La esposa del agente caído ha explicado que su familia sufre un “calvario” desde aquel fatídico día
VALLADOLID, 4 (EUROPA PRESS)
“No me pida usted perdón porque el único que puede perdonarle está muerto”, ha espetado esta mañana la viuda del guardia civil Pablo Alfonso Casado a su verdugo, Pablo Antonio S.H. (‘Chiqui’), quien la madrugada del 1 de julio de 2022 disparó en la cabeza al agente mientras éste trataba de convencerle para que se entregara tras haber matado a un vecino de su mismo edificio en Santovenia de Pisuerga (Valladolid).
El testimonio de María del Sagrario A.V. y la mayor de sus dos hijas, María, junto con el de dos hermanos de’Perico’, el agente caído en acto de servicio, han acaparado buena parte de la tercera sesión del juicio que se sigue en la Audiencia de Valladolid contra ‘Chiqui’, al que la viuda del funcionario, poco antes de terminar su declaración, se ha encarado a pocos metros de distancia de él para negarle cualquier perdón.
“Después de lo que he pasado, ni esta sala ni esta persona que tengo en frente me impresionan, salvo que la viera con un rifle en la mano. ¡No necesito que usted me pida perdón porque el único que puede perdonarle está muerto!”, ha advertido María del Sagrario, desafiante, con sus ojos clavados en los del verdugo de su esposo.
A lo largo de su declaración, la mujer ha denunciado que desde la trágica muerte de su marido–recibió un tiro a través de la puerta que impactó en su casco y quedó alojado en su cabeza–la familia está viviendo un auténtico “calvario” ya que ‘Perico’ era “el alma de la casa”, al tiempo que ha elogiado el espíritu de servicio del que siempre hizo gala incluso en los momentos más difíciles a lo largo de sus veinticinco años en la Guardia Civil, veintitrés de ellos en la Unidad Especial de Intervención (UEI) cuya jefatura ocupaba entonces entonces.
Del día de los hechos, la viuda, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha recordado que fue sobre las 04.00 horas del 1 de julio de 2022, “como siempre”, cuando sonó el teléfono en su casa para reclamar la intervención de su marido en un caso de presunto secuestro en un pueblo de Valladolid.
“Por primera vez en veintiún años de matrimonio le explicó lo qué ocurría y me pidió perdón por todas las llamadas intempestivas que recibía. Yo le dije, a buenas horas mangas verdes”, ha recordado con cariño María del Sagrario, quien también ha explicado que ‘Perico’ casi nunca desvelaba la misión encomendada.
“Me decía que si me lo contaba me tenía que matar. Yo tenía mucho miedo a ETA, aunque él también me decía que los terroristas eran menos peligrosos que los locos y los yonquis”, afirmación que su marido conocía de primera mano tras sus primeros servicios en Vinaroz (Castellón) y Bilbao antes de recalar como número 1 de su promoción al frente de la UEI, el equivalente a los GEO de la Policía Nacional.
Aquella madrugada dio su último beso a su pareja, del que horas después conoció vía telefónica que había recibido un tiro y se debatía entre la vida y la muerte en un hospital en Valladolid, al que se trasladó con sus dos hijas y resto de familiares para asistir a la agonía de ‘Perico’ durante dos días antes de morir.
Su hija mayor, María, en este caso por videoconferencia, relataba también que aquella madrugada se encontraba fuera de casa y fue su hermana pequeña la que le llamó por teléfono para contarle lo sucedido. “No me lo creía. El trayecto hasta Valladolid fue el más largo de mi vida. Llegué a pensar que se iba a obrar el milagro y sobreviría. Me han arrebatado a la persona más importante”, ha apuntado la mayor de las hijas del agente, quien desde entonces recibe ayuda psicológica para superar el trauma sufrido.
La pequeña de las hermanas, de 16 años, como han señalado María y la madre, ha creado una especie de “coraza” que le impide mostrar sus sentimientos. La joven quiere seguir los pasos de su padre y ser también Guardia Civil.
RETIRADO DEL SERVICIO DE PATRULLAS
También han desfilado por la sala dos hermanos del agente, Javier y Agustín–este último no reclama indemnización–, para contar igualmente el profundo trauma que la pérdida de ‘Perico’ ha supuesto en sus vidas.
De hecho, el primero de ellos, agente también de la Guardia Civil, ha manifestado que desde entonces se encuentra en tratamiento psicológico y ha sido retirado del servicio de patrulla, con privación del arma reglamentaria y relegado a trabajos burocráticos en una oficina.
Tanto Javier como Agustín han atribuido la muerte de su hermano al empeoramiento del Alzheimer que padece su madre, hasta el punto de que ésta ya no hace otra cosa que ir a comprar el pan y dar paseos, al convertirse en una persona totalmente dependiente.
El juicio contra Pablo Antnio S.H. entrará este miércoles en la cuarta jornada. Con carácter provisional, el encausado se enfrenta a condenas que oscilan entre los 84 años de cárcel que solicita la viuda e hijas del agente y los 58 y 59 que piden la fiscal del caso y la acción popular ejercida por la Asociación Víctimas por dos asesinatos, tentativa de asesinato, secuestro y tenencia ilícita de armas.
En el proceso figuran también personados como acusaciones particulares un hermano del guardia civil fallecido, así como los letrados del vecino de Santovenia Dionisio A.P. (‘Dioni’) y el del entonces yerno del ‘Chiqui’ que presuntamente fue secuestrado por el acusado durante horas en un piso.
El defensor del encausado, por su parte, tan solo reconoce la existencia de dos homicidios, uno doloso–el del vecino–y otro imprudente–el del guardia civil–, así como otro de tenencia ilícita de armas. Rechaza la existencia de los delitos de secuestro y tentativa de asesinato.
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