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Un profesor de la UB acusado de abusos a una alumna en una sesión de fotos se enfrenta a casi siete años

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Publicó las imágenes eróticas de la joven en su Instagram y las usó en un taller de fotografía

BARCELONA, 18 (EUROPA PRESS)

Un profesor de la asignatura de Fotografía del grado de Bellas Artes de la Universitat de Barcelona (UB) se enfrenta a una condena de 6 años y 8 meses de prisión por presuntamente abusar de una alumna durante una sesión fotográfica realizada fuera del entorno académico en 2019 y por publicar estas imágenes en su Instagram sin su conocimiento ni consentimiento.

En el juicio, que se ha celebrado este martes en la Sección 8 de la Audiencia Provincial de Barcelona, el acusado ha explicado que en el momento en el que quedaron para realizar la sesión fotográfica él tenía 64 años y la chica –que tiene un trastorno de personalidad que él conocía, aunque ha dicho que creyó que ya no lo tenía– tenía 18.

El profesor ha asegurado que, con carácter previo, acordaron cómo sería la sesión, que ha descrito como bastante normal, en sus palabras textuales, y ha añadido que durante el transcurso de la misma, la chica –que ha declarado en el juicio a puerta cerrada– “colaboraba absolutamente” con las indicaciones que él le iba dando y que ella también iba proponiendo cosas.

El acusado ha dicho que la joven llegó a desnudarse completamente y que usaron “diversos tipos de objetos, como máscaras, flores, papeles”, sin recordar si ella se puso una mordaza, pero ha negado que la atara al somier, como sostenía la Fiscalía en su escrito de acusación, aunque sí ha reconocido que lo simuló.

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También ha rechazado que ella llevara una máscara peluda que le impidiera ver, que la tocara, y que hubiera actos de penetración, como sostiene el ministerio público y la acusación particular.

Lo que sí ha reconocido es que en la escena había “un pene de juguete de esos que se usan para las fiestas de fin de carrera”, pero ha señalado que, durante la sesión, la víctima estaba feliz, relajada y contenta, según su versión.

El procesado ha reiterado que “en todo momento por supuesto le pedía permiso, ella consentía, aceptaba, colaboraba, de forma entusiasta” y ha señalado que, tras la sesión, durmieron juntos y que quedaron con posterioridad hasta en dos ocasiones, acudiendo juntos a un taller de fotograbado.

En el juicio han prestado declaración 2 testigos propuestos por la defensa que asistieron al taller al que acudieron el acusado y la víctima y que han descrito la relación entre ellos como normal y cordial, respectivamente.

CONTRADICCIONES

La fiscal ha detectado dos contradicciones en la declaración del acusado con respecto a la fase de instrucción, dado que en la vista oral celebrada este martes el profesor ha dicho que hace algunos años hizo otras fotos a alumnos y anteriormente lo había negado diciendo que no lo hacía “precisamente para evitar que hubiese cualquier tipo de malentendido”.

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También ha negado hoy que la universidad tuviese un protocolo que impidiese que los alumnos se desnudaran integralmente durante las sesiones fotográficas, aunque en fase de instrucción dijo que sí estaba regulado lo que se podía pedir y lo que no a los estudiantes.

MOSTRABA FOTOS ERÓTICAS EN CLASE

El procesado ha reconocido, a preguntas de la acusación particular, que entre las fotos que mostraba en sus clases había algunas “eróticas de modelos asiáticas” porque la mayor parte de su carrera la desarrolló en China, pero no de sus alumnas.

Sobre la publicación de las imágenes de la víctima en su cuenta de Instagram, que también se exhibieron en un taller, el acusado ha asegurado que le pidió permiso y que esta le contestó con el emoji de “un gatito”, lo que él interpretó como una aprobación.

La Fiscalía pide 6 años de prisión por un delito de abuso sexual con penetración y 8 meses de cárcel por el delito de revelación de secretos, así como una orden de alejamiento de la víctima de 1.000 metros durante 4 años una vez cumplida la pena privativa de libertad y que la indemnice con 2.000 euros por los daños morales causados.

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Sostiene que no se puede entender como consentimiento el mero silencio de la víctima, que si no reeaccionó fue por miedo a la diferencia de estatus entre ellos, a las posibles consecuencias y a perder su único apoyo, puesto que no tenía una buena relación con su entorno, y que “no hay ningún móvil de carácter espurio”.

La acusación particular, por su parte, ha dicho que la joven, a la que se ha referido como una persona vulnerable por sus circunstancias personales, “empezó vestida y terminó completamente desnuda”, y que acabó atada de pies y manos, con una mordaza y un antifaz y, posteriormente, con una máscara a través de la cual no veía y cegada por la luz.

“En todo momento piensa que ella está allí porque ha ido voluntariamente y porque de alguna manera se lo merece”, ha dicho la abogada de la acusación particular, que ha añadido que la joven no reconoció en el momento que estaba siendo víctima de un ataque sexual y que se sentía avergonzada y disociada, en sus palabras, por lo que tardó 2 años en denunciar.

La defensa solicita su absolución o que, alternativamente, se aprecie “un error de tipo”, alegando que la víctima no fue clara al responder a la pregunta que le planteó el acusado con un icono de un gato, lo que dio pie a que él interpretara que le había dado su permiso.


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