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Life Scavengers contribuye a la mejora del hábitat alimenticio y el asentamiento de aves necrófagas en Castilla y León

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El proyecto europeo, que se ha desarrollado durante cuatro años con una inversión de más de 759.000 euros, ha contribuido a mantener las poblaciones de aves necrófagas como el buitre negro, el milano y el alimoche. El uso de cadáveres para la alimentación de estas especies es una forma de gestión de cadáveres limpia, sostenible, legal y gratuita.

El proyecto Life+ Feeding Scavengers, cofinanciado por la Unión Europea a través del programa Life+, y en el que participan la Fundación CBD-Habitat, la Consejería de Fomento y Medio Ambiente y la Fundación del Patrimonio Natural de Castilla y León, fue aprobado en la convocatoria de 2013. Los trabajos comenzaron en julio de 2014 y han finalizado en diciembre de 2018, desarrollándose por tanto durante más de cuatro años, con un presupuesto de 759,811 euros, el 60 % corresponde a financiación europea.

Además de los tres socios, en el proyecto colaboran cerca de 550 explotaciones ganaderas, cuya participación ha sido imprescindible, y una treintena de asociaciones, cooperativas y otras organizaciones ganaderas.

La recuperación de la ancestral relación entre los ganaderos y las aves necrófagas es el centro del trabajo conjunto que se está propiciando en Castilla y León a través de este proyecto. Esta iniciativa se desarrolla en 26 Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPAS) de la Red Natura 2000 del sur de Castilla y León. En total, afecta a 784.050 hectáreas de las provincias de Salamanca, Ávila, Valladolid, Segovia, Burgos y Soria, donde se albergan algunas de las mayores poblaciones de aves necrófagas de Europa.

El proyecto también está desarrollando nuevas posibilidades para la gestión de cadáveres de ganado en Castilla y León que proporciona el Decreto 17/2013, por el que se autoriza la utilización de carroñas procedentes de la ganadería extensiva para la alimentación de especies carroñeras.

Este proyecto Life ha incluido 28 reuniones informativas sobre las nuevas posibilidades de gestión de cadáveres como alimento para aves necrófagas. Los ganaderos interesados deben solicitar una autorización y cuando se emite, las explotaciones que son autorizadas pueden dejar los cadáveres en lugares accesibles para los buitres. Los únicos requisitos exigidos para hacerlo correctamente son que el depósito sea anotado en un libro de registro en el que se cumplimentan cuatro datos: especie animal, peso aproximado, identificación -número crotal- y fecha.

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El ganadero deberá tener en cuenta que el cadáver no quede en ningún lugar en el que pueda representar riesgos o molestias para las personas o los animales. Para ello, deberá cumplir unos requisitos básicos, como que no se deje cerca de viviendas, carreteras o caminos transitados, manantiales, ríos o arroyos, tendidos eléctricos o cualquier otro lugar en el que pueda suponer riesgo o molestia.

Al beneficio económico y ahorro de tiempo para el ganadero y al beneficio para las aves necrófagas se suma la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero al eliminar el transporte de los cadáveres hasta las plantas de tratamiento y las emisiones derivadas de la incineración de los cuerpos.

Cualquier labor, gestión o actividad que implique una mejora en la rentabilidad y las condiciones de trabajo del sector ganadero tradicional, puede suponer una mejora para las especies silvestres que, como el buitre negro, mantienen una estrecha y ancestral relación con los ganaderos, protagonistas necesarios para la conservación de la Red Natura 2000 en Europa.

Alimentación

El Life+ Feeding Scavengers ha potenciado, por un lado, el restablecimiento de las condiciones naturales en la aparición de las carroñas en el campo de manera dispersa e impredecible en amplias áreas del territorio, sin amontonamientos, evitando acumulaciones de cadáveres, y por otro, en cantidad suficiente, accesible y segura para la alimentación del gremio de aves carroñeras.

