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El individuo apodado el ‘caníbal de Ventas’ ha solicitado asistencia para abandonar la cárcel y ser trasladado a un centro psiquiátrico

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MADRID, 7 (EUROPA PRESS)

Alberto S. G., conocido como el ‘caníbal de Ventas’ y condenado a 15 años de cárcel por matar, descuartizar y profanar el cadáver de su madre, ha solicitado ayuda para salir de prisión e ingresar en un centro psiquiátrico penitenciario.

Un jurado popular declaró en mayo de 2021 a Alberto culpable del homicidio y profanación del cadáver de su madre, a quien desmembró con un serrucho ingiriendo parte de sus restos en el piso del barrio de la Guindalera en el que ambos residían. El tribunal no apreció que sufriera un brote psicótico.

En una carta remitida a un abogado, a la que tuvo acceso Europa Press, el preso se queja de que tras su detención en febrero de 2019 no le llevaron al hospital para una valoración psíquica ni los agentes leyeron sus derechos durante el arresto.

“Antes de que empezara mi juicio mi abogado me dijo que dijera que yo no me acordaba de nada, cosa que hice sin convicción porque yo ya declaré a la jueza lo ocurrido durante la investigación. No me sentí defendido. No hizo buen trabajo”, escribe.

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“Sufrí una enajenación mental transitoria motivada por el consumo de cannabis y no vivía la realidad tal y como es, sino que deliraba y tenía psicosis y paranoia. Además, acabé haciéndole a mi madre lo que me decían las voces y lo que veía en mis alucinaciones visuales”, describe en el texto.

El ‘caníbal de Ventas’ se puso recientemente en contacto con el abogado Julen Martínez, de Valmaseda abogados, para que le representara y le ayude a ingresar en un centro psiquiátrico. “Esta persona no quiere salir a la calle, sabe que es un peligro para la sociedad”, ha señalado el letrado en declaraciones a Europa Press.

En la sentencia se consideró probado que Alberto S.G. no tenía sus facultades mentales anuladas en el momento de los hechos, por lo que debía cumplir la sentencia en un centro penitenciario.

“Pido perdón y no es para agradar a nadie. Cada vez que pienso en mi madre se me cae el alma encima”, manifestó en su última palabra el condenado.

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DELITOS IMPUESTOS

En concreto, se le condenó por un delito de homicidio –en el que concurre la circunstancia agravante de parentesco–, y otro delito de profanación de cadáveres –en el que también concurre la misma circunstancia agravante–, al considerarle autor de la muerte de su madre en fecha no determinada entre el 27 de enero y el 21 de febrero de 2019.

También se le condenó por descuartizar los restos para a continuación alimentarse con el cadáver durante, al menos, quince días, tal y como estableció en su momento el jurado popular que siguió la vista oral, celebrada el pasado mes de abril.

Respecto a una enajenación mental, los magistrados sustentaban que “ni por las pruebas documentales, ni por las declaraciones de los testigos, ha resultado probado que el acusado sufriera una alteración psíquica que le dificultara el procesamiento correcto de la información general que determinara una alteración grave de la conciencia de la realidad de forma que anulara sus facultades volitivas y cognoscitivas”.

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Además de la pena de prisión, según consta en el fallo judicial, el condenado deberá indemnizar en 60.000 euros a su hermano, por el fallecimiento de la madre común.

“OÍA VOCES”

En su declaración en el juicio, relató que oía voces que le decían que la matara y descuartizara. Sobre el crimen, manifestó que tenía lagunas sobre cómo lo hizo pero que ocurrió una mañana cuando su madre estaba haciéndole el desayuno.

Los agentes que acudieron a la vivienda, situada en el barrio de la Guindalera, describieron en el juicio la espeluznante escena con la que se encontraron al llegar. Nada más entrar en la casa, el chico confesó que había matado a su progenitora. “Está muerta”, dijo.

Al entrar en la vivienda, encontraron multitud de restos cadavéricos esparcidos por toda la casa. La cabeza y parte del cuero cabelludo con una oreja estaban encima de la cama. Había una parte del cuerpo en la caseta del perro, mientras que en el baño había un cuchillo y restos de sangre.


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