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Las raíces de los árboles caducifolios no descansan en invierno, según una investigación

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Se ha realizado con más de 300 árboles de bosques de Bélgica, España y Noruega

BARCELONA, 9 (EUROPA PRESS)

Una investigación con participación del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto que las raíces de los árboles caducifolios, como las hayas o los abedules, no duermen en invierno sino que siguen creciendo.

Publicado en la revista ‘Nature Ecology and Evolution’, demuestra por primera vez que los árboles no entran en un estado de dormición completo, ya que hasta ahora se creía que las raíces también cesaban su actividad y se “dormían” en invierno junto con el resto del árbol, informa el Creaf en un comunicado de este jueves.

Coliderado por la investigadora Lorène J. Marchand de la Universidad de Amberes, los resultados sugieren que el suelo forestal es “un sumidero de carbono con mayor capacidad de lo que se creía”, porque acumula carbono durante todo el año, no sólo cuando las hojas realizan la fotosíntesis y el árbol está más activo.

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Además, esta investigación supone un cambio en la percepción de cómo los árboles de hoja caduca podrían adaptarse al cambio climático en un futuro.

El investigador del Creaf y coautor del estudio Paolo Zuccarini ha explicado que los resultados demuestran que la parte aérea y la subterránea del árbol siguen calendarios separados, “de manera que priorizan el crecimiento subterráneo durante el invierno y el crecimiento aéreo al comienzo de la primavera”.

ANÁLISIS

La investigación se ha llevado a cabo con cuatro especies de árboles en varios bosques templados de España, Bélgica y Noruega: se incluyeron 330 árboles, tan maduros como plántulas de 3 años de haya europea, abedul, roble y álamo temblón.

Se recolectaron 1.000 muestras de raíces gruesas de más de 2 milímetros, ya que a partir de esta medida es cuando la raíz experimenta la formación de madera, conocida como xilogénesis.

“Los datos reflejan que las raíces gruesas mantienen su actividad incluso en temperaturas del suelo inferiores a 3 grados, desmintiendo así la creencia de que el frío detiene el crecimiento subterráneo”, explica Marchand.

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UNA “VENTAJA” PARA ESTOS ÁRBOLES

Este desacoplamiento podría suponer una “ventaja estratégica”, ya que en invierno las raíces almacenan reservas de carbohidratos y otras sustancias ricas en nitrógeno, como proteínas o aminoácidos, mientras el resto del árbol está inactivo.

Así, cuando “despiertan”, tienen alimento suficiente para que las hojas salgan y se reactive la fotosíntesis, imprescindible para que el tronco y las ramas crezcan.

“Es algo así como tener ladrillos de construcción listos para utilizar en primavera, cuando la prioridad es generar hojas para volver a hacer la fotosíntesis”, continúa Zuccarini.

Este estudio internacional lo han liderado Lorène J. Marchand y Matteo Campioli del grupo PLECO de la Universidad de Amberes, junto con la Universidad de Gante, y también han participado el Instituto Esloveno Forestal, la Universidad de Umea en Suecia, el Instituto de Investigación de la Bioeconomía en Noruega y el Instituto Federal Suizo de Investigación Forestal, de la Nieve y del Paisaje.


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