Sonorama, Palencia Sonora, Músicos en la Naturaleza y el Festival de Blues de Béjar recuperaron o en algunos casos superaron cifras de 2019
VALLADOLID, 2 (EUROPA PRESS)
Los festivales de música de Castilla y León han cumplido en este 2022 sus expectativas en un regreso a la normalidad tras la pandemia que ha estado marcado, no obstante, por la “fuga de talento” de numerosos perfiles técnicos a otros sectores durante los dos años precedentes de restricciones y confinamiento que paralizaron el sector.
Así lo ha destacado, en declaraciones a Europa Press, el coordinador de producción ejecutiva de Sonorama Ribera, Juan Carlos de la Fuente, quien ha subrayado que a pesar de “cierta incertidumbre”, en este 2022 han “cumplido las expectativas”, con la vuelta a las cifras previas a la pandemia e incluso “por encima de los 135.000 asistentes”, números “récord” para este festival.
Sin embargo, De la Fuente ha explicado que “el problema de este año”, con el que muchos promotores “no contaban”, ha sido “la fuga de talento a otros sectores por la pandemia”, que los obligó a buscar otras ocupaciones ante la imposibilidad de trabajar en conciertos y espectáculos musicales.
Así, el reto ha sido completar las plantillas de técnicos de sonido, personal de montaje o de seguridad. “Ése ha sido el gran hándicap de este 2022”, ha apostillado el representante de Sonorama Ribera, el festival de música más importante de toda Castilla y León por número de asistentes.
Respecto al debate abierto en el sector sobre una posible burbuja de festivales, De la Fuente ha admitido que se trata de un tema del que “se lleva hablando en los últimos años, no sólo éste”, en un país en el que se realizan “más de 400”, algo que achaca a que España es un país “que se presta para eventos al aire libre en verano” y en el que “muchos nuevos promotores lo ven sencillo al ver el éxito que algunos han alcanzado”.
En cualquier caso, ha augurado que el sector “se acabará autorregulando” y ha reconocido la “ilusión” con que encaran la 26 edición en 2023 de un festival “único” que para su coordinador son “tres festivales en uno”.
Para Juan Carlos de la Fuente, el panorama actual de la música nacional es “muy estimulante”, lo que obliga a Sonorama Ribera a “ir cambiando” su “radiografía” y a evolucionar, con más presencia cada vez de la música urbana.
FIDELIDAD DEL PÚBLICO
También la organización de Palencia Sonora, otra de las grandes citas de la Comunidad, ha subrayado la “fidelidad” de su público a pesar de la interrupción que supuso la pandemia en las actividades culturales, pues en su regreso este festival superó incluso las cifras previas al virus, con 15.000 asistentes en su última edición, por encima de los 13.000 de 2019.
A pesar de la crisis sanitaria, el festival recuerda que en su momento se apostó por un modelo, denominado Micro Palencia Sonora, adaptado a las restricciones para su desarrollo.
En este sentido, recuerda que pese al “temor inicial” de que tras la pandemia el respaldo del público a eventos multitudinarios decayera, la vuelta al formato tradicional en 2022 “fue todo un éxito” y “se incrementó significativamente el número de personas que acudieron a los conciertos que se organizan en la calle”.
“La sensación que se ha tenido en esta edición es que, tras dos años sin poder asistir a eventos de este tipo, el público estaba deseando volver a disfrutar de eventos como Palencia Sonora”, han apuntado las mismas fuentes.
La pandemia no ha sido lo único que últimamente ha trastocado la celebración de otro festival como ‘Músicos en la Naturaleza’, la cita promovida por la Fundación Patrimonio Natural de la Junta de Castilla y León en la abulense Sierra de Gredos que tras no poder celebrarse en 2020 ni en 2021 debido al coronavirus, en 2022 pudo al fin culminar su XV edición, pero, eso sí, retrasando su fecha casi dos meses debido al riesgo de incendios que había en la zona en el mes de julio, mes especialmente dramático para la Comunidad y para la provincia de Ávila en cuanto a fuegos se refiere.
Sin embargo, el responsable de la Fundación, José Manuel Jiménez, ha destacado que a pesar de este nuevo retraso, el festival logró en el mes de septiembre mantener los niveles tanto de ocupación como de gasto en la zona, aunque en esta ocasión con un perfil de público “un poco más joven” que en anteriores citas, debido en gran parte al giro dado en el cartel, con C. Tangana como cabeza, secundado por Leyva e Iván Ferreiro.
Así, el 45,8 por ciento de los 12.450 asistentes que acudieron el pasado 10 de septiembre tenía entre 25 y 39 años, con un mayor porcentaje de mujeres (52,9) que de hombres (47,1) entre el público. El 37,3 por ciento procedía de Castilla y León, seguida por la Comunidad de Madrid, de la que llegó un 28,5 por ciento; Castilla-La Mancha (12,7 por ciento) y Extremadura (5,1 por ciento).
“COMPROMISO” CON ‘MÚSICOS EN LA NATURALEZA’
Desde el punto de vista operativo, el responsable de Patrimonio Natural recalca que la reacción de artistas y técnicos ante el traslado de fecha por los incendios “fue espectacular”, con un “compromiso absoluto” por parte de todos y una reacción del público “impresionante”.
“Más del 70 por ciento mantuvo su entrada para la nueva fecha y el fin de semana de julio en el que se anuló el concierto Gredos estuvo lleno de visitantes que no cancelaron sus reservas”, subraya Jiménez, quien apostilla que el espíritu de Músicos en la Naturaleza “sigue más vivo que nunca” y trabajan intensamente para hacer posible una nueva edición en 2023.
En la provincia de Salamanca, cada verano abre las puertas el Festival Internacional de Blues de Castilla y León, una iniciativa que tiene su epicentro en la plaza de toros de El Castañar, en la localidad de Béjar, pero que suma conciertos y otras propuestas en otros municipios próximos, como el salmantino Candelario y también en Extremadura, concretamente en Hervás y Baños de Montemayor (Cáceres).
En la última edición, según su director, Miguel Sánchez, el programa alcanzó ya las cifras de prepandemia. “Incluso, se superó en algunas cosas que hicimos”, ha reseñado su responsable en referencia a una programación que, además de conciertos, permitió disfrutar de un curso intensivo de blues, mercadillos, talleres y otros encuentros relacionados también con la música.
El director del festival ha señalado que los primeros días pensaban que les iba a costar alcanzar la asistencia previa al coronavirus y que, en la primera jornada, la cifra en la plaza de toros fue inferior, pero ya el sábado se llegó a 1.500 espectadores. Además, se dieron cuenta de que en las actividades “satélites” se había presentado “mucha” gente y que los distintos espacios estaban “a tope”.
Así, tras el paso de “casi 30 bandas” por los distintos espacios programados, llegó el “fin de fiesta” en Candelario, que estuvo “a reventar”, una recuperación que ha llevado a los organizadores a pensar ya en la próxima edición para que la música no pare en el sur de Castilla y León, con ramificaciones a municipios del norte de Cáceres.
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