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Las acusaciones mantienen peticiones de 9 y 10 años para el cazador acusado de disparar a otro por la espalda

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VALLADOLID, 6 (EUROPA PRESS)

El fiscal y la acusación particular han elevado a definitivas este lunes sus respectivas peticiones de nueve y diez años de cárcel por tentativa de asesinato para Amando E.R.S, el hombre acusado de disparar con su escopeta de caza a otro por la espalda al coincidir ambos en el coto ‘Los Majuelos’ de Villalba de los Alcores (Valladolid) el 25 de octubre de 2020.

El juicio ha quedado visto para sentencia en la Audiencia de Valladolid como continuación de la jornada celebrada el pasado día 2 en la que el encausado negó haber atentado contra la vida de la víctima, Juan Carlos M, y aseguró que esa mañana tan sólo efectuó un tiro a una perdiz que volaba a siete metros de altura, algo que contradijo este último al sostener que el primero le descerrajó un disparo por la espalda a no más de veinte metros de distancia debido a que Amando no quería compartir el coto con otros.

“¡Amandín, hijo de puta, me has matado!”, recordó entonces el lesionado que dijo al acusado al verse abatido en el suelo, testimonio éste, sin fisuras desde el primer momento, que ha sido esgrimido por el fiscal y la acusación particular para sostener los cargos por tentativa de asesinato y también tras incidir en que las lesiones, que provocaron un neumotórax y un derrame pleural, podían haber puesto en serio peligro la vida del lesionado de no haber recibido tratamiento.

Por contra, la defensa, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha mantenido igualmente su solicitud de un fallo absolutorio al manifestar su patrocinado que en ningún momento disparó a la víctima y, de forma subsidiaria, ha solicitado una pena mínima por delito de lesiones con arma de fuego, algo que, de quedar en tres años de cárcel, podría llevar Amando a recuperar casi la libertad por cuanto es ese el periodo que lleva en prisión desde el día de los hechos.

Será por tanto la calificación jurídica de los hechos, tentativa de asesinato o lesiones, la principal disyuntiva que habrá de dilucidar el tribunal sentenciador, y tendrá que hacerlo basado en los informes periciales evacuados este martes tanto por los médicos que atendieron al lesionado sobre el alcance de las heridas como por los guardias civiles, expertos en balística, respecto de la distancia a la que fue efectuado el disparo.

Por lo que respecta a las lesiones, expertos en daño corporal presentados por la defensa han ratificado que Juan Carlos M. presentaba un neumotórax y un derrame pleural leves que en ningún caso pusieron en peligro su vida, ni siquiera de no haber recibido asistencia posterior, ya que su ingreso en la UVI en el Clínico Universitario fue solo por precaución.

TRES PERDIGONES AÚN ALOJADOS EN EL PULMÓN

Los perdigonazos, algunos de los cuales siguen alojados y encapsulados en el cuerpo de la víctima, tres de ellos en el pulmón, no precisaron más que de tratamiento analgésico para combatir los dolores.”Estuvo en la UVI y en Cirugía Torácica, pero no fue intervenido quirúrgicamente”, han insistido ambos expertos de la defensa, que insisten en que la vida de Juan Carlos no ha corrido peligro.

Otros facultativos del Clínico Universitario que atendieron al herido y que han sido presentados por el defensor han confirmado que el tratamiento consistió en la limpieza de la zona afectada y la ingesta de analgésicos, mientras que otros médicos que emitieron un informe sobre el alcance de las lesiones y valoraron los días de perjuicio moderado, cifrado en un centenar de días, sí han precisado que Juan Carlos pasó un día en la UVI para su estabilización vital.

A VUELTAS CON LA DISTANCIA DEL TIRO

La defensa también ha tratado de hacer valer las periciales de la Guardia Civil y de unos expertos cazadores, estos últimos presentados por el letrado, para rebatir la versión del denunciante de que el tiro lo recibió a unos veinte metros por la espalda, extremo de cierta importancia ya que una distancia muy próxima entre tirador y víctima vendría a avalar la tesis de las acusaciones del intento de asesinato.

En este sentido, los agentes expertos en balística y los cazadores no parecen discrepar en cuanto a que el disparo de un cartucho, provisto de unos 400 perdigones, realizado a 15 ó 20 metros de distancia formarían una agrupación de unos 300 perdigonazos en un diámetro de 65 y 75 centímetros, respectivamente, y perforarían la piel de la víctima, por el mismo orden, unos 7,5 y 7 centímetros.

Los peritos de la defensa, que han utilizado para sus pruebas una escopeta y un cartucho de las mismas características y unas dianas, han ido todavía más allá y han precisado que el disparo tuvo que haber sido realizado, necesariamente, a una distancia no inferior a 40 metros debido a que el cuerpo del lesionado, fundamentalmente la espalda, no presentaba más de 70 perdigonazos.

“A unos 15 metros de distancia la zona de impacto tendría unos 381 perdigonazos y a 20 metros, 363”, con lo que, según ambos, el tiro recibido por Juan Carlos tuvo que ser realizado a casi el doble de metros.


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