PALENCIA, 27 (EUROPA PRESS)
Los municipios de la provincia palentina ofrece durante estos días de Semana Santa ritos “emotivos y ancestrales”, peculiaridades propias de cada uno de ellos, tradiciones y usos sociales que se han mantenido con el paso de los años y que invitan a los visitantes a ser testigo de todas ellas.
Se trata de descubrir “un sinfín de tradiciones religiosas, culturales, etnográficas, antropológicas y gastronómicas” en una Semana de Pasión donde no puede faltar las manifestaciones propias de la Semana Santa en Castilla y León, “sentimiento, recogimiento y silencio”.
Así, en la villa medieval de Ampudia el sonido de las dulzainas de los dulzaineros de este municipio acompaña uno de los días más especiales de la Semana Santa, el Viernes Santo, mientras que las carracas, algunas de ellas del siglo XIX, se hacen sonar en los Oficios del Jueves y Viernes Santo.
En Astudillo, Jueves y Viernes Santo, se podrán oír las coplas populares mientras que en la tarde del Sábado Santo, tiene lugar una tradición en la que los más pequeños realizarán un muñeco de cartón y madera con el que recorrerán las calles del pueblos sobre unas angarillas.
Los niños llevarán la cara pintada y pedirán limosna para la difunta ‘Titera’ y para la merienda de quienes la acompañan.
En Autilla del Pino como cada Viernes Santo desde el siglo XVII, dos nazarenos portarán la Cruz Grande de la que tirará un niño vestido de ángel para escenificar el Vía Crucis de Jesús, mientras que los vecinos de Barruelo de Santullán se implicarán en la mañana del Viernes en un Vía Crucis procesional con tres cruces, de las que la de mayor peso será portada por los hombres y la de menor tamaño por las mujeres y los jóvenes de la localidad.
La vistosidad y singularidad se vive en la Semana de Pasión de Carrión de los Condes, donde la sobriedad preside todas y cada uno de las procesiones mientras cofrades, vecinos y visitantes pueden degustar las tradicionales ‘saladillas’, almendras tostadas saladas maridadas con limonada para dar así cumplimiento a la tradición de ‘matar judíos’.
La Semana Santa carrionesa finaliza el Lunes de Pascua cuando los niños protagonizan la fiesta de ‘Los Ángeles somos’ en la que los monaguillos de todas las parroquias piden limosna por las casas, que son bendecidas con agua bendita y una esquila con la que anuncian su llegada
En Castrillo de Villavega se ha mantenido desde el siglo XVI ‘El canto de los versos’ de la Pasión a cargo de la Cofradía de las Ánimas, a la que pertenece la práctica totalidad de vecinos del pueblo mientras que el Jueves Santo, soldados romanos que portan largas picas escoltarán al penitente, a quien también escoltan dos niños que caminan recitando los versos de la Pasión.
En Dueñas, merece atención el Jueves Santo, con el desfile del paso ‘Ecce Homo’, de Diego Siloé, acompañados por los cofrades que visten unas túnicas peculiares negras con nueve volantes blancos en cada manga y un babero blanco denomindas ‘nafallas’.
Un Vía Crucis viviente en la mañana de Jueves Santo es una de las peculiaridades de Grijota, que vive una Semana Santa envuelta en “sobriedad, sencillez y recogimiento” mientras que en Herrera de Pisuerga es una tradición arraigada el juego popular de las Charpas o Chapas, donde se alcanza cifras muy altas de dinero.–
En Osorno se mantiene una tradición que también es propia de la capital palentina y es en la procesión ‘La Oración del Huerto’ de Jueves Santo el rito de la ‘colación’ que consiste en repartir entre los hermanos de la Cruz un panecillo de anís. Panecillo que se acompaña de vino tinto o limonada.
En Paredes de Nava la singularidad de su Semana Santa viene motivada por los penitentes que cargan grandes cruces, con pies descalzos y llevando coronas de espino en sus cabezas, mientras el silencio envuelve las calles mientas que en Revenga de Campos es cita obligada es la procesión del Silencio del Viernes Santo, en la que un vecino representa a Jesús y porta una gran cruz pesada además de que escenifica las tres caídas y cubre su rostro y cuerpo para no ser reconocido.
En Saldaña, con algunos de los pasos más antiguos de la provincia, la Semana Santa concluye el Lunes de Pascua en el que todos los niños celebran el ‘Lunes de los huevos’ y salen al campo a comer tortillas, mientras que en Villada se mantiene una tradición que ya aparece en un libro del siglo XVI y es la ‘Procesión de los caramelos’, que se celebra el Jueves Santo y en la que penitentes y asistentes compartes caramelos que reparten los cofrades.
En Villaherreros, la Cofradía de la Cruz, que se fundó en 1681 es la encargada de organizar las procesiones y subastar el Domingo de Ramos los pasos, faroles, cruces e insignias entre los vecinos mientras que en Villasarracino los cofrades no visten las típicas túnicas, sino que van ataviados con la capa castellana mientras que las mujeres que hacen penitencia cubren su rostro con una gasa negra, van descalzas y llevan coronas de yedra.
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