PALENCIA, 1 (EUROPA PRESS)
Palencia y su provincia ofrecen la posibilidad de descubrir en su Semana Santa una manera diferente con la que vivir y sentir la pasión de Cristo a través de los sonidos característicos de diferentes momentos y lugares como las carracas, el tradicional Tararú o el revoloteo del estandarte.
El ‘Tararú’ es una trompeta larga que marca el ritmo del desfile y que puede sonar ininterrumpidamente hasta un minuto y que recuerda a los cortejos romanos que acompañaban a los reos de muerte además de que también es tradicional el sonido de la llamada de hermanos que con varas golpean las puertas para llamar a la procesión.
En la Semana Santa de los pueblos palentinos no pueden faltar las carracas y matracas, algunas de ellas datan del siglo XVI, como las que se usan en la Semana de Pasión de Ampudia, mientras que en Dueñas el Jueves Santo, cuando la imagen de Nuestra Señora regresa a su iglesia suena el ‘cancané’, una campana que debe su nombre al sonido que produce.
Los desfiles de Astudillo concluyen el Domingo de Resurrección con la procesión del Encuentro, en el que la Virgen de la Soledad recorre las calles de la localidad hasta encontrarse con el Santísimo, momento en el que se produce el ‘revoloteo del estandarte’, mientras que en Castrillo de Villavega la procesión del Viernes Santo, la imagen del Santo Sepulcro avanza a son de cada golpe seco que da en las andas su regidor.
Y no podía falta en la Semana de Pasión palentina la tradición de las chapas que se celebra en numerosas localidades de la provincia donde se oye, bien entrada la noche, el sonido de las monedas lanzadas al aire, una tradición que en Herrera de Pisuerga se denomina ‘charpas’.
En Carrión de los Condes el volteo de las campanas anunciará el Viernes Santo por la noche la resurrección de Cristo, mientras que en Villada, en Jueves Santo, en la Procesión del Silencio tan sólo se oye el caminar de los hermanos y los papeles de los caramelos que son repartidos por los cofrades entre los presentes.
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