la presencia de la policía, “no pudiendo salir del recinto en el que permaneció encerrado hasta pasadas las 6:30 horas de la mañana en que fue liberado, junto al resto de los asistentes, por la intervención de los bomberos”.
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