
Se han delimitado usando la circulación de cerámica
BARCELONA, 17 (EUROPA PRESS)
Investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y del Instituto Max Planck de Antropología Social de Alemania han identificado las fronteras económicas y políticas que en la Edad de Bronce separaban a las comunidades que habitaban el sudeste de la península ibérica.
En concreto, se han definido las fronteras entre la sociedad de El Argar, considerada el primer “estado” de la península, de sus vecinos del Bronce de la Mancha y del Bronce Valenciano, informa la UAB en un comunicado de este lunes.
El trabajo, publicado en la revista ‘Journal of Archaeological Method and Theory’, se ha basado en el análisis de la producción y circulación de los recipientes de cerámica en el norte de la provincia de Murcia, un espacio limítrofe entre las comunidades estudiadas, para reconstruir las dinámicas de su interacción en la Edad del Bronce Antiguo (2200-1550 aC).
El análisis ha permitido identificar patrones “claros” de interacciones entre el núcleo de El Argar y sus vecinos que evidencian la existencia de fronteras socioeconómicas y políticas.
FRONTERAS SEGÚN LA CERÁMICA
El investigador del Instituto Max Planck de Antropología Social y primer autor del estudio, Adrià Moreno, ha explicado que se han observado zonas de intercambio y negociación, en las que las relaciones de poder y las diferencias sociales se pueden reseguir a través de la circulación de los vasos de cerámica.
Las zonas fronterizas identificadas están marcadas por diferencias “significativas” entre las arcillas y las técnicas de alfarerías usadas en distintas regiones de la cuenca del río Segura.
En los poblados de la parte sur dominan cerámicas parcialmente argáricas fabricadas con arcillas que se encuentran a más de un centenar de kilómetros más al sur, en las sierras litorales de Murcia y Almería.
Eso implica la existencia de una red de distribución de cerámicas argáricas de escala regional, controlada por los poblados de la zona nuclear argárica; por el contrario, en la zona norte del área de estudio se observa una multiplicidad de pequeñas alfarerías que usan arcillas locales.
Ese contraste “tan marcado” responde a sistemas económicos diferentes, y supuso la consolidación de relaciones asimétricas entre los grupos del sureste peninsular, marcadas por la preeminencia de El Argar en el control de recursos estratégicos y objetos de uso cotidiano.
La imposición de fronteras sirvió, en última instancia, para fijar estas relaciones desiguales, convirtiéndolas en un “verdadero sistema de centro y periferia”, concluye Moreno.
El estudio refuerza la interpretación de la sociedad de El Argar como organización política y económica sumamente integrada y uniforme, con redes de circulación de materias primas y productos “mucho más desarrollados” lo que hasta ahora se creía.
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