La universidad quiere evitar 882 kilos de residuos y redistribuir 2.520 comidas
BARCELONA, 14 (EUROPA PRESS)
La Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) se ha adherido al proyecto ‘Recooperem, cuina per compartir’ que coordina e impulsa el Consell Comarcal del Vallès Occidental (Barcelona) y se ha convertido en la “primera” universidad en sumarse a esta iniciativa de soberanía alimentaria.
La UAB inició una prueba piloto del proyecto hace dos meses en los restaurantes de la Facultad de Medicina y de la Plaça Cívica y se irá desplegando en el resto de restaurantes del campus, informa en un comunicado de este martes, tras presentar su adhesión en un acto.
La universidad tiene previsto redistribuir 2.520 comidas sobrantes al año a entidades sociales y “evitar” 882 kilos de residuos orgánicos.
Para el rector, Javier Lafuente, el proyecto muestra que la universidad trabaja para generar un cambio social: “Daremos una segunda vida a los alimentos y que haya personas que se beneficien”.
El presidente del Consell Comarcal del Vallès Occidental, Xavier Garcés, ha explicado que con la incorporación de la UAB se está abriendo un nuevo espacio de trabajo con los jóvenes y ve necesario hacer “esta pedagogía sobre el desperdicio alimentario”.
En el acto también han participado la directora nacional de Calidad de la empresa de restauración Aramark, Rosa Gel, que gestiona los dos restaurantes de la UAB de la prueba piloto; la gerente del Consell Comarcal del Vallès Occidental, Núria Carrés, y el decano de la Facultad de Medicina de la UAB, Salvador Navarro.
PROYECTO
Esta iniciativa tiene por objetivo la prevención del desperdicio alimentario y de residuos, así como la cohesión social y la igualdad en la comarca del Vallès Occidental.
El proyecto cuenta con la participación de 59 escuelas, 5 empresas y un hospital, y también 18 entidades sociales, y desde 2015 se han redistribuido 129.851 comidas y se ha llegado a unas 4.000 familias, lo que ha evitado generar más de 49.259 kilos de residuos.
Se gestiona con una plataforma informática que permite recoger los datos de trazabilidad de los alimentos desde el centro de producción hasta la distribución y el consumo final y, una vez acaba el servicio diario de comedor, la comida disponible apta para el consumo se prepara en envases facilitados por los entes comarcales.
Las comidas, que se etiquetan con información relevante –alimento, cantidad y fecha de congelación– y se congelan a -18 grados, se recogen y se reparten entre familias que cumplan algunos requisitos, como gente mayor dependiente o que vive sola, familias con pobreza energética o con niños a cargo.
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