La especie conductora para lograr este objetivo ha sido el buitre negro, especie prioritaria de interés comunitario, cuyo hábitat natural de alimentación se caracteriza precisamente por la aparición de cadáveres de mediano tamaño de ganado doméstico -cabra, oveja- o animales silvestres -jabalí, corzo, ciervo, cabra montés, etc.- frente a las de mayor tamaño -vacas, caballos, burros-, pero también de manera dispersa e impredecible en sus áreas de campeo donde buscan el alimento. Esta dispersión e impredecibilidad del lugar y momento en el que el alimento aparece constituye la verdadera vuelta al patrón natural de alimentación de las especies necrófagas, adaptadas a prospectar amplias zonas en busca de alimento, pero con diferentes estrategias según la especie, tanto para localizar las carroñas como para consumir el alimento que aprovechan.

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De esta forma, se evitan amontonamientos de alimento en puntos escasos y concretos que favorecen a una especie como el buitre leonado, más abundante, frente al resto de especies del gremio como el buitre negro, alimoche, milano real y milano negro.

Recolonización

Otro objetivo del proyecto es que todo el alimento sea consumido por las aves necrófagas, ayudando a mantener parámetros reproductores adecuados, facilitando la recolonización de antiguas áreas de reproducción de especies como el buitre negro y el alimoche, y disminuyendo la mortalidad asociada al uso ilegal de veneno.

Las actuaciones contribuirán igualmente a mitigar posibles conflictos entre las aves necrófagas y el colectivo de ganaderos y contribuirá a la revalorización de la ganadería extensiva. Los buitres son animales adaptados al consumo de animales muertos. Sin embargo, bajo condiciones extremas, como una escasez importante de alimento unida a la existencia de poblaciones abundantes de buitre leonado en algunas zonas, se pueden producir ataques de buitres a ganado vivo que, sin dejar de constituir casos aislados y normalmente producidos sobre animales debilitados, han sufrido un incremento durante los años con mayores restricciones para dejar los cadáveres de ganado para su consumo por los buitres.

Antecedentes

Durante miles de años las especies necrófagas han jugado un importante papel en el mantenimiento saludable del medio natural. Buitres, milanos, alimoches, águilas y otras muchas especies carroñeras han ejercido como auténticos recicladores naturales de los cadáveres de animales procedentes tanto de la vida silvestre como de la actividad ganadera.

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Estas verdaderas y eficientes brigadas de limpieza y desinfección, disminuyen los riesgos de transmisión de enfermedades a la fauna silvestre, a las especies ganaderas e incluso al hombre. Es un reciclaje eficaz, gratuito y natural que ha contribuido históricamente de manera significativa al mantenimiento de la sanidad animal y de la salud pública. Tanto es así que los buitres y el resto de aves necrófagas han sido siempre considerados tradicionales aliados de la ganadería.

A pesar de ello, a partir de la segunda mitad del siglo XX, el frágil equilibrio entre la actividad humana y el medio natural volvía a romperse. La mecanización del campo y la práctica desaparición de las caballerías en las labores agrícolas, el tránsito de la ganadería extensiva y trashumante a la más productiva ganadería intensiva y el uso ilegal de veneno fueron deteriorando de forma paulatina las condiciones de alimentación de estas aves, interrumpiendo las ancestrales interrelaciones de carácter mutualista entre la ganadería y las especies necrófagas.

Sin embargo, un golpe para el sector ganadero iba a ser también uno de los peores golpes para estas especies. La denominada crisis de las vacas locas a finales de los años 90 y las consecuencias para todo el sector ganadero europeo y mundial, y sobre todo, la crisis alimenticia tras verificarse los primeros casos en humanos, conllevó una regulación con un exhaustivo control con consecuencias no solo para el sector ganadero sino también para estas especies en toda Europa y particularmente en España, que alberga las mayores poblaciones de la Unión Europea, prohibiendo el abandono de cadáveres en el campo. Se ha estimado que la presencia de cadáveres de ganado en el campo se redujo en más del 80 %


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