El cementerio de Griñón es el único en el que se realizan los ritos y hace meses que está lleno
MADRID, 2 (EUROPA PRESS)
Enterrar a los familiares fallecidos se ha convertido en una odisea para los musulmanes que residen en la Comunidad de Madrid. El único cementerio disponible, en el municipio de Griñón, hace meses que anunció la falta de espacio en sus instalaciones, y las alternativas planteadas durante los últimos años, como la reserva de un espacio en el de Carabanchel, siguen sin ejecutarse. Así que las personas que profesan el islam se están viendo abocadas a elegir entre renunciar a sus ritos de entierro, trasladar a los fallecidos a otras autonomías o repatriarlos a sus países.
Maysoun Douas (43 años) lleva años escuchando las trabas que se encuentran los familiares a la hora de dar un descanso digno a sus seres queridos. Ella es la presidenta de la asociación Entierro Digno, que nació con el objetivo de dar solución a esta problemática. “Conocemos historias de personas que han tenido que participar en pujas para quedarse con el espacio donde dar sepultura. El que más pagaba, se quedaba con el sitio”, relata, y añade que “nadie se ha preocupado por conocer las necesidades” de la comunidad.
De entre las diferencias entre un rito cristiano y uno musulmán, hay tres que son clave y que no se están respetando por la falta de disponibilidad en los cementerios y por la falta de servicios de las funerarias, según relata Douas. La primera es la naturalización del cuerpo, que se basa en la idea de que este tiene que volver a la tierra de la forma más natural posible. Así, lo ideal sería no utilizar ataúdes o féretros, pero, en caso de que sea obligatorio, como ocurre en la región, la alternativa pasa por poder usar recintos compostables, de modo que no se retrase más de la cuenta la descomposición.
La segunda hace referencia al lavado y a la disposición del cuerpo. En los ritos musulmanes, se realiza un lavado integral para, posteriormente, cubrir las partes íntimas del cuerpo y amortajarlo con trozos de tela. Un proceso que únicamente puede realizar una persona que profese la misma religión y del mismo género que el fallecido. Y la tercera es que la cara debe estar orientada hacia La Meca (ciudad natal de Mahoma, profeta del islam, en Arabia Saudí), una demanda que no es posible en la mayoría de los cementerios por su disposición.
Así pues, las familias musulmanas se ven empujadas en muchos casos a renunciar a estos ritos para poder enterrar a sus familiares en la región. “Se ven obligadas a tomar decisiones súper rápido que moralmente pueden entrar en conflicto con sus creencias y es un dolor con el que viven el resto de su vida, es como una traición a uno mismo”, lamenta Douas, lo que supone un doble duelo, por la muerte en sí y por el rechazo a las creencias religiosas, y desencadena sentimientos de “vergüenza y estigma”.
Yasmín (40 años) sufrió en primera persona algunas de las trabas relatadas hace tres años, en 2022, cuando falleció su madre, de origen argelino. En aquel momento, Yasmín (que prefiere no facilitar su apellido) contactó con un hombre que se encarga de los enterramientos en la mezquita de la M-30 y que les ofreció una tumba de cuatro espacios que costaba 10.000 euros. Eso sí, solo permitía guardar el cuerpo de la madre durante 10 años. Ella se quejó y protestó, pero la única alternativa que le ofreció fue trasladar el cuerpo a Burgos o a València, donde hay cementerios con espacio disponible. También se negó.
Tanto ella como su padre se pusieron a contactar con amigos y conocidos de la comunidad hasta que consiguieron que una persona les cediera su puesto en una fosa de Griñón. “Solo pedimos tener la garantía de poder enterrarlos sin ser estafados y con un precio normal”, implora Yasmín.
DOS ALTERNATIVAS PARA AMPLIAR EL ESPACIO
Desde Entierro Digno llevan meses presionando a las administraciones para que aumente el espacio disponible, explica Douas. En este sentido, hay dos vías que parecen las más plausibles a corto plazo. Por un lado, la ampliación del cementerio de Griñón que, según expresó el alcalde de la localidad, José María Porras, a mediados de diciembre en la ‘Cadena Ser’, es un proyecto que está “muy avanzado administrativamente”. El Ayuntamiento ha declinado hacer declaraciones sobre el tema argumentando que es la empresa Procenesa la que se encarga de la gestión del cementerio. Y esta, a su vez, no ha querido facilitar ninguna información sobre el proceso de ampliación.
La otra opción que se baraja desde hace años es el reacondicionamiento de un espacio del cementerio de Carabanchel. Así, en octubre de 2022, se aprobó en el Pleno municipal una proposición para que la Empresa Municipal de Servicios Funerarios y Cementerios (EMSFC) cediera una parcela de no menos de 10.000 metros cuadrados en la necrópolis para cubrir las necesidades derivadas del fallecimiento de personas que profesan la religión islámica.
Fuentes del Ayuntamiento de Madrid expresan que, desde hace tiempo, están “en negociaciones con las comunidades musulmanas” y realizan reuniones para abordar el tema, pero “sin novedades por el momento”. En este sentido, matizan que, dentro de la comunidad, existen “diferentes voces que no terminan de ponerse de acuerdo en sus planteamientos”.
Douas menciona que “el problema es definir cuáles son los rituales” para adoptar un protocolo de asistencia a las familias musulmanas adecuado en el momento del fallecimiento. Pero incide también en que este posible reacondicionamiento en Carabanchel no es la panacea. “Tiene que empezar a existir un horizonte temporal en el que los vecinos sepan que van a poder descansar en su propio municipio”, reclama.
Y es que, como argumenta Yasmín, poder estar cerca de los restos del fallecido es esencial para sobrellevar la muerte lo mejor posible. “A mi padre ir al cementerio le da paz, él lleva así su duelo”.
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