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El conductor que mató a una menor en Gurb (Barcelona) tenía “instinto asesino”, según la Fiscalía

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El acusado pide perdón a la familia: “Siento mucho el sufrimiento que les he causado”

BARCELONA, 21 (EUROPA PRESS)

El acusado de conducir en contradirección, bajo los efectos del alcohol y las drogas, y de causar un accidente en la C-17 en el que murió una menor de 17 años en Gurb (Barcelona) en 2018, tenía intención de matar, según la Fiscalía: “Su instinto era asesino y no de salvarse”.

Así lo ha manifestado este viernes el representante del ministerio público, Félix Martín, en la última sesión del juicio con jurado popular celebrada en la Audiencia Provincial de Barcelona, en la que ha señalado que el acusado “quería un pase vip para morir y matar”.

Martín, que defiende que el acusado cometió un homicidio doloso, penado con entre 10 y 15 años de prisión, y no por imprudencia, que se castiga con un máximo de 4, se basa en que tenía 23 años de carnet, que conocía la vía y que, pese a haber consumido alcohol y drogas, condujo durante más de 12 kilómetros en sentido contrario, a una media de 126 kilómetros por hora y, en el momento de la colisión, alcanzaba los 150.

Durante ese tiempo, se cruzó con hasta 30 vehículos, el primero a las 6.49 de la mañana, 6 minutos antes de la colisión mortal, y que desde entonces “ya tenía que saber este señor que estaba circulando en sentido contrario” porque lo alertaron haciendo ráfagas de luz y tocando el claxon, aunque no hubo ninguna modificación en su conducción.

Hubo una “ausencia de reacción instintiva”, un hecho que para la Fiscalía es la prueba básica de la aceptación de lo que podía pasar y de su indiferencia, pues no hizo nada para evitarlo, sino que mantuvo la velocidad, circulando siempre por el mismo carril.

Además, tuvo interacción con hasta dos dotaciones de Mossos d’Esquadra: un coche patrulla que se colocó de forma oblicua en una recta con un panel luminoso en el que decía ‘carretera cortada’ y que el acusado rebasó, y un segundo vehículo de paisano identificado con luces y sirenas que esquivó con “pericia”, pasando a pocos centímetros.

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“INDIFERENCIA” POR LAS VÍCTIMAS

Después de la colisión, la Fiscalía sostiene que mostró “indiferencia absoluta por las víctimas”, según consta en las actas de los agentes, que se mostró frío pero daba respuestas lógicas y concretas, que no preguntó por los afectados, que sólo pensaba en él y se preocupaba su teléfono y que no tuvo dificultades para soplar, como sucede cuando una persona está muy ebria.

El fiscal ha dicho que tampoco se cree el relato del acusado, que explicó que estuvo en una discoteca con un amigo llamado Roger, que bebió alcohol y esnifó cocaína, que cogió un taxi hasta su coche y que no recuerda completamente el trayecto hasta poco antes de producirse el accidente, que no pudo evitar.

Martín sostiene que este amigo no existe y que el acusado fue solo a otro sitio: a un prostíbulo en el que bebió y se drogó y que “lo otro son fantasmas a los que quiere apelar el acusado para intentar manipular la realidad de lo que aconteció” y para generar empatía a los miembros del jurado.

Ha dicho que su estrategia de defensa se basa en la “teoría de la memoria que funciona como un interruptor selectivo” y en la teoría del trampantojo, intentando usar los elementos que le perjudican –como el consumo de alcohol y las drogas– para usarlos a su favor y decir que no sabía lo que hacía.

“No estoy dispuesto a aceptar que el alcohol y la cocaína sean una patente de corso”, ha manifestado con rotundidad el fiscal, que ha aclarado que aunque es verdad que estas sustancias a veces nublan la mente, en otras ocasiones dan el valor para hacer lo que se quiere hacer, como en este caso, en sus palabras.

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El fiscal ha dicho que la muerte de la joven fue injusta, ilógica y cruel y que, aunque este proceso ha causado dolor también al acusado y a su familia, el procesado eligió sus actos y conserva a todos sus hijos, a diferencia de los padres de la menor fallecida, por lo que ha pedido una sentencia condenatoria.

PIDEN CASI 20 AÑOS

La Fiscalía pide 13 años de prisión como autor de un delito de conducción con manifiesto desprecio por la vida, delito de conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas, delito de homicidio y 3 delitos de lesiones, aunque ha dicho que se le debe aplicar una atenuante por dilaciones indebidas, pues la instrucción ha durado 7 años y ha pasado por manos de 6 jueces.

También pide la privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores durante 9 años y una pena de libertad vigilada de 5 años una vez cumplida la pena privativa de libertad.

Asimismo, solicita que indemnice a cada uno de los padres de la fallecida con 90.000 euros y a cada una de sus dos hermanas con 30.000 euros; al padre, además, por las lesiones causadas, en 30.000 euros; a una de las ocupantes con 55.000 euros y a la otra con 12.000 euros.

Además de la acusación pública, hay dos acusaciones particulares: una que ejerce el abogado Jordi Flores en representación del padre (también como víctima del accidente), y otra que ejerce la letrada Montserrat Arumi en representación de la madre y las dos hermanas de la menor, que piden penas de prisión de 19 años y 9 meses y de 18 años y 6 meses, respectivamente.

Flores ha dicho del acusado que “condujo como un kamikaze” y que si el padre de la menor fallecida no hubiese girado el volante, el resultado habría sido la muerte de los cuatro ocupantes del vehículo, mientras que Arumi ha recordado que el procesado no hizo ni una sola frenada.

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CONDUCTA “NEGLIGENTE”

La defensa del acusado, que ejerce el abogado Carles Monguilod, ha dicho del fiscal que es un “hueso duro de roer, pero lo hace siempre de una manera brillante”, y ha intentado desmarcarse de su relato alegando que la conducta delictiva de su defendido debe considerarse como un homicidio imprudente, puesto que no tuvo “una conducta kamikaze ni una conducta suicida”, sino negligente.

Ha reconocido que el daño causado es irreparable y, aun sabiendo que el acusado es culpable, ha pedido que se fije en los justos términos esta culpabilidad ya que se trata de un homicidio “extraordinariamente negligente”, pero no doloso.

La defensa ha dicho que si conducía fijo, mirando al frente y sin ver las salidas a los lados, como describieron los testigos, es porque experimentaba “visión en túnel”, una alteración a consecuencia del consumo del alcohol y las drogas.

Cuando se dio cuenta de que circulaba en sentido contrario siguió avanzando porque “obsesivamente quería salir”, que lo que hizo fue internat esquivar los vehículos torpemente y que si su intención hubiese sido matar se habría estrellado contra el primero de ellos.

Monguilod, que sostiene que el acusado no tenía un móvil para matar, pide que se le condene a entre 2 años y 6 meses y 4 años de prisión por un homicidio por imprudencia grave y lesiones.

El acusado ha hecho uso de su derecho a la última palabra y ha pedido perdón y ha trasladado sus condolencias a la familia de la menor: “No fui una persona responsable ese día, estoy arrepentido de ello, me duele muchísimo todo lo que ha pasado y quiero decirles que siento mucho el sufrimiento que les he causado, que no fue mi intención”.


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