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Una beneficiaria de La luz de las Niñas, que busca eliminar la violencia, expresó: “No conocía mis derechos”

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La campaña ha acompañado a 70.000 niñas en 20 países de América Latina y África

BARCELONA, 15 (EUROPA PRESS)

Josefina Tíu, una joven guatemalteca beneficiaria de La Luz de las Niñas, campaña que busca erradicar la violencia y la desigualdad que sufren las niñas en el mundo que promueve la ONG Entreculturas conjuntamente con Fe y Alegría y el Servicio Jesuita a Refugiados, ha explicado en una entrevista con Europa Press que, cuando entró a formar parte de esta iniciativa, desconocía sus derechos: “Al principio yo no sabía cuáles eran los derechos que yo tenía”.

Desde el nacimiento de esta iniciativa en 2012 y hasta la actualidad, La luz de las Niñas ha acompañado a 70.000 niñas como Josefina en 20 países de América Latina y de África, según explica la responsable de comunicación de la campaña, Laura Lora, que añade que el objetivo que se persigue es el de visibilizar las situaciones de injusticia y de violencia que sufren las niñas.

“Trabajamos con niñas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, de desplazamiento, de refugio, niñas que han sufrido violencia sexual en conflicto, mutilación genital femenina, matrimonio infantil, precoz y forzoso” mediante una campaña que se adapta al contexto concreto de cada país, subraya.

El proyecto tiene 3 líneas principales: una de atención a niñas y adolescentes que han sido víctimas de violencia, en la que se les ofrece acompañamiento psicológico y social; otra en el entorno escolar para generar entornos seguros y que tengan la oportunidad de continuar formándose, trabajando tanto con ellas como con las docentes: “Creemos que la educación es una herramienta muy importante para poder proteger a las niñas de la violencia”, subraya Lora.

Por último, en algunos países como Chad, también trabajan con las familias y comunidades en la sensibilización para prevenir la mutilación genital femenina.

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“HA TENIDO UN GRAN IMPACTO EN MI VIDA”

En este caso concreto, Josefina comenzó a ser beneficiaria del programa con 14 años cuando estudiaba en una escuela de Fe y Alegría y, ahora, con 21 años, trabaja para la entidad: “Ha tenido un gran impacto en mi vida, porque hace 3 años terminé la carrera, me gradué de perito contador con orientación en computación y estoy estudiando en la universidad un profesorado especializado en Educación Primaria, porque en algún momento sí me gustaría trabajar con las niñas o con niños en los centros educativos”.

Este programa fue el que le proporcionó una beca para continuar con sus estudios pues, como ella misma explica, su padre trabaja en el campo y su madre es ama de casa, por lo que los recursos con los que contaba su familia no eran suficientes como para sufragar su educación.

De las 9 niñas que formaban parte de La Luz de las Niñas junto a ella, Josefina mantiene relación con 3: dos se han graduado en la universidad y una continuará con sus estudios este año, explica.

En su caso, fue su madre quien la animó a aprovechar la oportunidad, porque ella sólo pudo estudiar dos años: “Se da cuenta de la importancia que tiene la educación en la vida de uno, y sí, ella siempre me ha motivado, y algo que a mí me motiva también es que ella vea que yo sí estoy logrando estudiar, tenerla orgullosa y darle una mejor vida”.

En la misma línea, la responsable de Acción Pública de Fe y Alegría Guatemala, Sofía Gutierrez, añade que “generalmente las mamás son conscientes de esa realidad que a ellas les ha afectado, porque ellas han sido víctimas de la misma violencia, entonces ellas mismas apoyan también cualquier acción o cualquier información, talleres, cualquier participación que las niñas puedan tener en espacios seguros”.

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NACIONES UNIDAS

Hace unos días, Josefina y otras beneficiarias de ‘La Luz de las Niñas’ se reunieron con cinco expertas del Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra para contar sus propias experiencias y hablar sobre la violencia y la desigualdad que sufren en sus países; previamente explicaron su proyecto en un acto en el Il·lustre Col·legi de l’Advocacia de Barcelona (ICAB).

Josefina ha explicado que en este encuentro se sintieron escuchadas, que las expertas se sentaron entre ellas y tomaron nota para un informe que están elaborando y que las niñas les pidieron que se apoyen más programas como este: “Estuvieron muy interesadas en saber de primera mano lo que pasa aquí”.

En Guatemala, expone, las mujeres y niñas sufren violencia física, psicológica y verbal y, en algunos casos, cuando lo dicen “las matan, las asesinan”, lamenta Josefina, que subraya también la desigualdad en el ámbito laboral, pues sostiene que ellas cobran 3 euros diarios por ‘tapizcar’ –recoger la cosecha–, cargar leña desde el bosque o lavar la ropa, la mitad de lo que perciben ellos por las mismas tareas.

“NIÑAS CUIDANDO A NIÑOS”

Además, sostiene que la mayoría de mujeres en Guatemala se casan con entre 15 y 19 años, a veces escapando de la violencia que sufren por parte de sus propias familias en el hogar: “Va a encontrar muchas chicas de 16 o 17 años ya con hijos, o sea, son niñas cuidando a otras niñas o niños”.

Su testimonio lo refrenda también Gutiérrez, que precisa que en Guatemala a las niñas se les traslada el mensaje de que se tienen que casar, que no es necesario que ellas se eduquen y que siempre va a haber un marido que las va a cuidar, que se va a hacer cargo de ellas y que no necesitan educarse porque es una pérdida de dinero y de tiempo, en sus palabras textuales, un hecho que “las limita a tener una vida y un futuro digno”.

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En este sentido, Gutiérrez lamenta que el nivel promedio de educación en Guatemala es de 6 años, que en el caso de las niñas en zonas rurales se reduce hasta los 3, por eso, desde Fe y Alegría han elegido 10 centro educativos en el área rural de Totonicapán para que las aproximadamente 300 niñas que asisten a estas escuelas participen en el programa La luz de las Niñas.

“QUE ESTUDIEN”

Gracias a programas como La luz de las niñas, Josefina sostiene que han comenzado a ver un pequeño cambio y asegura que, cada vez más niñas terminan, al menos, la primaria.

Este mes, Josefina comenzará a trabajar en el programa que le permitió continuar con su formación dando acompañamiento a las niñas en las escuelas y tiene claro el mensaje que les trasladará: “Que estudien, que estudien, que la educación es muy importante y pues que ellas puedan tener una mejor vida y que sean unas profesionales y que hagan lo que de verdad les gusta”.

Josefina insiste en que inculcará a las niñas que no dejen que les quiten los sueños que tienen de ser doctoras, abogadas, maestras, enfermeras: “Yo sé que ellas lo van a lograr y pues en algún momento yo quisiera verlas a ellas graduarse y poder tener un trabajo y una mejor vida”.


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